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Le Croque  Monsieur

(noviembre 2007)

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SIETE LUSTROS MÁS, CORRIDOS
EN EL HISTÓRICO AFÁN
HOMBRES VIENEN Y HOMBRES VAN
Y LOS QUE AYER VI CAÍDOS
HOY EN LA CÚSPIDE ESTÁN

SÓLO MI HUMILDE BARQUILLA
ANTE EL PIÉLAGO PROFUNDO
DESCANSA SOBRE SU QUILLA
MIRANDO DESDE LA ORILLA
EL LABERINTO DEL MUNDO

NADA ERA, NADA SOY
A MI NULIDAD ME ATENGO
Y LO MISMO AYER QUE HOY
A MIS SOLEDADES VOY
DE MIS SOLEDADES VENGO

 

CROQUE'S MINI NEWS

Alegatos finales

LOVERS Y HATERS

YA NO EXISTE LA VIDA. Alegato final.

EL CROQUE HA MUERTO, VIVA EL CROQUE

EL CROQUE HA MUERTO, O NO. Alegato final.

CODA. Alegato final.

¿Y AHORA QUÉ?

Opinión

DINAMARCA, SÓCRATES Y EL NUEVO URBANISMO

OPINIONES DE UN PAYASO DE BARRIO

EL LOGO DE MADRID Y EL ESPÍRITU OLÍMPICO

Terror en la ETSAM

ARQUITECTOS A LA BOLOGNESA

ARQUITECTURA Y ORGASMO
 

Pazo Words

EL ESPÍRITU CROQUE... : SÉ QUE VOLARÉ

EL CONSULTORIO DE PAZO

EL ENCUENTRO


Pierdetiempos

LA POLÉMICAAA #17: LO QUE EL AGUA SE LLEVÓ

PARTE DE GUERRA #22

ENCICLOPEDIA CROQUEUSSE #17: PAZOELECTRÓNICA DE POTENCIA

EL CROQUEGRAMA #9

 

CROQUE’S MINI NEWS

    Lo prometido es deuda. Como dijimos en el Croque 20 (último número oficial del boletín) publicaríamos en Octubre y por los pelos un epitafio especial en el que los colaboradores darían su pésame. Al final ha tenido que ser Noviembre (también acaba en bre, no hay mucho cambio...) Son las últimas palabras de vuestros escritores favoritos. A disfrutar!

    Como también prometimos, ya está a la venta en Mairea el libro del Croque: “Cinco años y un día”. Desde aquí queremos recomendároslo fervientemente, que para eso lo hemos escrito.

    Se trata de un recorrido a través de los cinco años de vida del Croque, recordando algunos de los mejores momentos, y también algunos de los peores. Es una mezcla de nostalgia y cañita brava de esa que damos a veces…

    Y todo esto por seis eurillos de nada. ¿A qué esperas?

¡Nos lo quitan de las manos!

(O no)

Portada del libro "Cinco años y un día"

 

@-© 2007 suspensoenproyectos editons. (Foto)copia y difunde.

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EL CONSULTORIO DE PAZO

    En este último número hemos tenido una consulta muy especial, acorde con los tiempos que corren. Una joven estudiante acude al confesionario de Pazo para purgar sus pecados y éste, impresionado, le ofrece el camino de la salvación...

CONSULTA

    - Querido Pazo:

    Sabiendo que el Croque muere y viendo que es esta mi última oportunidad de recurrir a tu consultorio, necesito revelarte de forma anónima el gran sentimiento de culpabilidad que cargo a mis espaldas a fin de que puedas ayudarme.

    A sólo unos pasos del final, con todas las asignaturas aprobadas, y sólo a falta del proyecto de fin de carrera, un secreto me corroe las entrañas: he estado fingiendo todo este tiempo.

    Para empezar, debo confesar que cuando entré en la carrera no sabía a lo que venía, que no sabía quien era Le Corbusier y que, probablemente, lo que me hizo tomar la decisión de estudiar Arquitectura y no Ingeniería Química o Psicología (que eran mis otras dos opciones, como se ve, todas muy relacionadas) fue que el panfleto informativo de ésta era azul y el de las otras rojo.

    El azul es mi color preferido.

    También quiero confesar que no sé dibujar, que nunca nadie en mi familia me dijo, “tú vales para arquitecta, con lo bien que dibujas…” y que, lo que es peor: todos mis dibujos de perspectivas de edificios de Pessac que hice para DAI3 eran fotos calcadas. (He de decir en mi favor que a veces hago croquis en las servilletas de la cafetería, que eso parece que es positivo).

    Nunca he sabido que significa eso de “el tempo del espacio” aunque asienta con la cabeza cuando se habla de ello en proyectos y tampoco entiendo por que razón el diagrama equivalente al número de pasos que hay que dar de la biblioteca a mi casa da como resultado los metros cúbicos de espacio destinado a lavandería que debe haber en mi proyecto. El tiempo que debería emplear en hacer estos diagramas lo gasto en pegar montones de muñequitos de escala por mis secciones, y moverlos con el ratón por la pantalla como si fueran de verdad. También empleo bastante tiempo en hacer zoom hacia delante y hacia atrás con la ruedecita, pero eso sólo cuando tengo sueño.

    No estoy al tanto de la rabiosa actualidad arquitectónica y (Dios me perdone por lo que voy a decir) tampoco me importa. No he comprado nunca la “Pasajes” porque con lo que ahorro prefiero comprarme pipas e irme a saltar con los yonkis a la comba. De todas formas, no entiendo las fotos de edificios que salen en las revistas, en las que no sale ni un alma, (exceptuando las fotos de obras de Sancho, en las que se encarga de aparecer él personalmente), parece que gracias a Dios, algún fotógrafo intrépido llegó a documentar el inmaculado edificio antes de que fuera infectado por los humanos.

    Tampoco soy una buena visitante de arquitectura en vivo, debo confesar que no me fijé mucho en lo portentosa que era la fachada acristalada de la premiada biblioteca de Alcobendas durante las visitas guiadas porque me estaba fijando en la mierda de pasillo de setenta centímetros de ancho por el que la gente accedía a la escalera haciendo el egipcio.

    Para colmo, no sé mantener una conversación interesante sobre qué arquitecto ganó finalmente el concurso para el Museo de la Tortuga Marina en Calatayud porque estoy entretenida con banalidades como: ¿por qué todos los nuevos edificios de Sanchinarro tienen las cuatro fachadas exactamente iguales, sin ninguna compasión ante los habitantes de ciertas viviendas, que mueren calcinados durante el verano?

    Por todo esto y mucho más he pecado, Pazo.

    Mi consulta es: ¿crees que debo entregarme a Dirección y confesarlo todo, o seguir mi trayectoria errante y pecaminosa en el mundo profesional?

    Muchas gracias, y un saludo

La Precaria. 2007.

RESPUESTA DE PAZO

    - Hola Precaria.

    Esas dudas que planteas son de lo más auténtico que he visto en este consultorio. Lo más difícil es ser auténtico al cien por cien, porque no sé qué pasaría, ni si estamos preparados para ello. Haces muy bien en escupir esas dudas trascendentales. Cuando escupes algo una respuesta recibes, no sabes de dónde viene, ni cuándo, pero es así. Todos los estudiantes llevan una cruz consigo; los estudios universitarios son raros de cojones, nadie sabe lo que es arquitectura. Mi teoría es que el que triunfa es porque sabe plasmar su personalidad en el papel.

