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El Croque  nº 19

(marzo 2007)

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Hay en madrid un árbol enrejado
Por ser contrabandista de alegría
Trajo del monte un aire de anarquía
Por sus ramas en flor y fue juzgado

 

UNA EDITORIAL INCREÍBLE

CROQUE'S NEWS

Opinión

LA NO ARQUITECTURA - LA NO ARQUITECTURA (versión definitiva)

LA HOMOTECIA TERRITORIAL

BONIATOS O PATATAS

CIERRE HERMÉTICO

MÁS LIBROS, MÁS LIBRES

RETRASADOS SOCIALES

TRAMPANTOJOS
 

Terror en la ETSAM

CRÓNICA DE UNA SEGUNDA VIDA

¿HAY VIDA DESPUÉS DE LA ESCUELA?

DIARIOS DE GUERRA

RUEDA DE TORTURA
 

Pazo Words

EL ESPÍRITU CROQUE... : MARAVILLOSA DOMA DEL LOBO ESTEPARIO

EL  CONSULTORIO DE PAZO

TIENES TALENTO...

CIBERCOLABORATIVE: PARODIA #6: LOS FORMATOS REBELDES

EL ELEFANTE NARANJA Y YO


Pierdetiempos

LA POLÉMICAAA #15: VOLANDO VOY

PARTE DE GUERRA #21

ENCICLOPEDIA CROQUEUSSE #15: RUDIMENTOS DE PAZOELECTRÓNICA

EL CROQUEGRAMA #8

EL RINCÓN DE PAZO #14: HOMENAJE A XAZIE

 

UNA EDITORIAL INCREÍBLE

    “La visita se iba prolongando tanto que las palabras vibrantes de los discursos diarios sonaban cada vez más huecas y falsas. Patria, religión, honor, España... empezaban a perder su poder de sugestión. Había días en que los hombres amanecían totalmente desmoralizados. En cierta ocasión, uno de los soldados, en mitad de una pesadilla, comenzó a gritar: “¡madre, madre!...” *

    Cómo le comprendemos...

    Algunos desdichados despiertan y traen la lucidez de sus sueños a la vigilia. O al menos esto es lo que le debe haber pasado a la persona que se ha esforzado en difundir una más que fundada carta de protesta contra el departamento de proyectos.

    ¡A quién se le ocurre quejarse de que los profesores no vengan a clase! Si gracias a eso, puedo encerrarme más tiempo en mi zulo dibujando planos y haciendo fotomontajes inútiles a la par que estúpidos...

    ¡Quién puede pretender tener derecho a una revisión de proyectos! Si el rigor de las correcciones -sólo comparable al tiempo empleado en ellas- es INCUESTIONABLE!

    ¡Cómo se puede pretender que haya un programa coherente en el conjunto de los nueve proyectos! Si un arquitecto tiene que estar preparado para las imprevisibles bases de los concursos...

    Y además, lo extremadamente osado es pedir peras al olmo, espinacas a la encina, nabos a la zarza, queso a la tetilla, pinchos (de tortilla) al puercoespín... En fin Serafín, ¡a dónde vas pidiendo colaboración en los pasillos de este lugar... Pues aquí la tienes:

* * *

CARTA DE PROTESTA CONTRA EL DEPARTAMENTO DE PROYECTOS
a tu disposición en el foro de delegación (profesores de la ETSAM)
Dirigida con tus datos al Defensor Universitario: defensor.universitario@upm.es

* * *

    Por supuesto nosotros ya hemos mandado nuestras quejas, y mira tú, hemos descubierto que tenemos defensor universitario, nosotros que creíamos que esto era una casa de putas... Y aunque dudamos seriamente que un organismo de la Politécnica sea capaz de resolver problemas internos... os animamos a colaborar, por lo menos, para que no digan que estamos muertos y callados como perras.

    Eso sí, nosotros siempre preferiremos la acción directa, un modo más... íntimo de contar las cosas.

El Croque. Febrero de 2007.

* Óscar Esquivias. “La ciudad del Gran Rey”

CROQUE’S NEWS

   

    ATENCIÓN ATENCIÓN ¡Se ha visto un forjado sanitario fuera de una diapositiva de la clase de Construcción! Se han disparado las alarmas del departamento de Proyectos y se ha dado la orden de busca y captura. Según informes filtrados del Departamento, dicho forjado está considerado como muy peligroso: VA ARMADO. Encima, atenta contra la estética y el buen gusto de las secciones destructivas.

    Se ofrece jugosa recompensa a todo estudiante de arquitectura que pueda aportar información o cotas al respecto (aunque lo dudamos mucho). Dicha recompensa consta de un lote de catálogos de 2005 de Cerámicas de Talavera y de Aglomerados “jai-tec” de Industrias Galapagar.

    La entrega del forjado se premiará con UN PUTO AÑO trabajando de gratix en el estudio de Negra Sefué y de JGDyU...eink? ¡Felicidades!

    Al margen de lo anterior, AGUSTO presenta su nueva colección primavera 2007 de almendras garrapiñadas. Por supuesto, todos los lectores del Croque (excepto los que hacen sólo el croquegrama) están invitados a la degustación: ¡Pide tu almendra con tu Croque!

 


EL CONSULTORIO DE PAZO

    - Hola gentes del croque, vivo obsesionado con el “espacio disponible” del patio de la escuela... ¿dónde están las estupendas sombrillas coloreadas con alas de mariposa que ganaron el concurso? ¿Y el césped? ¿Y los árboles? ¿Y la gente feliz y sonriente?

    - Están en el invisible. ¿Qué es? Bueno, las sombrillas no se ponen solas, sólo se pueden imaginar. Eso es el invisible. Para que aparezcan hay que traer muchas sombrillas pequeñas de colores, como las de las copas de los cócteles guays. Entonces hay que plantarlas en el espacio ese; si no hay césped pues en macetas, aunque mejor en el suelo verdadero. Entonces hay que regarlas con agua a la que se le haga un ritual, un canto o algo para que crezcan. Y siempre con luz de luna.

    - Estoy intrigadísima con el monumento de Mª Teresa Valcarce que dibujaste en el rincón de Pazo hace unos años. ¿Qué significa?

    - El monumento de Maria Teresa es un homenaje a ella porque es lo que es, es un monumento, no es real... Parece una persona que da clases pero es mentira, es un monumento.

    Envía tus consultas a Pazo a través de nuestro correo elcroqueweb@hotmail.com

El Croque & Pazo. Noviembre de 2006.

@-© 2007 suspensoenproyectos editons. (Foto)copia y difunde.

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LA NO ARQUITECTURA

Por problemas editoriales no salió publicada la última versión de este artículo, sino una más antigua.
Para deleite de los fans de la Bruxa Piruxa publicaremos ambas desde esta web:

Versión publicada en el Croque 19 - Versión definitiva

    Las palabras de Alejandro de la Sota se proyectan a diario en la biblioteca: un estudiante de arquitectura debe distinguir, al acabar la carrera, lo que es de lo que no es arquitectura.

    Veía en esa frase la noble intención de querer a alumnos con criterio, con pensamiento propio, con capacidad crítica.

    Ahora comprendo mi ingenuidad. Mantener que las burradas que se construyen en este país no son arquitectura tiene un solo objetivo: el escaqueo, la falta de compromiso, evadir responsabilidades y ocultar la vergüenza. Nuestro gremio no quiere reconocer que no sólo está relacionado, sino que se vende argumentando que cualquier otro lo haría y que es lo que pide la sociedad.