    Pienso que ser amigo de tu personalidad es lo más importante que uno debe aprender. Gran parte de los estudiantes de arquitectura siguen este camino en busca de esas letras de oro que están en la cima de una gran escalera. Van de rodillas, cansados, hay niebla, y las letras de molde que deslumbran a los ajenos, se ven muy lejos. Aún así, son muy tentadoras.

    Como consejo que te doy en el caso de seguir este camino es seguir la teoría de los conectores Pazo. Toda acción coñazo, todo lo que no te dice nada, y que la gente dice que es maravilloso o lo que quieras has de inventarle una historia paralela de tu agrado que compense el vacío que te produce.

    Por ejemplo en el caso de Pessac cuando lo estabas dibujando, pues te imaginas que en el bloque 3 están abriendo un telepizza y cuando acabes tu trabajo vas a pedir una con ternera y extra de queso, o que en el jardín hay unas lentejas que plantaron una familia antes de la era Pessac, entonces las palomas lo saben y se alimentan de esas lentejas por la noche. O que Le Corbusier tenía pensado bailar sevillanas en el ático de estas casas para comprobar si allí su sangre gitana le salía o no.

    La imaginación puede ser infantil, estúpida, siniestra, sutil, fea, bella, pero es infinita y el secreto está en transformar el coñazo que sientas en paranoia productiva; pero también éste debe ser un secreto tuyo, lo cual contribuirá a que saques provecho de tu compleja personalidad y brilles tú y no las letras de ése pedestal del que hablábamos.

El Croque & Pazo. Octubre de 2007.

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LOVERS Y HATERS

    Adiós.

    Adiós al Croque y a una labor necesaria.

    Escribo esta brevísima perla (auto)inmolatoria para despedirme como debe ser de la que fue la única publicación estudiantil con pies y cabeza de la Méame. La masa neutra nunca se dará cuenta de cuál era la importante labor de esta revista, pero ahora que no la tenemos, la echará en falta.

    Mucha gente acusaba al Croque de odiar demasiado. Odiaba a los profes, odiaba a los alumnos, odiaba a los becarios del centro de cálculo, odiaba las taquillas, a los arquitectos titulados... Odiaba las croquetas de la cafetería, odiaba los montículos verdes del patio, odiaba el claustro, odiaba a los bedeles, odiaba Dimensionado de Estructuras y Proyectos 6 por igual. Odiaba la carrera. Esa carrera que algunos tanto amábamos. Pero precisamente ESE es el problema. En este sacrosanto edificio la mayoría de la gente está demasiado preocupada por amar. Nos enamoramos de arquitectos buenos (y malos, y muy malos), nos enamoramos de nuestros sabios profes genios, nos enamoramos endémicamente entre nosotros y esporádicamente de los de fuera, nos enamoramos de la romántica idea de pasar noches en vela proyectando, nos enamoramos de las maquetas bonitas, de las fotos en blanco y negro, del olor del pegamento UHU... Nos enamoramos de nuestros croquis y de los de nuestros compañeros, de los proyectos que hacemos y dejamos por hacer, y algún día, nos despertamos con un desamor que solo deja un sabor a vómito en la boca y una resaca que dura años. Pero no, el Croque estaba ahí para protegernos, para recordarnos que las cosas van en perspectiva. Que ni los profes genios, ni los croquis ni los arquitectos buenos (y malos, y muy malos) se pueden comparar con una ración de pulpo a la gallega, una tarde en el césped del paraninfo o una jarra de cerveza fría (con sus trozos de escarcha resbalando hasta la mesa). Nos olvidamos de eso, de que la carrera hay que amarla en perspectiva isométrica, junto a todos los demás amores de nuestra vida... El Croque no intentaba decirnos qué odiar, intentaba enseñarnos a odiar mejor.

    El Croque no sólo odia. El Croque nos ama. Nos ama porque nos lo recuerda para que no suframos.

    Bueno, nos lo recordaba. Porque el croque hoy muere del todo. Y ya nadie nos amará.

Miracle Max. 2007.
 

guau guau, que diría Garfield

 

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YA NO EXISTE LA VIDA. Alegato final.

    Cuánto tiempo perdido hoy nos grita el silencio,
unos hacen la guerra y otros miran al cielo
Ya no existe la vida, solo hay gente en la calle,
que camina deprisa y ya no habla con nadie.

Platero y tú “Ya no existe la vida”

    La vida se ha terminado. Los tristes árboles dispersan sus hojas dejando sus vergonzosas y esqueléticas ramas al descubierto. Tropiezo con una baldosa, con un amasijo de cristales rotos, con un gato calentándose en el capó de un mini rojo. Entro en la escuela y sólo me preocupa la cafetería, calentarme en ella, enterarme de todo, concentrarme en la vida, en la vida que ha terminado. Miro el estúpido parquecillo, con sus ridículas montañitas acolchadas y sus bobalicones “alcorques-prisión”. Espero que la naturaleza tenga la última palabra, y espero escucharla aunque ya no quede vida para hacerlo. Escucho las clases con náuseas, ¿estaré embarazado?, ¿me darán asco las mates?, ¿habré bebido demasiado? No lo sé. En definitiva, no me importa. Recojo mi carpeta gigantesca, me anudo la bufanda al cuello, escupo en el suelo… No encuentro sentido, no encuentro luz, todo sabe soso como un proyecto de Mies y seco como un pincho de tortilla de la cafetería.

    Afuera llueve, la biblioteca se llena de gente, gente de la complu, de derecho, de periodismo, alumnos de “decoración”, peña que solo necesita echarse una siesta en las cómodas mecedoras. Afuera llueve, y los cristales se empañan dejando pasar un riachuelo de agua que empapa el alféizar de dentro. Afuera llueve y los pasillos resbalan, igual es porque está un señor frotándolos con una mopa eléctrica, ¿dónde las venderán? Afuera llueve, dentro también.

    Proyectos mola, hileras de portátiles en las mesas de clase. Alumnos trabajando entusiasmados en sus ejercicios. Profesores que pasan por las mesas resolviendo dudas, encuentros de muros, soluciones de cubiertas transitables, orientaciones de edificios, distribuciones, alturas. Libros por todas las mesas, papeles de croquis. Alumnos que se apoyan entre ellos, que se ayudan, que aprenden unos de otros. Correcciones de tú a tú, apoyo del profesor al alumno, buenas palabras, concordia… Hay exámenes en proyectos y son objetivos. Bueno, no son exámenes precisamente, son ejercicios que se resuelven en clase durante una semana. Los profesores ven lo que has hecho sin saber que eres tú el que lo hizo ya que ponen la nota a un código de barras. Está bien resuelto o no. Puede gustar o no, ¿hay trabajo?, ¿Es resultón?, ¿funcionaría?.

    Los enunciados están destinados al aprendizaje de los alumnos y tienen un temario por niveles que todas las cátedras del nivel respetan. El primer nivel está dedicado a la vivienda. Hay clases teóricas de todo lo que hay que hacer para proyectar bien una vivienda. Luego la respuesta de los alumnos es más o menos ingeniosa o creativa, pero puede salir a la calle sin ser un horror repugnante ni una construcción ultramoderna e infuncional. No sobran cátedras y los profesores tienen vocación docente…

    Bip-Bip, son las dos de la tarde, el profesor entra por la puerta soltando improperios, se ha dado cuenta de que los paneles de la entrega “objetiva” no están pinchados… Olvidaba que estaba en la Mejor Escuela de Arquitectura del Mundo Entero y que aquí las cosas se hacen de Puta Madre, que no tenemos abuela y que si alguien no le gusta lo que hay debería estar en aparejadores.

    Salgo de clase haciendo eses, me cruzo con el erasmus que me quitó “Taller de Cantería”, y que en vez de cursarla se dedica a fornicar con las compañeras en las marquesinas del gimnasio. Le saludo, me dice “Ciao Bambino” y se va a casa. Sigue lloviendo. Menos mal que la vida se ha terminado y ya no siento nada. Pego una patada a una lata de cerveza, lo que en otro tiempo haría “clin, clin, clin”, hoy hace “cras, fras, pras”. El tercio ha muerto, como la vida. Me encuentro a “Caperucita Beige” y a la “Rana Gustavo”. Tomamos un copazo. Me dan una gran idea, aunque creo que en realidad es una mala idea. La guardo en mi carpeta. Creo que he empezado a beber solo, lo cual me acojona.

    Mi carpeta está empapada, la entrega chorrea agua de lluvia, tinta oscura, y malas ideas. La idea vive aunque la vida muere, ahora mismo la muerte está idealizada pero no se muere por ideales, siendo estos los que pierden su vida. No tengo más que decir. Se me atragantan las palabras. Las lágrimas de odio han cedido a las lágrimas de la vida. Pero como la vida se ha terminado las lágrimas no tienen sentido ninguno. Sed felices aunque dejéis de vivir, sed felices.

Un Humilde Estudiante. 2007.

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EL CROQUE HA MUERTO, VIVA EL CROQUE

    Cuando pienso en El Croque, pienso en octavillas metidas entre una cristalera de notas, que fue de donde rescaté el primero que encontré, aquel número uno que era un A4. Pienso en lo que me costó escribir la primera y única vez que realmente lo hice (a pesar de que no me faltaban ganas) y pienso también que aunque en las últimas épocas me daba la impresión de que siempre hablaba de lo mismo, voy a echar de menos su labor como agitador de conciencia.

    Y después de tantos años que llevo aquí, han cambiado algunas cosas. Algunas protestas históricas han tenido éxito (como el aire acondicionado en el centro de cálculo, por decir una…) pero muchas otras no. Otra protesta histórica que ha encontrado una (semi)solución, de la que me acuerdo, es de cuando alguien con una carta anónima alzó la voz contra la irregular, insostenible e injusta corrección de proyectos, y, ¡magia! Escucharon en el rectorado, y, ¡magia! Ahora hay revisiones de proyectos, y por lo menos el profesor está obligado a darte una justificación de la nota que ha puesto después de pinchar las notas en el tablón. Por algo se empieza… y no debiéramos conformarnos con eso.

    Hay tantos frentes que se quedan abiertos… Voy a tratar de enumerar aquellos que menos indiferente me dejan, como ¿por qué se renuevan todos los departamentos? Departamentos que, objetivamente, se usan menos que la cafetería, (frecuentada diariamente por unos 2000 alumnos, por lo menos) ¿y la cafetería sigue sin insonorizar? El proyecto de insonorización de la cafetería, según se dice se oye, se comenta, se estudia todos los años en la asignatura de acústica. Se rumorea, que existe un proyecto hecho para insonorizarla, con medidas reales de la reverberación que tiene, y todo lo que haría falta.

    Lo cual quiere decir que lo único que hay que hacer es aprobar el presupuesto y que se insonorice. Tampoco hacía falta hacer un estudio, basta con ir a pedir un café para darse cuenta de lo desagradable que es el sonido ensordecedor en su interior. Pero claro, los que aprueban los presupuestos no comen en esa cafetería, y es mucho, muchísimo más urgente, renovar el Departamento de Proyectos, para que insignes profesores, como ese que tanto se nombra en esta publicación, tengan allí un despachito, que seguro que usan mucho…

    Hace dos años, se decidió ampliar en 60 alumnos los que entran cada año en primero, (es decir, 460 nuevos arquitectos cada año), estas minucias, como que las instalaciones comunes de los alumnos están completamente sobresaturadas, pues no se tuvieron en cuenta.

    Otro ejemplo. A mí me encantan los granos verdes que han puesto en el patio del espacio disponible, pero me gustaría muchísimo más que remodelaran la terraza imponente que da al claustro para poder usarla. Y también me encanta que den clase profesores de renombre, que publican, que construyen, que destellan, pero se me cae el alma a los pies cuando dos semanas antes de la entrega, esa profesora de revista, pareja insigne de otro arquitecto estrella, que no da clase los miércoles porque corrige Pefecés, llega a las ocho de la tarde, una hora tarde (lo cual, no es raro en ella, es habitual…) y antes de entrar en clase (en la que no faltan alumnos precisamente) se pone a corregir un pfc en el pasillo, y luego entra en clase y nos pide perdón, pero “es que tengo una obra en Alcalá de Henares y pufff….”

    Una de las cosas que más rabia me da, es que nadie sabe cuál es la vía legal para protestar y defender tus derechos, y dicho sea de paso, si lo saben a muy poca gente le inte-resa. ¿Y qué pasa al final?, que perdemos la oportunidad de protestar activamente en una junta de departamento de proyectos, por poner un ejemplo, ya que de todos los departamentos el 25% de las sillas de la junta (el órgano que toma las decisiones operativas de un departamento) son para que se sienten en ella los representantes de los alumnos.

    Esas elecciones que hay todos los años en octubre donde se reparten piruletas son para eso, para escoger a los representantes de los alumnos. Y al final ¿¿para qué sirve en la práctica la delegación de alumnos?? Para suplir los servicios, necesarios para los alumnos, y que a la escuela de esa manera le sale más barato gestionar y que de otra manera no existirían: la impresión, las taquillas y los cursos de fotoshop etc…

    En defensa de los que forman parte de la delegación en la actualidad, que son pocos, muchos menos de los que hacen falta, y no dan abasto, además de organizar todos los servicios, hacer una carrera como la que cursamos, todavía sacan tiempo para organizar asambleas para informar sobre el último estado del proceso de convergencia de estudios europeos, también conocido como el coco, o Bolonia. Pero realmente haría falta que nos fijáramos todos un poquito más, en las cosas que funcionan mal en la escuela, y que las fuéramos diciendo, en voz alta, poco a poco y con claridad, que ya va haciendo falta.

    Se me ha ido un poco de las manos lo que estaba escribiendo, en una espiral de críticas, en las que ya ni se menciona al desaparecido Croque. Pero es que estas cosas irregulares e injustas, siguen ocurriendo, y el Croque con su humor ácido y sus aires subversivos ya no está para airearlas. Ya no está su papel para volcar la tinta de nuestra indignación. Ni estas críticas que intrínsicamente tienen que ver con el mundo de la escuela, ni tantas otras incongruencias que tienen que ver con el mundo de la arquitectura, y de la construcción.