    Un ejemplo de las influencias del gran maestro lo podemos ver en un artículo de Galiano, publicado el pasado 8 de enero en el País, titulado “Exorcismos urbanos”. (Ya de paso recomiendo su lectura)

    Por un momento creí lo que decía. Que los actuales planes urbanísticos eran reflejo de nuestra sociedad consumista, superficial y hedonista. Que los problemas de la construcción y la eufórica ocupación del territorio no iban a solucionarse encarcelando a un par de políticos corruptos, y que la raíz del problema estaba en nuestra propia cultura, en cada uno de nosotros, en el pequeño especulador que llevamos dentro.

    Cierto. Todo lo dicho en su artículo, a mi juicio, es verdad (exceptuando la insinuación de que la fáustica relación entre la arquitectura y el poder sea agua pasada, ehem...). Pero se dejó mucho en el tintero. Eché en falta la autocrítica, la lucha y la resistencia sin escudarse en la resignación, en cómo funciona el mundo, en la actuación de otros países. Dubai está fuera de nuestro alcance, está claro. Pero los pequeños municipios de nuestro país, no. Y nadie mueve un dedo. Ningún arquitecto se planta al respecto. No aspiro a una gran revolución, sólo a luchar por la justicia desde lo más cercano, desde lo más inmediato y pequeño. Pero nadie mueve un dedo.

    Habló de urbanismo sin mencionar a los arquitectos, como si no tuvieran nada que ver en todo esto. Como si no diseñaran, proyectaran y firmaran los proyectos. Asumió antes su parte de culpa como ciudadano que como arquitecto. Como ciudadano, su culpa es general y anónima. Es mucho más conveniente que asumir la culpa como profesional, que conlleva responsabilidades civiles.

    Obviamente no le estoy acusando particularmente a él, por supuesto, pero qué menos que aceptar que nuestro gremio se ha montado como cualquier otro en el tren del dinero fácil, cediendo a presiones externas y haciendo mal su trabajo. Qué menos que aceptar que la sensibilidad que se presupone a nuestra profesión es puramente estética.

    Está claro que hay una gran inercia social que nos lleva a suburbios de baja densidad; a la vez que existen razones de “desarrollo económico regional” para la creación de campos de golf en la costa.

    La cuestión está en dejarse arrastrar por la inercia (y sacar tajada de paso) o intentar defender los principios profesionales.

    Es que eso no es arquitectura... Esta frase está tan profundamente arraigada en el subconsciente de los arquitectos españoles, que parecen vivir en dos realidades paralelas: su arquitectura se exhibe en el MOMA de Nueva York, como ejemplo, como vanguardia; mientras que es denunciada en la ONU como la “arquitectura del miedo”, de la segregación, de la polaridad entre los enclaves residenciales fortificados y los barrios marginales de las grandes ciudades.

    ¿De qué arquitectura hablan en el museo? ¿Acaso muestran los PAU de Madrid, los tremendos bloques de la costa Mediterránea, las promociones de 5000 viviendas adosadas en pueblos de 200 habitantes? ¿Muestran los zulos (también llamadas estudios) de 15m2 por 600 euros de alquiler en Madrid?

    No, eso “no es arquitectura”. La arquitectura es elevada y habla, como el arte, de la verdad. Habla de lo contemporáneo, de lo actual, busca la conciencia del presente.

    Como persona de a pie y como futura arquitecta, me pregunto: ¿De qué verdad están hablando exactamente? Ah, claro, lo olvidaba... Todo eso no es arquitectura. Aunque colme sus cuentas bancarias y les proporcione el nivel de vida suficiente para ir al teatro, a la ópera, a exposiciones... reunirse con otros arquitectos y preguntarse, en términos críptico-arquitectónicos, acerca de la verdad. Insisto: ¿qué verdad?

    Distingamos pues, la arquitectura de la no arquitectura. Ignoremos en las escuelas la no arquitectura, puesto que “no existe”. Seamos Belle de Jour.*

    Siempre la arquitectura ha estado del lado del poder. No han existido jamás movimientos underground, marginales y rebeldes como en otras disciplinas artísticas. No han existido propuestas desde el discriminado, desde el explotado, desde el débil. No se han alzado gritos de protesta. El arquitecto no sabe qué es eso; con o sin talento, nobles o capullos, han gozado de prestigio social, viviendo en la pompa de jabón característica de todo snob. Esa es la razón de la doble vida de la construcción en este país: expuestos como ejemplo en el MOMA y denunciados por la ONU.

    Y en la escuela se sigue este modelo esquizofrénico. Dual. Polarizado. Alejado de la realidad y de las necesidades de la sociedad. ¡Bravo!

    Leí un chiste el otro día en la gaceta universitaria que decía: ¿cuál es el colmo de un arquitecto? Y el colmo... era ... construir castillos en el aire.

A Bruxa Piruxa. 2007.

¡al cine a verla ahora mismo!

*: Belle de jour, obra maestra de Buñuel

@-© 2007 suspensoenproyectos editons. (Foto)copia y difunde.

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LA NO ARQUITECTURA

Por problemas editoriales no salió publicada la última versión de este artículo, sino una más antigua.
Para deleite de los fans de la Bruxa Piruxa publicaremos ambas desde esta web:

Versión definitiva - Versión publicada en el Croque 19

    Las palabras de Alejandro de la Sota se proyectan a diario en la biblioteca: un estudiante de arquitectura debe distinguir, al acabar la carrera, lo que es de lo que no es arquitectura.

    Veía en esa frase la noble intención de querer a alumnos con criterio, con pensamiento propio, con capacidad crítica.

    Ahora comprendo mi ingenuidad. Mantener que las burradas que se construyen en este país no son arquitectura tiene un solo objetivo: el escaqueo, la falta de compromiso, evadir responsabilidades, ocultar la vergüenza.

    Nuestro gremio no quiere reconocer que no sólo está relacionado, sino que se vende argumentando que cualquier otro lo haría y que es lo que pide la gente. Es decir, que los actuales planes urbanísticos son reflejo de nuestra sociedad consumista, superficial y hedonista, y que la raíz del problema está en nuestra propia cultura, en cada uno de nosotros, en el pequeño especulador que llevamos dentro...

     Vamos, como si los arquitectos no tuvieran nada que ver en todo esto, como si no diseñaran, proyectaran y firmaran los proyectos, como si los planes surgieran espontáneamente desde el deseo del ciudadano hasta su materialización.

    Aceptémoslo, nuestro gremio se ha montado como cualquier otro en el tren del dinero fácil, cediendo a presiones y haciendo mal su trabajo. Aceptémoslo, la sensibilidad que se presupone a nuestra profesión es puramente estética y abstracta.

    Es que eso no es arquitectura... Esta frase está tan profundamente arraigada en el subconsciente de los arquitectos españoles, que parecen vivir en dos realidades paralelas: su arquitectura se exhibe en el MOMA de Nueva York, como ejemplo, como vanguardia; mientras que es denunciada en la ONU como la “arquitectura del miedo”, de la segregación, de la polaridad entre los enclaves residenciales fortificados y los barrios marginales de las grandes ciudades.