    Pero aunque la pequeña publicación macarra, que nos removía por dentro a base de patadas en la espinilla ya no esté, no deberíamos seguir como borregos, ni siendo los “plótteres de los deseos más íntimos” de ningún profesor trasnochado. Si no, seguir pensando y hacer que todo lo que se ha comentado, agitado, y gritado clamando al cielo, no caiga en un rincón olvidado de nuestras memorias.

    Espero que mis palabras, desordenen tu conciencia.

Nomedatiempo. 2007.

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EL CROQUE HA MUERTO... O NO. Alegato final

    ¡Hola amigos!

    No quiero que esto suene a despedida. El Croque ha sido, para mí, el mejor proyecto de Arquitectura que se ha hecho en la escuela. Y como todo proyecto, su fin no significa sino la reafirmación de que lo que se ha hecho no se ha quedado a medias, que nos hemos dado por satisfechos con el trabajo realizado y que ahora llega el momento de construir aquello cuya base hemos meditado durante mucho tiempo. Sencillamente es el comienzo, el pistoletazo de salida, de algo mucho más grande, que contendrá nuestra pequeña aportación, pero que dejará de ser nuestro para que otros puedan hacerlo suyo.

    Ha sido una lucha por unos ideales que han quedado plasmados para que quien venga detrás pueda, si quiere, verlos, aceptarlos, modificarlos, criticarlos. Lo importante no es que aquellos que miren vean lo que hemos querido transmitir, lo importante es que aquellos que miren vean. Algo. Cualquier cosa. Que no deje indiferente a nadie. Que cada uno interprete a su manera y saque sus propias conclusiones. El Croque no ha muerto porque siempre hay alguien que tiene algo que decir, algo que criticar, algo que aviva el debate y que hace que no dejemos de expresar lo que pensamos, lo que sentimos.

    El Croque está en todas partes. En el maestro creador de la obra arquitectónica, en el arquitecto que la eleva con sus alabanzas al séptimo cielo, o en aquel que señala triunfante sus goteras. En el paseante que se para y niega con la cabeza, dispuesto a no aceptar las maravillas de la modernidad, o en aquel que continua su camino sin desviar la mirada, ajeno a la idea del proyecto, a la bondad de sus espacios o a la luz que resbala por los muros. Porque El Croque no es más que la libertad de expresión que nos permite opinar sobre lo nuestro y lo de los demás, sobre lo que creemos que está bien o está mal, que nos permite luchar por algo cuando creemos que merece la pena.

    El regalo que hacemos los que escribimos en El Croque es la opción, de aquél que nos lea, de poder estar de acuerdo con nosotros, o de criticarnos sin censura. En todo caso, de hacerle reaccionar ante algo e incitarle a tomar partido en ello, para que deje de ser nuestro y pase a ser también de ellos. El regalo que nos llevamos es el orgullo de saber que no os hemos dejado indiferentes, el escuchar nuestro nombre en los pasillos, en la cafetería y hasta en las clases de proyectos, cuando el profesor nos cita para aplaudir o machacar alguna de nuestras opiniones, reconociendo en cualquier caso que sabe de nuestra existencia, que nos ha leído y que él también forma parte, aunque no lo crea o no quiera creerlo, del espíritu de El Croque.

    El Croque somos todos. El Croque está en todos nosotros. Por eso, El Croque toca a su fin. Por eso El Croque ha muerto… o no.

El Sopas. 2007.

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CODA. Alegato final

    Mis últimos días en El Croque coinciden con mis últimos días en la escuela, y me gusta pensar que lo último que voy a hacer en ella es escribir esta columna. Aquí tengo varios retales que he separado por temáticas. Espero que os gusten.

La Relación

    Nunca olvidaré mi primer día en la carrera. Un tipo, un profesor, nos dijo: “… La arquitectura es como una novia celosa….” Me imagino que se refería a que la disciplina te exige una dedicación exhaustiva y compulsiva. Muchos de nosotros, por no decir todos, se la hemos dado.

    Sin embargo, no conozco ninguna relación que base sus cimientos en la exigencia y los caprichos, y que a la vez haya sido próspera. Es más, muchas relaciones se vienen a pique por exigencias mutuas cuyo origen está en las inseguridades de ambos.

    Mis inseguridades siempre han sido obvias, falta de conocimiento y deseos de saber. Las inseguridades de muchos profesores que me he ido encontrando han sido, falta de conocimiento y el sentimiento de estar pintado la mona. ¿Por qué digo lo de estar pintado la mona?, ¿Quien no ha asistido a una corrección de algún compañero, y el profesor se ha limitado a criticar la presentación, el diseño de las cotas, el banco de letra o polladas así?. Y es que, en mi pueblo, cuando una persona ocupa un puesto de responsabilidad y se dedica a no hacer nada, se dice que está PINTANDO LA PUTA MONA.

    Pues bien, si es cierto eso de que la arquitectura es una novia muy celosa, yo confieso que le soy infiel. Cuando ella se queda en vela por las noches yo ya no me quedo sin dormir, me voy a la cama. Cuando ando por la calle no puedo admirar un edificio si en su portal hay un indigente durmiendo entre cartones. Cuando veo un gran edificio de oficinas, antes de fijarme en su moderno cerramiento, me acuerdo que dicha empresa está haciendo no se que movida ilegal en no se cual país africano.

    ¡Ahhh!, terminar la carrera me produce un sentimiento de alegría, alivio y satisfacción, como es lógico. Pero también un profundo sentimiento de vacío y tristeza, similar al que se siente cuando terminas esa mítica relación con aquella persona innombrable que te hizo pupita en tu juventud. ¿Todos tenemos una de esas, no?

(Barco. Marzo de 2006)

La Religión

    Yo siempre tuve un poco de envidia de las gentes de las otras carreras, porque duermen por las noches y esas cosas. Siempre me pregunté que es lo que convertía a la carrera de arquitectura en una carrera diferente. Y llegué a la conclusión de que nos gusta tanto que la vemos como una divinidad.

    Bueno pues yo quiero declarar mi apostasía, me borro del club. Sí, compañeros de la fábrica de arquitectos, a veces sale un porcentaje defectuoso que no quiere salir en las revistas. Después de 10 años, yo, como arquitecto, así soy, y así pienso.

    Quiero apostatar de la religión “arquitectura”, simplemente porque nunca vi la disciplina con carácter sacro alguno. Estoy más que harto del bien y del mal. Me veo a mí mismo como una persona lo suficientemente sana e inteligente como para estar por encima de esa moralina de mierda.

(Barco. Abril de 2007)

    Los Recuerdos

    Pues sí, diez años, joooder, diez años de carrera, UNA PUTA DÉCADA. Me he lucido, ¿eh?. Bueno, no soy el único, aún veo por ahí corrigiendo el PFC caras que escucharon aquel día lo de la novia celosa de aquel profesor.

    En cierta ocasión, creo que fue en la primavera de 2000, recuerdo que estaba cursando la asignatura de “Análisis de la Arquitectura”, y el profesor no se dignaba a corregir mis dibujos, yo era como transparente en la clase. Un buen día toqué, con un grupo que tenía, en una fiesta de la escuela. Por lo visto, mi profesor estuvo en aquella actuación. El siguiente día que tuvimos clase, el profesor no dudó en comentar a toda la clase cuán diestro era yo con mi instrumento: la guitarra. Desde entonces, empezaron a corregir mis dibujos de los primeros.

    Madre mía. Cuántas entregas, noches sin dormir, café, té, refrescos con cafeína, petadas de ordenador dos horas antes de la entrega, cuántas clases de cien minutos, cuántas de doscientos!!!, cuántas risas, cuántas lágrimas, cuántos amigos, cuántos amigos rotos por trabajos en grupo, cuántas fiestas, cuántos tercios entre clase y clase….

    Cuántos chicas, sobre todo al principio, la novedad, (…bueno, bueno, inciso, creo que ha llegado el momento de que alguien lo diga…. En la escuela hay un nivel de pibas acojonante, ¡¡chicas!!, un besazo a todas, estáis muy buenas…), cuántas escapadas a los baños del fondo del pabellón nuevo, cuántas películas del club de cine, cuántas siestas en los sillones de su local…

   Cuántas humillaciones públicas de profesores delante de toda la clase…., cuántas veces ha tenido uno que defender su dignidad ante un profesor de proyectos, simple y llanamente porque tu proyecto no le gusta y el cabrón empieza a juzgar tu persona,...

    Bueno, me guste o no, la escuela forma ya parte de mi vida.

(Barco. Septiembre de 2007)

    La Coda

    Para aprender a construir edificios no hace falta invertir tantos años. Pero quizá si para modelar un prototipo de arquitecto. Hoy día ya no se mina la moral del alumno con el fin de hacerle comprender mejor el buen hacer del arquitecto de hoy, sino más bien para fabricar una nueva hornada de profesionales que se desentienden de su oficio para abrazar su nueva faceta de vendedores de sueños, en un sistema puramente capitalista, en el que el único objetivo es consumir gracias a la seducción a través de la imagen.

(Barco. Mayo de 2005)

*     *      *

    Bueno, pues esto ha sido todo. Quiero agradecer al croque que me haya dado la oportunidad de hablar hacia el resto de mis compañeros.

    Gracias, también al lector, por escucharme e intentar entender lo que tenía que decir. Muy lejos de crispar ánimos, mi único deseo era y es el de hacer una escuela mejor para tod@s.

    Hasta siempre, compañeros.

Barco. Octubre de 2007.

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¿Y AHORA QUÉ?

    Hay quien tuvo en mente antes que un servidor, resucitar de sus cenizas el espíritu del Croque. Vanos esfuerzos por recomponerlo a base de sobras de maquetas y viejos parches para acabar por canalizar la energía telúrica almacenada en el cielo hacia un nuevo engendro del doctor Frankenstein. Vanidad fútil, malhadado esfuerzo. Inútil el shakra del gurú porque no hay ininteligibles letanías de shamán con las que poder revivir aquello que está muerto.

    Es tan sólo vanidad lo que nos impulsa a desear volver a recuperar lo que perdimos, por que somos entes materiales y nos negamos a prescindir de algo que era nuestro. Materia y forma, hombres tristes de barro: nos puede tanto lo exterior que el pesimismo ha prevalecido ante el vapor sublimado; Croque, ¿Por qué te has evaporado? Caemos presa de un pánico absurdo porque, del bloque de hielo que lanzamos contra la línea de flotación de la autocomplacencia y la soberbia, tan sólo queda el humo.

    Humo que causará muchas más víctimas, humor con que inflarnos el pecho. El croque escrito se ha desprendido de toda máscara o disfraz y aquél espíritu que lo infundó vuelve al cielo por la puerta grande de los mitos.

    Cuando he tomado conciencia de la realidad, de que el Croque seguía vivo, como el guerrillero de Santa Clara, como el Caballero de la triste figura; se me han llenado de lágrimas los ojos y entonces lo he visto: Ahora es intocable, indestructible y su rostro carece de rasgos ¡Estad alerta! No os coja desprevenidos su presencia que, entre pesadilla y sueño, un trasgo travieso se esconde en los pasillos de nuestra escuela.

Cienfuegos. 2007.

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DINAMARCA, SÓCRATES Y EL NUEVO URBANISMO

    Ahora estoy rodeado de gigantes modernos; a mi alrededor un mundo perfecto para los arquirrectos de la escuela: Restos de un pasado funcionalista, de ladrillos o de cajas de zapatos gigantes, rodeados de inmensas praderas (aún estériles), realizados gracias a un presente de alta tecnología de la construcción; volúmenes puros, fachadas interminables de cristal, pequeños módulos que compuestos generan combinaciones “aleatorias” (¡Ha!)… Cajas negras sin ventanas, elegantes pero inútiles pórticos ciclópeos, puentes transparentes entre edificios; todo recuerda a esa radicalidad casi insustancial de unos arquitectos aupados por la locura constructiva en un país de ladrillo y hormigón, ¿Dónde quedaron el progreso y el futuro? ¿Dónde quedó aquello de “sólo sé que no sé nada”? Si Sócrates pasara por aquí, posiblemente se escondería asustado por toda esa sabiduría formulada y enfrascada que poco a poco se va pudriendo con el tiempo. Eso de la universidad, ¿no era para las generaciones que vienen y no para las que se van?

    Pero estos edificios a mi alrededor parecen PFCs de un lamentable pasado-presente hechos realidad en un país eficiente.

    ¿Por qué nos hacen ser iguales? Entendería de democratización de estilo, de tecnología, si el estándar fuera alto o, por lo menos, aceptable. Pero sólo hace falta salir a la calle para ver que la media (sea esto culpa de una cadena más compleja y posiblemente no de un solo colectivo) no es, lo que se dice, maravillosa. Y si esto es lo que sucede, que puede ocurrir que me equivoque, ¿no es precisamente éste el mejor momento para mejorar, para inventar, para escaparnos de una ley que está escrita y de otra que no lo está pero que se graba con más fuerza todavía en nuestros cerebros? Ni siquiera si la realidad superara todos nuestros sueños tendríamos derecho a negar el progreso y a limitarnos a reconfigurar unas fórmulas, unos criterios y unos conceptos ya descubiertos hace 70 años por unos señores modernos, que vivieron su tiempo y ahora nos niegan (por culpa de unos mentes-estrechas que tienen por sucesores) vivir el nuestro.

    Vuelvo ahora a la pureza de la ventana precisa y controladora; y siento este inevitable tornar de palabras, pero de lo que yo venía a escribir en este último artículo no era de la estrechez de mente ni de la retroalimentación de este sistema podrido, sino de las calles por las que no pasea un alma, de los lagos estancos a los que asoman pequeños muelles serpenteantes, de pequeñas explanadas de diminutas y fortuitas losas fractales, de eso que a veces llaman el nuevo urbanismo y que comienza a extenderse por todos los nuevos barrios residenciales para las clases medias-altas en la periferia de las grandes ciudades europeas. Me preguntaba si en las grandes maniobras urbanísticas de siglos pasados, si es que las hubo en realidad, no ocurriría lo mismo que en estos días solitarios y me presupongo que esta soledad se debe más al tipo de vida que deberíamos llevar hoy en día: saliendo a hurtadillas en nuestros coches por nuestros garajes a los que accedemos por unos pequeños ascensores que limitan la cantidad de personas con las que podemos encontrarnos a dos o tres, en un mundo cada vez menos físico y más virtual, plagado de miedos y extraños de los que protegerse, de distancias cada vez más descomunales y medios cada vez más inmediatos.