    ¿De qué arquitectura hablan en el museo? ¿Acaso muestran los PAU de Madrid, los tremendos bloques de la costa Mediterránea, las promociones de 5000 viviendas adosadas en pueblos de 200 habitantes? ¿Muestran los zulos (también llamadas estudios) de 15m2 por 600 euros de alquiler en Madrid?

    No, eso “no es arquitectura”. La arquitectura es elevada y habla, como el arte, de la verdad. Habla de lo contemporáneo, busca la conciencia del presente.

    Yo me pregunto:  ¿De qué verdad están hablando exactamente? Ah, claro, lo olvidaba... Todo eso no es arquitectura. Aunque colme sus cuentas bancarias y les proporcione el nivel de vida suficiente para ir al teatro, a la ópera, a exposiciones... reunirse con otros arquitectos y preguntarse, en términos críptico-arquitectónicos, acerca de la verdad. Insisto: ¿qué verdad?

    Distingamos pues, la arquitectura de la no arquitectura. Ignoremos en las escuelas la no arquitectura, puesto que “no existe”. Seamos Belle de Jour*.

    Siempre la arquitectura ha estado del lado del poder. No han existido jamás movimientos underground, marginales y rebeldes como en otras disciplinas artísticas. No han existido propuestas desde el discriminado, desde el explotado, desde el débil. No se han alzado gritos de protesta. El arquitecto no sabe qué es eso; con o sin talento, nobles o rastreros,  han gozado de prestigio social, viviendo en la pompa de jabón característica de todo snob.

    Esa es la razón de la doble vida de la construcción en este país: expuestos como ejemplo en el MOMA y denunciados por la ONU.

    Y en la escuela se sigue este modelo esquizofrénico. Dual. Polarizado. Alejado de la realidad y de las necesidades de la sociedad. ¡Bravo!

    Leí un chiste el otro día en la gaceta universitaria que decía: ¿cuál es el colmo de un arquitecto? Y el colmo... era ... construir castillos en el aire.

A Bruxa Piruxa. 2007.

¡al cine a verla ahora mismo!

*: Belle de jour, obra maestra de Buñuel

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LA HOMOTECIA TERRITORIAL

    La escala es algo importante. Todos los que alguna vez han tenido que diseñar o proyectar algo lo saben. Normalmente, son los objetos los que se diseñan a escala de un usuario, una calle, un entorno... aunque a veces, los objetos se adueñen del entorno y la relación de escala se pierda.

    Todo el mundo en la MEAME, pero especialmente los venidos de provincias, lo sabían: Madrid había crecido mal. En clase de Historia del Urbanismo lo repetían siempre. Desde los años 60, se había dedicado a convertir a los pueblos de su alfoz en ciudades dormitorio para paliar la falta de parcelas baratas en su propio término municipal. Evidentemente, la inmensa mayoría de estos nuevos barrios nunca formaron parte de la ciudad primitiva, sino de su área metropolitana: impensable llegar andando a ellos. Para conectarlos con Madrid hubo que aplicar los desgraciados principios del urbanismo automovilístico por el cual los enormes barrios quedaban separados por vías de alta capacidad y dependían de los centros comerciales para sobrevivir. Hectáreas y hectáreas de terreno se dedicaron a construir trocitos de ciudad de apariencia consolidada pero sin ligazón alguna con la realidad.

    Al mismo tiempo vino el colapso de las infraestructuras. Todas las autovías que se construían sufrían los mismos e inevitables atascos. Daba igual cómo se ampliara la red. El transporte público tampoco iba mucho mejor: a falta de red de ferrocarriles regionales, el Metro había prolongado sus líneas urbanas hasta desfigurarlas y convertirlas en interminables rosarios de paradas. La red de Cercanías había funcionado como metro–exprés a costa de quitarle el sitio a todos los demás trenes; y éstos se habían eclipsado en beneficio del AVE.

    Cuando el tren de alta velocidad apareció las cosas empeoraron. Convertida la provincia de Madrid en un tejido amorfo de pueblos hipertrofiados, el cáncer de su crecimiento se extendió por los alrededores, en ávida busca de células urbanas sanas por las que desarrollarse. Todas aquellas ciudades que quedaron a menos de una hora de la capital fueron trituradas y absorbidas por ésta.

    Todos los modos de transporte que reflejaban la antigua realidad de las provincias separadas fueron cancelados. Las ciudades que, como Ávila, no fueron agraciadas por el sorteo quedaron marginadas y ensombrecidas por el tamaño que estaba adquiriendo el monstruo. Los demás pueblos grandes sencillamente desaparecieron.

    Finalmente la homotecia se completó. El cambio de escala había sido tal que el Ministerio de Fomento autorizó la absorción de Renfe Operadora por el Metro de Madrid, pasándose a llamar MetroSpaña. Había otras empresas, pero el símbolo brilló con la fuerza de la Verdad.

    Todos en la MEAME sabían también que aquello no era sostenible y no podía durar. Cuando se hizo público que se había alcanzado el punto máximo de producción de petróleo, su precio se disparó y el mercado automovilístico quebró. El transporte por carretera se vino abajo, ahogado en costes imposibles de aforar y preso de un tozudo declive de la disponibilidad de combustible. La necesidad de ahorrar energía había obligado a realizar una homotecia inversa mucho más rápida y drástica que la llevada a cabo durante los 150 años anteriores.

El maquinista de la Particular. 2007.

Panto - grafo: "Que lo dibuja todo"

There is a train...
 

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BONIATOS O PATATAS

    En un mundo como éste, donde los ideales ya no son más que estética y las banderas simples trapos de colores (¿alguna vez fueron otra cosa?) es extraño ver como todos seguimos fingiendo hacer nuestra minirrevolución con cualquier chorrada; y del mismo modo, cualquier bocazas intenta bajarte de la burra como si tu camino llevara a algún lugar alejado, cuando sólo vives de la estética.
    Cualquier ideal que avanza más allá de “todos iguales y no hay pobres” normalmente se ahoga en su propia praxis, y es esto lo que anima a los bocazas a argumentar en tu contra con todas sus razones
    (¡¿es que aún hay gente que no sabe que la razón la inventó el hombre?!).
    Frenar cualquier posibilidad de cambio, aunque a ellos les dé lo mismo, produce una especie de gustillo en todo bocazas que cuando ve fracasar alguna iniciativa ingenua escucha en su interior una suave voz que le repite: lo sabía, lo sabía, lo sabía…

    Sin embargo, como este mundo sigue siendo la mansión de lo sorprendente, de vez en cuando suceden cosas que no tienen explicación.
   
Es mi abuelo uno de estos sabios cargados de razones. La razón (que inventó el hombre) explica todo lo que se imagina; y su razón lo explica todo aún mejor. Pero, para su desconcierto, existen cosas que aún no ha podido explicar.
    Una de ellas aconteció en los tristes años de la guerra civil española, durante los cuales la comida escaseaba y sólo se distribuían determinados alimentos para la población civil. Uno de estos alimentos eran los boniatos, que para los que no lo sepan, son como una especie de patata dulce que ahora sólo te venden en los puestos de castañas asadas por tres euros.
    Los boniatos eran un sustituto de la patata, que no se podía encontrar en los mercados. Entonces el enigma es el siguiente: ¿Cómo es posible que en un país en guerra dónde no se cosechaba desde hacía dos años, crecieran boniatos y no patatas? ¿Desde cuando la producción de boniatos fue tan grande como para alimentar a Madrid entero? Y lo más misterioso de todo, ¿Dónde estaban las patatas?