    No sé qué vino primero, si el huevo o la gallina, si la vida de la gente que habita estos modernos barrios o los barrios mismos. Quiero pensar que la brisa gélida tiene que ver más con un gran sector de la sociedad miedoso, frustrado, introvertido y ciegamente dependiente de la tecnología más avanzada, que con la nueva arquitectura y el nuevo urbanismo. Quiero pensar que ya que aprendemos a hacer las cosas poco interesantes, no las hacemos además frigoríficas. Y quiero pensar que tanto este nuevo urbanismo como el tipo de vida que le acompaña no son para todos, como nos quieren hacer creer; para que vivamos una misma vida como los de ahí arriba quieren que la vivamos.

    Hail to Croque!

Ahumm. 2007.

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OPINIONES DE UN PAYASO DE BARRIO

    Hoy bajé al bar a desayunar un café con leche y unas tostas con aceite y sal. Por suerte había un periódico sobre la mesa. En casa no tenemos televisión, y creo que echo de menos mantenerme informado. El año que pasé de Erasmus tenía algo de ignorancia que lo hacía más feliz si cabe. No sabíamos qué es lo que pasaba en España, y poco acerca del resto del mundo. Sin embargo, cuando volví a ver la televisión me quedaba prendado de ella, y no podía levantar los ojos.

    Le di la vuelta al periódico y vi que era el ABC. Sé que sólo al decir esa palabra ya en nuestras cabezas ha entrado un factor político positivo o negativo. Sé que he creado interés. Pero no lo hago por ello. Como a muchos de vosotros el ABC me provocaba repulsión hace años, pero hoy no. Hoy desayuno en los bares, café con leche con tostas, y si fumara, acabaría el ritual con un pitillo. Por supuesto, puede que con el tiempo fume, pero en pipa (sobre este tema ya investigaré en algún despacho de la escuela), puede que lea el periódico, y me pare a pensar con la mirada hacia arriba, y que vea el humo con cara de atontado intelectual…pero de momento no. Confórmense con el café y las tostas de momento.

    Los años no pasan en balde dirían unos, los más viejos, y no sé si es eso lo que me siento ahora. Ahora soy más selecto en todo, más calmo, y sin embargo en cuanto a periódicos me permito el lujo de leer el ABC (antes hubiera preguntado si no tenían otro periódico en el bar). Ahora reconozco a la persona que conozco por primera vez y sin querer le pongo una etiqueta. Le digo con mi cabeza, no se te ocurra contarme tu vida el primer día porque las cosas deben ir con calma. No me metas prisa, que yo ya estoy harto de amiguismos. No se sientan defraudados. Es el paso del tiempo.

    Abro el periódico y me meten por los ojos algo sobre ETA, sobre calles con nombres de etarras en el País Vasco. Parece que no hemos aprendido lo suficiente aún (...)

    Hablan sobre turcos y kurdos o iraquíes, sobre nacionalismos y religiones. Sin embargo no parece un problema básico de hambre y comida. Son otras cosas, idealismos u objetivos económicos o históricos. Mientras tanto en Estambul hay miles de kurdos y turcos que van por la calle y al encontrarse se saludan como hermanos. Los hilos económicos o históricos no los podemos controlar, pero la palabra y la amistad están ahí enfrente, y me pregunto yo para qué sirven los otros si no crearon nada bueno. (...)

    Hay una columna sobre el tranvía de Sevilla, y la larga duración de sus pruebas. Hay un chiste incluido para quien quiera hacerlo suyo…eso dura más que las pruebas del tranvía… ¿qué es lo que tiene el humor que nos une a todos? (...)

    Hablan después de la nueva adjudicación de las empresas encargadas del transporte público en Andalucía, y de cómo valoran cada candidatura. Parece que está en alza la “calidad” del transporte frente a la frecuencia o el precio. Esta vez sí que se me pone cara de tonto. Parece que han ido preguntando a todo andaluz viviente qué es lo que prefiere, y como tiene dos cerdos en casa para hacer la matanza cada año, ¡ah, y una casa!, pues ha dicho que para las pocas veces que coge el transporte público lo quiere coger con contundencia, que si no, para eso prefiere irse en coche, que ya lo tiene pagado el banco, que en el banco tiene un amigo que no es guardia civil, y que lo importante no es llegar, sino cómo llegar. Así va Renfe.

    Sin embargo no me muevo de la silla, no salgo a la calle gritando como un poseído.

    Para colmo se me presenta un día cargado de manifestaciones y conferencias sobre el tema de la Arquitectura, las competencias de los arquitectos, el plan de Bolonia… y después de ver todo lo que un estudiante de arquitectura de mi edad debe hacer, todos los obstáculos que el mundo y los abogados, los ingenieros o los papirofléxicos se han decidido a montar, me dan ganas de vivir en una chabola en medio del campo o de crecer de golpe hasta la jubilación, para no tener que lidiar con papeles que desperdicien minutos de mi vida, o simplemente buscar a alguien que confíe en mí por mí mismo (y no por un título que haya firmado Juancar) aunque la temporada de amiguismos ya se me acabó, y cada vez hay más guardias civiles. Tan crudo es el mundo real que por no ver lo que de real tiene siempre digo que prefiero emigrar, aunque más allá puede que no haya más que una copia de seguridad con un pequeño error informático.

Guaynot. 2007.

Por algo lo llaman "prensa"

 

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EL LOGO DE MADRID Y EL ESPÍRITU OLÍMPICO

    Supongo que muchos de vosotros os habréis enterado de que el logo para la candidatura de los Juegos Olímpicos de Madrid 2016 no se ha encargado a ninguna empresa, sino que se le ha encomendado esa tarea a los ciudadanos. Se ha organizado un concurso que está ya en la fase final (cuando se escribió el artículo), en el que cualquiera podía presentar un logotipo.

    ¿Quién mejor que el propio Pueblo de Madrid para hacer el símbolo de lo que será uno de los eventos más importantes de su ciudad? Pues mucha gente: agencias de publicidad, estudios de diseño gráfico, escuelas de diseño, etc. No digo arquitectos ni estudios de arquitectura porque, desgraciadamente, a los arquitectos les suelen faltar güevos para hacer logos como Dios manda; están tan acostumbrados a hacer entregas de proyectos: tan pulcras, tan suaves... tan gays ¡Viva el espíritu de El Croque!

    Volviendo al tema, el otro día estuve charlando con uno de los diseñadores gráficos más importantes de la ciudad (ya sabéis que yo, como socio capitalista, me codeo con la alta suciedad de Madrid). Le pregunté por qué no había presentado él un logo y me dio una respuesta tan estúpida como creíble: si participaba, entraría en la lista negra de la gente de su mundillo.