    Por si cabe alguna duda, lo que quiero exponer es que no todo se puede predecir. Seguramente, si en el año treinta y seis le dicen al ingeniero de turno que en dos años la gente comerá boniatos a diario, afirmaría rotundamente que tal cosa no sería posible porque la producción tal, y las semillas cual, y suspendería a los alumnos que citaran a los boniatos en los exámenes de septiembre.

    El otro día un compañero me dijo que un profesor de diseño del jardín argumentó porqué el uso de la bicicleta en Madrid como transporte alternativo no era viable. El tráfico, las cuestas, la gente, unas cuantas razones convincentes. Pues yo digo que en unos años comerá boniato.

Albaralto. 2006.

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CIERRE HERMÉTICO

    Ahora que todo ha terminado una vez más, me siento bien. Siento esa estabilidad que uno tiene cuando piensa que nada está perdido y que no le ha ido mal. Estoy contento por haber salido de ésta entero y sin rasguños, esquivando lo malo y chupando de lo bueno a mi manera.
    Sin embargo no quiero olvidar. Ya se ha repetido muchas veces lo mismo y estoy seguro de que se volverá a repetir. La duda y el vacío, los días grises y las miradas afiladas. Para entonces nadie me va a joder. No.

    Es difícil mantenerse flotando en el espacio-tiempo sin agarrarse firmemente a lo social. A lo que debieras ser y hacer. Por eso, cuando el subidón se transforma en bajón no me queda nada a lo que agarrarme y sólo tengo los juicios de los demás, su mirada y su opinión.
    Creo ver en ellos un espejo para mirarme a la cara y reafirmar lo que hago, pero casi nunca encuentro cosas que me gusten y me ayuden, sino más bien retratos monstruosos de mí mismo marcados con prejuicios y sucios desechos mentales.

    El espejo está sucio.

    Todos buscamos de algún modo aceptación y normalmente, como suele pasar con otras cosas, aquellos que se esfuerzan en rechazar algo son precisamente los que más lo necesitan.
    Me cuesta entender cómo en una carrera tan larga y sacrificada podemos llegar a ser tan insolidarios con los demás cuando nosotros mismos lo estamos pasando mal; y me refiero a las tensiones que se viven entre estas paredes los días previos a las entregas. Las situaciones límite transforman a las personas y destapan sus miserias. Esos días se descubre que el número de miserables es altísimo.
    Del mismo modo, la competitividad se exagera hasta conseguir que juzguemos el trabajo de los demás como algo despreciable y siempre inferior a lo nuestro, situación que por otro lado no hace otra cosa que exhibir nuestras inseguridades y prejuicios. Odiamos que nos juzguen, por eso juzgamos a los demás. Odiamos que infravaloren nuestro trabajo y nuestro esfuerzo, por eso despreciamos el de otros… algo no encaja.

    La escuela y la sociedad están produciendo perfectos arquitectos. Sí, de ésos que hacen trampas en los concursos. De ésos que son siempre los mejores y nunca fallan. Arquitectos triunfadores siempre. Suena a oferta irrechazable pero cuando descubres lo que la verdad esconde comienzas a asustarte; ¿será esto ser grande? ¿o más bien estoy aprendiendo a ser un miserable?
    Llegado este momento sólo me queda rechazar vuestra oferta. Correr y escapar de esos pensamientos negativos. Escapar del odio y la envidia. Construir un cierre hermético para vivir al margen de todo, protegido de vuestros juicios y miradas. Protegido de esos comentarios. Y sobre todo protegido de mí mismo.

La Paja. 2007.

Esto no es normal

El espejo está sucio

 

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MÁS LIBROS, MÁS LIBRES

    ¡Qué tal, queridos etsameadores!

    Hoy la típica clase de incitación a la cultura no-miesiana, que no todo son láminas de agua ni espacios polimasturbados... Pues sí, ahí os van algunas referencias para ver si alguien se anima en esto de la vida-realidad extra-avenida Juan de Herrera.

    Para empezar, porque sé que en el fondo algo os gusta, mencionaré los típicos libros que nos recuerdan siempre en la escuela relacionados de algún modo con esta carrera:

    - Vivienda: especulación & okupacioak (Likinianoren Altxorra 15): Analiza el fenómeno de la vivienda, y da posibles soluciones a este problema social como lo es la ocupación y la autoconstrucción (sí, yo mismo, ala, me puedo hacer un tenderete, jo, manchándome, buf)

    - Urbanismo y ecología en Cataluña 1901-1937 (Eduard Masjuan Bracons, Ediciones Madre Tierra): Muestra y demuestra la tendencia que existió en Cataluña en el primer tercio de S. XX, un urbanismo organicista y social, asambleario y popular, autogestionado y ecológico, en fin, todo lo que hacen los urbanistas de hoy...

    - Hágalo usted mismo (Círculo de Lectores): para los que se dieron cuenta de que ni Obra gruesa ni Obra interior te van a solucionar la vida como supuesto diseñador de OBRAS, ahí va este práctico manual (no os asustéis, siempre podréis pasárselo a la subcontrata)

    Para que la clase no sea tan dura, ahí van unas citas de carácter más amplio (y no sin bellas descripciones arquitectónicas), con las que comprender un poquito hacia dónde dirigimos este mundo:

    - 1984 (George Orwell): ¡éste te suena, eh! Aquí conocerás los orígenes del Gran Hermano, ese ser superior que nos domina y al que nos sometemos. La realidad que vamos viviendo se asemeja cada día más a la pesadilla de Orwell.

    - Un mundo feliz (Aldous Huxley): el mundo en el que todo está programado al segundo, todo controlado, todos consumidores de felicidad, y todos tristemente deshumanizados. Junto con 1984 hacen una buena película de la sociedad que este sistema trata de conseguir.

    “La educación siempre busca un objetivo, y este objetivo depende del concepto de persona que tengamos y de la sociedad que deseemos construir”

    Que Zaha bendiga tus pliegues. Salud.


Pikunieta Runk. 2007.

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RETRASADOS SOCIALES

    En un capítulo de Anatomía de Grey, una médico concluyó que el hospital era un instituto con bisturís. Habían dedicado su juventud al estudio, y se habían estancado emocionalmente en los 17 años. Vaya, me resultó muy familiar...

    Altas capacidades intelectuales, y bajas bajísimas capacidades emocionales y sociales. Este tipo de “deformidades” (al igual que las físicas, como los cuerpos extremadamente delgados) son consideradas hermosas y atractivas en nuestra sociedad. Los personajes atormentados, neuróticos, histéricos, deprimidos... pero con éxito profesional, son mostrados en el centro, como interesantes, excepcionales... son los reyes de la pasarela.

    Este tipo de desajustes, aunque atípicos, se presentan generalizados también en la Escuela. ¿Por qué se generalizan? Porque lo exagerado está de moda, lo extremo, lo deformado... porque es moderno, por querer ser lo más, porque nos dejamos arrastrar en la masa enferma contemporánea.

    En una breve y torpe intromisión en la psicología (vía Google), voy a distinguir los conceptos de edad cronológica, edad intelectual y edad emocional.

    La edad cronológica se corresponde con nuestra edad física y oficial. La edad intelectual se refiere a las capacidades intelectuales como el razonamiento abstracto, el lenguaje, la memoria, la cultura, los conocimientos, la capacidad de síntesis...etc. La edad emocional es el pilar que realmente sustenta nuestra vida. No sólo aceptar, asimilar y resistir emociones de todo tipo (no solamente trágicas). Si no que se refiere a la capacidad de enfrentarse a problemas, superar dificultades, tomar decisiones, adquirir compromisos, conocerse a uno mismo con sus virtudes y sus limitaciones, atreverse a los cambios o también aprender a superar los miedos.

    El equilibrio entre las tres edades es fundamental. El crecimiento perfectamente armónico es imposible, pero debería ser el ideal. El desequilibrio genera torpeza, bloqueos y mucha frustración. No es verdad que sean los reyes de la pasarela.

    En la serie hablan del sufrimiento por comprender e intuir lo que no están capacitados para asimilar emocionalmente. No deberían refugiarse aún más en la fortaleza intelectual, aumentando la distancia y extremando el desajuste. Tampoco nosotros.

    La intelectualización excesiva acaba desnaturalizando comportamientos y emociones normales y cotidianas. Pensar las cosas demasiado no es signo de talento, qué va... sino de pensar más que sentir. El miedo a nuestra debilidad emocional (nuestro talón de Aquiles) hace un abismo de la brecha, apoyándonos aún más en el raciocinio, y enfrentándonos a las emociones desde el razonamiento. Suena a arquitectura... ¿eh?

    Los desajustes internos nos impiden movernos con soltura. Como si al caminar no tuviéramos las piernas coordinadas de modo espontáneo, y supusiera un esfuerzo de concentración el complejo mecanismo de cuádriceps, rodilla, gemelos y tobillo.

    Sólo quiero insistir en la importancia de la armonía. En no ceder a la deformación (física y psicológica) a la que nos invita la televisión, los medios en general y la sociedad. Hay puertas abiertas por doquier para tu avance intelectual, y una gran ignorancia y falta de interés hacia el crecimiento emocional. No genera dinero, no se valora, no interesa y por supuesto no crea personajes llamativos para series de televisión.

    Sólo por nosotros, busquemos nuestro equilibrio. Recuperemos la naturalidad, y salgamos a bailar.

A Bruxa Piruxa. 2007.

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TRAMPANTOJOS

    Voy por la ciudad y todo me parece feo. Debe ser uno de esos días malos que tengo, pero el caso es que parece que va a llover y que las casas están grises y pesadas. Esas casas normalitas, de las que se pueden clasificar por décadas: años 60, años 70, años 80...

    Muchas de esas casas están pegadas a otras antiguas, que aunque estén cayéndose a puros cachos siempre parecen más bonitas –o entrañables– que las modernas. Casas antiguas que por otra parte no dejan de ser casi clones, hechas con el mismo sistema constructivo y que sólo se diferencian en el color del enfoscado y en los cuatro bajorrelieves de escayola que decoran los balcones. Como estamos en Madrid, a veces aparece alguno de esos caprichos decimonónicos de ladrillo visto, que incluso pueden ser de mentirijillas porque están hechas de plaquetas, pero que lucen invariablemente un envidiable aspecto.

    Sin embargo, rara es la casa de hoy que quede bien de verdad, haciendo ciudad como lo hacían aquéllas. Curiosamente, casi todas son de ladrillo visto. Y tienen siempre un no-sé-qué que las hace feotas, apagadas, obcecadas, tristes, estandarizadas, fuera de escala, apagadas,... al margen de cómo sean por dentro. Hay que tener en cuenta que soy de una generación que se ha criado en casas como ésa y que las conoce a la perfección en sus detalles y en sus miserias. La generación del techo a 2,50 m y la ventana doble de aluminio anodizado. Quizá por eso se me hagan entrañables casas como la de mi abuela, que en la escuela parecen tan abominables sólo porque la estructura no era de hormigón armado y tenían una bañera más grande que la despensa cuando lo actual es tener una cabina de hidromasaje.

    En fin. A lo que iba. Miro todas esas fachadas –porque para el peatón no son más que eso: fachadas– y luego me viene a la cabeza, maliciosamente, un señor bajito con una carpeta llena de los planos de esas mismas fachadas. Y qué diferencia, oye. Ni punto de comparación. Todos esos edificios parecen otra cosa, me gustan, querría verlos así. Perspectivas llenas de gestos de delineante profesional, hechas a tiralíneas, sugerentes macetas en las terrazas, llamativos detalles en las barandillas. Estilo.

    No puede ser. Algo ha fallado, seguro que el proyecto cambió y variaron el material de la fachada. Pero no, en la memoria lo indica claramente: medio pie de ladrillo caravista marca tal o cual de color marrón, blanco o ya en los 90, incluso azul cobalto. Brillo o mate. ¡Y el caso es que coincide! Sin embargo el dibujo es bonito y el resultado un horror. A cualquiera que le pregunte me dice lo mismo, hay un extraño consenso en torno a esto. Los arquitectos de verdad también coinciden, pero no entran en detalles porque está por debajo de su umbral de sensibilidad. Van en taxi y sólo pasean por Serrano, o algo así.

    Esto más que interesarme me preocupa. Una de dos. O somos unos viles mentirosos o algo pasa con el dibujo de la arquitectura que no controlamos y que nos destroza los proyectos. ¿Por qué hacemos edificios tan feos, pudiéndolos hacer tan bonitos?

    Las casas de antes quedaban igual de bonitas en los planos que en la realidad, y eso da mucho que pensar. Será que nuestro cansancio existencial se vuelca directamente de nuestra cabeza a la construcción, tras maquillar mínimamente los dibujos para que no salgan corriendo los del ayuntamiento.

    Algo hay que hacer con esto. Me preocupa, repito. Y además tiene mucho que ver con lo que me interesaba de la arquitectura antes de empezar la carrera.

El maquinista de la Particular. 2007.

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CRÓNICA DE UNA SEGUNDA VIDA

    Desconectan la electricidad y se apagan las luces. Y todo se hace oscuro, todo menos las caras de los estudiantes motivados de arquitectura, iluminadas por los portátiles que echan humo de tanto tiempo que han estado encendidos. La imagen es curiosa. Los flexos y las lámparas dejan de alumbrar las largas mesas de trabajo del aula de estudio y de repente, saliendo de cada puesto de trabajo, hay una cara que surge de la nada, iluminada por baterías casi perennes; aún reflejándose en sus miradas Autocades, Archicades y algún que otro programa un poco menos “arquitectónico”. Las paredes, decoradas con renos pintados a plantilla y el espacio invadido por estructuras casi etéreas hechas con papel de embalaje son escenario común de mis días en el Norte de Europa. Son las siete de la tarde y dentro de unos minutos se celebrará un proyecto / evento en la universidad. Unos alumnos de mi clase de la escuela de arquitectura proyectan una película en Second Life simultáneamente a una proyección real, entrelazando los dos mundos, creando vínculos y deshaciendo fronteras. Eso no es arquitectura pero les dan créditos, ¡les dan títulos! Por supuesto que no es arquitectura. Pero eso qué más da.