    Pasó con el diseño gráfico, pero habría pasado en cualquier otro sector un poco relacionado con el mundo del arte. El planteamiento racional es que, como el concurso es popular y él es un profesional, si se presentara sería un abusón y quedaría mal por jugar sucio. Pero detrás de esa razón más o menos creíble y fundada (tirando a menos), hay otra que ellos nunca llegarán a reconocer: un concurso popular está hecho para el populacho, para los ignorantes del mundo del arte, y concursar con ellos sería "ensuciarse".

    Pero, ¿acaso no aman a su ciudad? ¿no quieren que Madrid tenga el mejor logo posible? ¿prefieren que la imagen de su ciudad se deje en manos de aficionados? No. Prefieren quedar bien dentro de su mundillo a que los profesionales que les conozcan les tachen hipócritamente de jugar sucio. Porque ellos se deben de creer demasiado buenos para entrar en un concurso popular.

    Esto es un ejemplo de la vanidad que se ha apoderado del mundo del arte, de cómo se creen una raza aparte de gente interesante y privilegiada. También es un ejemplo de lo endogámico que es ese mundillo, en el que importa más la opinión de unos pocos que la sensibilidad del público general, al que se desprecia constantemente como si fueran unos incultos y una gente despojada del don de la belleza artística.

    Ignoran la opinión de los que no son artistas ni críticos, pero se olvidan de por qué ahora "vale todo" en el mundo del arte. Si en una galería de arte reconocida se expone un retrete, se podría pensar que al galerista se le ha ido la olla; pero ¿y si alguien lo compra? Para muchos artistillas, ese hecho lo convierte en arte; pero se olvidan de que el tipo que lo compró sería un ricachón dedicado a las finanzas (como yo) y, por tanto, otro plebeyo más del arte. Si este ejemplo no os termina de convencer, os podría poner otros mil similares. Obviamente, para mí al  retrete, o a un cubo, o a un montón de plátanos de veinte metros de alto puestos en una plaza enorme (todos reales) se le puede llamar arte sólo entre interrogaciones. Si os leéis los otros dos artículos que escribí, sabréis por qué pienso así. Para los que lo vean como algo rompedor, simplemente se han quedado anticuados cien años o son víctimas de la moda actual, en la que hay que romper "por romper": el único objetivo es hacer cualquier cosa estúpida con tal de que no se le hubiera ocurrido antes a nadie... y, cuanto más escandalosa, mejor.

    Así que aquí viene mi consejo para todos los aprendices de arquitecto que me estén leyendo: tened muy en cuenta las opiniones de los críticos, pero no olvidéis que los profanos son, y siempre han sido, imprescindibles para hacer del Arte lo que es hoy.

    Antes de terminar os contaré algo más sobre el logo de Madrid 2016, para que no me podáis acusar de dar sólo la información que a mí me interesaba contaros. Una vez elegido el logo, la empresa pública que gestiona los JJOO le encargará a un estudio de diseño que se encargue del resto de la imagen de los Juegos y que, si fuera necesario, retoque el propio logo hasta dejarlo irreconocible. Este hecho es, en todo caso, un punto a favor de la Administración (¡que la Cúpula Secreta y Corrupta no me oiga decir esto, que me censurará durante un par de años!), pero no al sentimiento generalizado que acabo de describir y del que peca la artistada en general. Por cierto, el concurso lo ganó uno que acaba de terminar diseño gráfico.

    No quería despedirme para siempre sin contaros la verdadera razón por la que se cierra El Croque, además de por meterse con la Familia Real. Fue porque yo, el que les daba todas las pelas, incluso para irse a los pub-wiskerías, decidí que la revista no era rentable. Aunque he sido un poco tonto, porque justo les corto el suministro cuando le empezaba a coger el truco a esto de escribir aquí.

El socio capitalista. 2007.

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ARQUITECTOS A LA BOLOGNESA

    ¡Hola amigos! Reflexionando, como casi siempre, con unos tercios de por medio, me encontré con unos pensamientos que me inquietaron, acerca de si debemos o no llamar a las cosas por su nombre.

    ¿Cómo llamaríamos a un grupo de jóvenes que esculpen los sentimientos de la sociedad bajo el sobrenombre de “Fascinante Aroma a Manzana”? ¿Artistas?

    ¿Cómo definir a un tipo que, tras años de estudio y adoración a los arquitectos del Movimiento Moderno, escribe libros y da conferencias sin atreverse a dar el paso de construir alguna de sus creaciones, por miedo a no alcanzar el nivel de sus maestros? ¿Filósofo?

    ¿Cómo nombrar a un ser que se dedica a traducir los comportamientos de nuestra cambiante sociedad, y representarlos mediante complejos diagramas que, Dios mediante, nos darán la solución a todos los problemas en forma de proyecto arquitectónico? ¿Analista?

    ¿Qué nombre recibe un hombre con aires de grandeza que se dedica a enseñar a sus alumnos que no saben nada, que él sí que sabe y que nunca llegarán a su nivel de maestría, y sin embargo no ha conseguido aún hacer del mundo un lugar mejor? ¿Profesor fracasado?

    ¿Cómo llamar a alguien que es capaz de dibujar en un papel un ente arquitectónico de proporciones perfectas, formas bellas y acabados impecables, pero que, por alguna razón, no puede ser real, pues carece de una incómoda estructura que lo soporte y que estropearía su estupenda apariencia? ¿Dibujante de cómics?

    Quizá muchos de vosotros habéis encontrado una respuesta diferente, común para todas las preguntas, que acabaría con el dilema. Finalmente propongo una última pregunta:

    ¿Cómo llamar a un tipo que proyecta y construye edificios, bonitos o feos, cuya finalidad es contentar al cliente que habitará en ellos en un futuro, satisfaciendo sus necesidades tanto funcionales como estéticas sin atender más que a los deseos del propio cliente y a las leyes de la gravedad? ¿Ingeniero?

    Pues sí, amigos, resulta que los señores arquitectos nos hemos especializado en suplantar a artistas, filósofos, analistas, dibujantes, (incluso profesores fracasados), mientras otros escuchaban a la inmensa mayoría que no nos entiende, pero cuyas necesidades en materia arquitectónica deben ser satisfechas, y ahora alguien ha decidido que quizá ellos puedan solucionar ese problema mientras nosotros jugamos a ganar concursos de proyectos y gritamos a la estúpida masa cuán equivocada está, porque no ha estudiado en nuestra escuela. Y así perdemos competencias, porque total, un edificio es un encargo de un cliente, que requiere estructura y construcción, cuyo fin primero no es que nos ponga cachondos a los de nuestro gremio sino a su propietario, aunque eso implique infringir los mandamientos de Le Corbusier, y, ante eso, hay otros mejor preparados que nosotros, llámense Ingenieros, Aparejadores, o como se quiera.