    A mi alrededor pululan máquinas que fabrican bolsos con bolsas de plástico, animadas por energía eléctrica, globos que hacen paredes flotantes en barrios degradados, maquetas de faros en medio del Báltico y textos de arquitectura Maya. Nada es normal. Todo es distinto, todo se mueve con un ritmo diferente. Los alumnos siguen trabajando. Son ya las siete y cuarto; algunos llevan en la escuela desde las diez de la mañana, otros llegaron antes pero ya se han ido. Aquí, las clases son etéreas y los profesores se limitan a dar tutorías, corregir tus proyectos y conseguir ponentes para charlas. No le dedican mucho tiempo a la docencia, pero el tiempo que le dedican se lo toman en serio. No son tus amigos, ni intentan parecerlo. Son meramente profesores, y les importa tu proyecto, no tu futuro como persona. Tampoco tienen potestad para decidir sobre el bien y el mal, sobre quién vale o quién no vale. Ni creen que dan sus clases en la MEAME.

    Ahora recogemos nuestros portátiles y vamos a ver esa película interactiva en Second Life. Son las siete y media. Todo lo que pretendemos es ayudar a nuestros compañeros con su proyecto y asistir a su experimento. Cada uno de nosotros trata de entender ese mundo virtual, aproximarse a él de distintas maneras y desenvolverse en él con distintas estrategias. Seguramente no tenga que ver con la arquitectura. Yo no pretendo convencer a nadie, ni tampoco que nadie me entienda a mí o al curso. A mí me da igual que no hable de forjados, me da igual que no hablen de estructuras, ni de ladrillos. Aquí, en Second Life, los ladrillos son texturas, transposiciones virtuales de limitaciones reales pertenecientes a un mundo diferente. En lo virtual todo son papeles pintados. La arquitectura aquí son papeles pintados y diseños fantasmas. Y todo el mundo puede ser arquitecto, todo el mundo tiene derecho a construir sin necesidad de profesionales que vendan sus diseños y su charlatanería. Posiblemente por esto último lo que ocurre aquí, en la quinta dimensión, no es arquitectura. Pero entonces, ¿Qué es? ¿Sólo es arquitectura un maravilloso juego de volúmenes unidos bajo la luz? ¿O el cálculo de estructuras lógicas y perfectas? ¿O la conjugación de materiales coherentes? ¿O todas ésas? ¿O ninguna? Pues sinceramente, me la trae floja.

    En contra de esa extraña creencia popular, la arquitectura no es la profesión más completa del mundo. Al menos en la ETSAM y en el siglo XXI, donde nos enseñan muy poquito; pero siempre nos quedarán los libros y la gente, las palabras y los gestos. Y hasta ahí perfecto; la universidad no está para inyectarte conocimientos, sino para despertarte las ganas de buscarlos y aprenderlos. Pero en esta escuela nos creemos que lo podemos saber todo, que después de asistir a clases de Estructuras y Construcción, de Urbanismo y Proyectos, de Materiales y de Historia, vamos a saber de todo, o, en palabras más precisas, podríamos llegar a saber de todo. Y eso es mera ignorancia. En la MEAME nadie sabe lo que es la arquitectura. ¡Que no! ¡Que las verdades absolutas no existen! Allí hay simplemente un grupo pequeño de definiciones que vuelan de un sitio a otro y se pelean. ¡Pero son tan pocas! Y aún así, nos creemos que son casi las únicas. ¿Y qué tienen de malo el papel pintado y el diseño fantasma? Pues lo mismo que los juegos maravillosos de volúmenes. Nada. Pero todo eso carece de importancia.

    Abre la mente y escucha. Alguien habrá en alguna de esas dimensiones, reales o virtuales, con algo interesante que decir. Alguien habrá por ahí sin prejuicios ni complejos. Abre bien los oídos y deja que te revienten de texturas falsas, irreales y vacías, que eso también puede ser arquitectura.

Ahumm. 2007.

¿desde cuándo la utopía es un hipermercado?

Esto no sé si es Second Life o un fotomontaje ETSAMico...
 

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¿HAY VIDA DESPUÉS DE LA ESCUELA...?

    Desde hace unos meses, siento una sensación extraña. Me siento como el preso que está a punto de cumplir condena y va a salir a la calle después muchos años. Efectivamente, como muy bien supone el lector, voy a salir a la calle tras diez largos años en la escuela. Podría haber salido en cinco, lo sé, supongo que se ha debido, más que nada, a mi “mala conducta”. Digamos que no siempre les he dicho a los profesores, y sobre todo a los de proyectos, lo que ellos querían escuchar por parte de un alumno.

    Pues sí, para envidia de otros reclusos, me queda una asignatura para cumplir condena. Aun así, soy consciente de que no debería cantar victoria tan pronto. Al más puro estilo del caso “De Juana Chaos”, la escuela podría tener reservado para mí un plus desde ocho meses hasta tres o cuatro años más de condena. Y mucho me temo que esta vez lo de la buena conducta no tiene nada que ver con el posible alargamiento de la pena. De nuevo felicito al lector por descubrir que mi última asignatura no es otra que el Proyecto de Fin de Carrera. Esa mierdecilla de tres créditos. Aquí desgloso cinco buenos motivos que convierten a esta asignatura en algo pernicioso para el alumno.

    El Cero: Produce una profunda indignación. Suficiente hemos trabajado ya todos durante toda la carrera como para tener que demostrar nada a nadie.

    El Primero: La represión que el departamento de proyectos ejerce sobre todos los demás departamentos, ya no sólo en todos los cursos, sino también, como no podría ser de otra forma, sobre el fin de carrera. Haciendo gala de su poder, el departamento de proyectos obliga al alumno a que el tema de su fin de carrera sea un tema proyectual. En otras palabras, si el alumno quiere desarrollar en su fin de carrera un estudio estructural, o constructivo, o sobre instalaciones, o sobre cooperación para el desarrollo, etc., …., sencillamente no puede, porque el tutor de su fin de carrera debe pertenecer obligatoriamente al departamento de proyectos. Hoy por hoy es imposible que un profesor de cualquier otra materia, véase estructuras, sea tutor de un PFC. La ETSAM es la única escuela de la politécnica que consiente esto.

    El Segundo: El tiempo que uno invierte en ir en busca y captura del tutor de proyectos que finalmente ha elegido. Conozco casos de varios meses, y no estoy hablando de Navarro Baldeweg,….., bueno vale, sí estoy hablando de él. Y no estoy pidiendo datos personales de esa persona, simplemente pido que haga el trabajo para el que se le paga, esto es, que vaya a dar clase a su aula. Pero bueno, al fin y al cabo los profesores son funcionarios públicos, ¿no?.

    El Tercero: Quizá sea lo más peliagudo, y con lo que el alumno más sufre. Como todo el mundo sabe, el PFC consta de dos partes: 1. Fase de Proyecto y 2. Fase de Maqueo. Pues bien, si realizar un proyecto de fin de carrera puede durar de unos meses a un año, el ponerlo bonito parece ser con diferencia la fase más importante del mismo, dado que hay gente que después de tres años sigue con ello. En este sentido el tutor cobra una relevancia considerable. Literalmente es el que te aconseja si tus “cromos” están listos para ser entregados al tribunal.

    El Cuarto: Pero la guinda es el punto cuarto, el tribunal. Esta sin duda es la gran obra maestra del sadismo ETSAMico. Después todas las recomendaciones de tu tutor durante el largo tiempo que te ha llevado el PFC, no va a ser él quien te evalúe tu trabajo, sino un tribunal formado, cómo no, por profesores del departamento de proyectos. Ya puedes rezar a tu dios particular para que no haya un solo profesor de dicho tribunal que tenga alguna rencilla con tu tutor porque en ese caso estás perdido, te suspenderán automáticamente. Este año ha sido especialmente trágico.