    A lo mejor resulta que, aunque de forma injusta, el mundo se ha rebelado contra esa minoría de prepotentes seres superiores que somos los arquitectos, y nos quiere dar una lección de humildad, puesto que nuestro talento innegable es prescindible en el mundo cotidiano. A lo mejor, si no hubiéramos malgastado nuestro tiempo en aprender naderías y nos hubiésemos esforzado en entender lo que la sociedad quiere en un arquitecto, a lo mejor la gente sabría de lo imprescindibles e importantes que realmente somos, de que no puede llegar cualquiera a firmar nuestro trabajo y quedarse tan tranquilo, y a lo mejor no estaríamos lloriqueando que nos vamos a quedar sin trabajo porque otros lo harán mejor y a menor precio. A lo mejor así, no seríamos meros arquitectos a la bolognesa.

    Todos esperamos que esto no salga adelante, aunque ya parece difícil. Pero, si finalmente no hay vuelta atrás, solo nos queda pensar que quizá nos lo hayamos buscado. O que, quizá, algunos nos lo hayan buscado. Así que, a lo hecho, pecho.

El Sopas. 2007.

A estos les gusta la paaaastaaa

Nos mola más la cabronara

 

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ARQUITECTURA Y ORGASMO

    Miras su cara, sientes la tuya; y al revés. Eres consciente de que ese momento es lo más bello, lo más sincero, lo más animal, el mayor estado de felicidad que puede inundar tu vida. Y comprendes que tú no eres sólo tu cuerpo, tu puto culo, sino que lo grande es que esa sensación también es vivida por el ser que está junto a ti. Bien, tomamos entonces como axioma que el orgasmo es lo máximo a lo que puede aspirar el individuo, sea esto entendido en abstracto y en colectivo.

    ¿Qué hay más bello que un orgasmo?¿Qué mejor manera de alegrar a alguien que regalándole un orgasmo? Si hasta aquí estamos de acuerdo, ¿por qué no luchamos por el orgasmo? Imaginemos la cara del que está sentado a nuestro lado en el momento de su orgasmo, la cara de la profesora de proyectos cuando le llega el orgasmo, la cara de tu padre cuando llega al orgasmo...es el máximo estado de placer físico y mental al que pueden llegar. Pero entonces, ¿por qué coño seguimos sin luchar por un orgasmo generalizado? Que a nadie le falte orgasmo, regalémoslos, gratis, sin tabúes, sin censuras, en la puerta del metro, en las iglesias, en los colegios...

    ¿Y qué tiene que ver esto con la arquitectura? Bueno, se supone que casi todos los que tenemos y hemos tenido la suerte de leer estos papelajos estudiamos arquitectura. Por lo tanto la arquitectura es una parte de nuestra vida, mayor o menor, mejor o peor. Y habíamos quedado en que el orgasmo ocurre-sucede-está en nuestra vida, ¡y en nuestra vida hay arquitectura! ¡aaaahhh! No, no quiero que con esto os acordéis de la ETSAM en susodicho momento. Más bien al revés, recordemos lo del orgasmo en todos los momentos de nuestra vida, hasta en la MEAME. ¡Brindemos con orgasmos entre láminas A2! Luchemos por orgasmear nuestros impulsos, regalar alegría a los que nos rodean, bañarlos del flujo de la felicidad.

    Imaginad que esa fuera la misión del profesor de proyectos: que sus alumnos llegaran al orgasmo. ¡Cuán diferente sería todo compañerxs! ¿os imagináis al banquero que hizo el Plan Bolonia teniendo un orgasmo? Jamás hubiera redactado una ley en semejante situación. ¿Y lo único que nos jode de ese Plan es que nos quita el poder, el estatus, el honor del arquitecto, a favor del ogro ingeniero? ¡Qué más da, si tenemos el orgasmo! ¡A la mierda el poder!

    Por cierto, ¿dónde estaban todos los arquitectos revolucionarios en el 2005 cuando empezaron las manifestaciones en contra del Plan Bolonia y la mercantilización de la educación?

    Espero que en otro orgasmo...

    Salud y larga vida al espíritu Croque

Pikunieta Runk. 2007.

Hum, la MEAME ha cambiado de rótulo...

Los arquitectos esos estaban aquí

 

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EL ESPÍRITU CROQUE... ¡está en todas partes!

SÉ QUE VOLARÉ

“no me alcanzaréis los muertos
en el propenso río
siempre dispuesto a acostarme
y si acostado siempre dispuesto
a no levantarme
y no me levantaré más

muero subo al cielo
                      gota a gota
en el camino
me encuentro a mí mismo
gota a gota que regreso

resbala la tarde en el mojado día
vuelto de espalda en la lluviosa noche
Sin un poco de rincón de sitio suelo
                          movedizo lento caracol
                                    la vecina noche

sé que volaré
corro en la noche
salto por encima para no hacerle daño
con mi camisón de loco
duermo en camisón para volar de noche y arrastrándome
otra edad entera en los pantanos
con mi fuerte dentadura para nada
tendrás que explicarme por qué estoy ahora aquí
perifrástico de trampas asomado
de palabras para nada
pero esta vez me oirás
me he vestido de ciclista
subiré a la cumbre más alta
y gritaré”

Jorge Oteiza.

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EL ENCUENTRO

    Puedo atravesar la rosaleda del patio por dos caminillos que se cruzan. Una vez dentro me parece más grande y laberíntica, supongo que se debe a los tallos que se elevan metro y medio retorciéndose... Las flores se abren justo a la altura de mi nariz, y en los atardeceres de los días cálidos, el aire es denso y el olor parece una confesión...

    escucho atentamente...

    Las cosas salen a nuestro encuentro sutilmente, el mundo está ahí...

*     *     *

    “Espacio disponible”. Producir rápidamente es una virtud, así nos lo dicen a diario. El trabajo seriado, las intuiciones inmediatas, el proceso... Esa manera de hacer (acorde con los tiempos) es menos dolorosa. Opera en el exterior desde el exterior, con las manos siempre ocupadas, con la visión obligada siempre a un primer plano, delirante...

    Indolora, pero carente de espíritu. Coherente, pero no respira. Creación sin percepción, sin recepción, sin intercambio. En el exterior, desde el exterior... pero encerrados en la superficie, encerrados.

    Las mentes inteligentes competirán en la carrera, sentirán el vigor de su agilidad, la adrenalina en el movimiento. Las almas sensibles se percatarán de la deshumanización de estos procesos, de la huída... cualquier corazón salvaje se rebelará ante el adormecimiento.

    El reto no está ahora en la velocidad ni en la producción ni en la competición, sino en acercarse y mirar a los ojos el mundo, en acercarse lo suficiente para el contacto...

    El reto está en el reencuentro con las cosas. Con lo invisible... (algo que no te aportará recompensa en este sistema). Todo aquello silenciado, obviado... lo que no es razonable, lo que no se vende, lo que no existe...

    Poco tiene que ver con las palabras y con el pensamiento. Todo este artículo es un insulso calco de lo que hablo. La corporalidad se escapa, la vibración se escapa. Es intenso aunque carente de dramatismo. Es fácil, natural. Es dejar de estar solo. De repente.

    En medio de la perversión de lo que está agotado y, agotado, sigue funcionando... en medio de este baile de máscaras, huyo a la rosaleda... -“Temo mi incontrolable sinceridad, mi dificultad para el juego...”- Le confieso.

    No me contesta... y me duele, pero me acerco.

A Bruxa Piruxa. 2007.

 

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