    El Quinto: La corrección de tu fin de carrera, para el cual has dedicado muchos meses, se limita a un espacio de tiempo no superior a cuatro o cinco minutos. Ese es el tiempo que el tribunal dedica a tu esfuerzo sobrehumano. Ahí es precisamente donde estriba la importancia de hacer buenos “cromos” que entren por el ojo frente a hacer un buen proyecto.

    En definitiva, a falta únicamente del PFC, cuando mis amigos me preguntan aquello de: “…..¿Cuanto te queda para salir de la escuela….?, yo nunca sé qué contestar.

    Quizá debería estudiar lo de hacer una huelga de hambre frente a estas cinco injusticias, pero mucho me temo que esta gentuza me dejaría morir...

    He dicho.

Barco. 2007.

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DIARIOS DE GUERRA

    Desde que abandoné el cascarón, también llamado EUAATM, hace algo más de un año, la dureza del mundo exterior (también llamado "laboral") ha modificado mi vida, mis hábitos y mi cartera (creedlo o no, para peor). Pero de todo ello jóvenes y jóvenas, vais a sacar provecho: a partir de mis experiencias en la trinchera curreril os escribiré estos diarios de periodicidad incierta y contenidos de dudosa validez educativa que os harán palidecer el rostro, sonrosar vuestros órganos internos y provocar, con un poco de suerte, alguna crítica inteligente por vuestra parte.

    En esta 1ª ocasión seré suavecito:

    En la visita de obra semanal a una rehabilitación integral a la que estamos sometiendo a un pobre edificio que no tenía culpa de nada, mi erudito superior observó que una de mis órdenes dadas al encargado ponía en peligro la estructura del inmueble (toma ya, para empezar no está mal). Después de ordenar tirar lo ejecutado de una fábrica mandada levantar en el sótano por mí (la idea era levantar un muro resistente de ladrillo macizo aprovechando el muro de la caja del ascensor en donde, ya en la planta baja, con más problemas de espacio, apoyaríamos un pilar... lástima que ordenara hacerlo de medio pie), volvimos a la oficina. Al rato, después de ejecutar el encargo, los albañiles se encontraron con algo inesperado y nos llamaron por teléfono. Al excavar el pozo de cimentación que creyó necesario mi jefe para dar una base firme a la zapata del HEB que iban a levantar, el suelo cedió y, donde debería haber habido un firme de compacta arena de miga, en su lugar apareció una antigua galería de saneamiento del tipo "prolongación del metro línea 2: Ventas -La Elipa", a escala 1:10. La galería, bien ejecutada de ladrillo tosco, obra de pocería de principios del siglo pasado, no sólo circulaba debajo de mi muro de ladrillo (a escasos 20 cm) si no que atravesaba de esquina a esquina la solera armada del foso del ascensor. Las consecuencias de todo esto habrían sido que al cargar los forjados del edificio el terreno habría cedido y el pilar en lugar de portante habría pasado a ser soportado; y que el ascensor, un día que hubiese fallado algo y se hubiese descolgado, habría caído literalmente a las cloacas.

    El fabuloso agujero lo vamos a rellenar de hormigón pobre. La próxima obra que me toque en este plan prometo asegurarme de que las cosas vayan apoyadas donde deben. ¡Hasta el próximo Croque!

OXO. 2007.

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RUEDA DE TORTURA

    Suena una señal sombría: un abyecto ministro de Educación, Cultura y Deporte viene a llamar a su puerta y le hace saber que se reclama su presencia. Sale; llega a la plaza abarrotada de una turba ansiosa y excitada. Se le entrega al bruto, o al rebelde, o al “agnóstico”. Se apodera de él, le extiende sobre una cruz horizontal y le sujeta fuertemente a ella; eleva su brazo y un horrible silencio se abate sobre la multitud. No se oye nada, excepto el crujir de los huesos bajo la pesada madera y los alaridos de la víctima. Entonces le desata y le conduce a la rueda de la tortura; los miembros descoyuntados son retorcidos en la rueda; la cabeza cuelga exánime; los cabellos se erizan; y de la boca, rígidamente abierta como el hueco de un fogón, salen ahora solamente unas pocas palabras sangrientas que a intervalos suplican la muerte. Ahora, el verdugo ha terminado; su corazón late, pero de alegría; se aplaude a sí mismo y se dice interiormente: “¡Nadie te supera en Urbanismo!” Baja del patíbulo y alarga su ensangrentada mano. Y la Ley le arroja, a una cierta distancia, algunos billetes de euro que él se lleva consigo a través de una doble fila de gente que se aparta con horror. Se sienta en la mesa y come; luego se mete en la cama y duerme tranquilamente. Cuando se despierta a la mañana siguiente piensa en algo completamente diferente del trabajo realizado la víspera... Toda grandeza, todo poder, toda disciplina, descansan en el profesor frustrado. Es el horror de la comunidad universitaria y lo que la mantiene unida. Eliminad del mundo a este agente incomprensible, y al punto el caos sustituirá al orden, las cátedras caerán, y el estudio y la práctica de la Arquitectura y el Urbanismo desaparecerá. Dios, que es la fuente de toda soberanía es, por consiguiente, también, la fuente de todo castigo.

 

rueda, rueda, sin parar...

Rueda, rueda... Es  un pueblo de Valladolid, ¿verdad?

Rataflaca. 2007.

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EL ESPÍRITU CROQUE... ¡está en todas partes!

MARAVILLOSA DOMA DEL LOBO ESTEPARIO

    Una pluralidad de sentimientos excitó dentro de mí esta inscripción; toda clase de angustias y de violencias de mi vida anterior, de la abandonada realidad, me oprimieron el corazón. Con mano temblorosa abrí la puerta y entré en una barraca de feria, allí vi una verja de hierro que me separaba del mínimo escenario. Y en éste estaba un domador, un hombre de aspecto charlatán y pretencioso, el cual, a pesar del bigote grande, los brazos de abultados músculos y del traje de circo, se parecía a mí mismo de un modo muy ladino y antipático. Este hombre forzudo conducía –espectáculo deplorable– de una cadena como si fuera un perro a un lobo grande, hermoso, pero terriblemente demacrado y con una mirada de esclava timidez. Y resultaba tan repulsivo como interesante. Tan feo y a la vez tan íntimamente divertido, ver a ese hombre brutal presentar a la fiera tan noble, y al propio tiempo tan ignominiosamente sumisa, en una serie de trucos y escenas sensacionales.

    Aquel hombre, mi maldita caricatura, había amaestrado a su lobo de una manera ciertamente portentosa. El animal obedecía atentamente a toda orden, reaccionaba como un perro a todo grito y zumbido del látigo, caía de rodillas, se hacía el muerto, imitaba a las personas, llevaba en sus fauces, obediente y gracioso, un panecillo, un huevo, un pedazo de carne, una cestita; es más, tenía que cogerle del suelo al domador el látigo que aquél había dejado caer y llevárselo en la boca, moviendo el rabo a la par con una zalamería insoportable. Le pusieron delante un conejo y luego un cordero blanco, y aunque es verdad que enseñaba los dientes y se le caía la baba con ávido temblor, no osó, sin embargo, tocar a ninguno de los animales, sino que a la voz de mando saltaba con elegante destreza por encima de ellos, que temblorosos estaban agazapados en el suelo, y hasta se echó entre el conejo y el cordero, abrazó a ambos con las patas delanteras, formando con ellos un tierno grupo de familia. Y, además, comía de la mano del hombre una tableta de chocolate.

    Era un tormento presenciar hasta qué grado tan fantástico había aprendido este lobo a renegar de su naturaleza, y con todo ello, a mí se me ponían los pelos de punta.

Herman Hesse. 1955.

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TIENES TALENTO...

    ... Y creo en ti. Pero yo NO hablo del talento del que hablan ellos, de la súper-habilidad en la cosa concreta y artificial que han creado, del desarrollo anormal y avanzado de un músculo específico. No se trata de seguir “estrictas dietas” para entrar en sus trajes y tener “la imagen ideal”. De asumir sacrificios en su nombre. De invocar a ningún dios.

    No hablo de ese talento elitista, que es la puerta a un mundo elevado. No hablo de ese talento equiparable a un título nobiliario, que te es entregado SÓLO cuando es reconocido, para distinguirte entre los demás. No hablo del talento como barrera entre clases, como herramienta para la segregación, para marcar distancias y tratar de justificar (por medios intelectuales) el juego de las relaciones de poder.

    Me refiero más bien al talento ancho de quien quiere comprender. Y de este modo, acercarse al mundo.

    Creo que tienes talento porque imaginas. Porque puedes imaginar relaciones, circunstancias y emociones que no han existido jamás, que no han sido nombradas aún. Y así nace el deseo, la vida y la poesía.

    Porque en ti se adivina a una Persona, todo un mundo, un orden... con una forma más nítida de lo que piensas. No has dejado que tallen tu alma. Hay algo de pureza, de inocencia, de integridad... cuando confiesas con pudor un sueño. Un brillo de vitalidad en tus ojos se escapa de vez en cuando a tu razón, como una travesura. Entusiasmo frágil, lo escondes, hazlo crecer, ¿de qué tienes miedo?

    Tu talento es la Realidad de tu existencia. El relieve, el sabor, la textura, el olor... TÚ antes que TU IMAGEN, ¡tú tan real! Ellos no ven la dicotomía; que no te confundan, que no te reduzcan a dos dimensiones.

    El exterior te presiona a formas estereotipadas (para que el sistema funcione con más eficacia) Te preguntas a cuál de ellas perteneces... sin saber que, sencillamente, ya eres tú. Sin ser consciente de tu lucha por nacer con una forma propia. Tienes talento porque tienes forma. Te reconozco. No se trata de ser más que nadie, sino de brillar con luz propia, de hipnotizar como el fuego...

    Sin duda se trata de dos visiones antagónicas del mismo concepto. En la escuela la palabra talento parece el diamante más grande, la piel más cara. Se ansía. Es un símbolo de poder, entregado desde el poder. Ellos hablan de una plaza llena de gente, mirándose con inseguridad unos a otros... Y yo hablo sólo de ti.

    De cada uno de vosotros.

A Bruxa Piruxa. 2007.

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EL ELEFANTE NARANJA Y YO

    Sin duda, no hay mente más maravillosa que la de un niño o la de un borracho. Esta rayada, con la que intento hacer feliz a la gente parte de un maravilloso juego de niños consistente en escribir una historia al “alimón”, es decir algo parecido a dos bandas, por personas de distinta formación. El resultado es este. E invito a todo el mundo a realizar un ejercicio similar, es muy divertido, y te recuerda lo niño que puedes seguir siendo (la borrachera es opcional)

    Ayer soñé con un elefante naranja. No sé por qué oscura razón (o naranja en este caso) decidí seguirlo en su parsimonioso caminar. Allí estaba, entre dunas color púrpura y zarcillos de afiladas palabras. El elefante seguía caminando torpemente por ese desierto multicolor, la sangre manaba de su costado tras el rozamiento interminable con las denigrantes palabras de los zarcillos, que por obra milagrosa crecían y se reproducían en ese erial de pensamientos, ideas y locuras ininteligibles. En principio sólo esas zarzas crecían allí. Salvo, claro está, el elefante naranja.

    Yo seguía al enorme paquidermo, y recogía mientras caminaba las bayas poliédricas que se desprendían de los zarcillos por el paso renqueante del anaranjado animal. Eran curiosas esas bayas, olían a café aunque su color azafirado implicaba alguna diferencia en su composición. Pero no era el olor ni el color lo que me fascinaba, sino su forma. Una forma de aristas vivas, cortantes y caras totalmente lisas.

    Voces, palabras, bayas poligonales, elefantes naranjas…-¡Eh!, amigo, ¿tienes fuego?- Un rayo de luz surgió de entre los zarcillos, me costó reconocerle al principio, pero más tarde descubrí que se trataba de Humphrey Bogart acompañado del famoso Senador chileno Esteban Trueba. –No tengo fuego, aunque le puedo ofrecer unas bayas que ha dejado a su paso aquel elefante naranja.

    -¿Qué elefante?-, preguntó el Senador.

    Cuando quise darme cuenta el elefante había desaparecido dejando un charco de sangre arcillosa de la cual manaban llamas azuladas y algunas lánguidas chispas. Humphrey fue a encender el cigarrillo en aquel geiser de gélido fuego. Al rato volvió, se había puesto perdido su traje blanco, pero volvía a tener esa cara asombrosamente anicotinada que mostraba en “El Halcón Maltés”. Intenté deshacerme de aquellos improvisados Sombrereros Locos que irrumpieron en mi sueño. Unos hilos de brillante alquitrán absorbieron la figura del americano, sumiéndole en un chicle mascado de tintes azabaches. Pero el Senador Trueba parecía querer quedarse, decía que deseaba devolver los tres dedos que le rebanó a Pedro Tercero García. Pero pronto cambió de idea y salió huyendo, pues había visto que un grupo de ruidosos y empastillados titiriteros. Estos comenzaron a embotellar los humeantes restos de Humphrey y del elefante naranja. Algunos titiriteros iban amordazados otros con bandanas cubriéndoles los ojos y otros con los brazos encadenados a las piernas, como el ganado, haciéndoles caminar de una manera particular. Ninguno me saludó, pues se afanaban en su absurda tarea.

    El desierto cambió de color, aunque a diferencia del Goab de Ende, la arena estaba en escala de grises. Había montoncillos de tierra 251, otros de 253. Se diferenciaban además por el grosor de la arena y por la disposición de los granos así pues estaba el montón ANSI 254 grosor 0.09, el montón DODS 251 grosor 0.15, la colina NET 255 grosor 0.13… No entendía nada de lo que veía así que decidí hablarle al León de piedra obsidiana, que al igual que en el Goab de Ende sí que estaba presente. –¿Qué es este sitio?- pregunté cautelosamente.

    -No lo sé, a mí también me colocaron aquí. Aunque puedes tener suerte si buscas al elefante naranja. Sin duda el elefante naranja te ayudará-. En ese instante se hizo de noche y el león se petrificó, lo que era en parte evidente que ocurriría, pero ya no sabía donde buscar al elefante.

    Continué por un camino que pasaba debajo de los zarcillos. Se trataba de una oscura autopista desierta y el viento en mi pelo. Un único cartel iluminado me daba una idea de donde me encontraba, aunque quizás lo imaginé anteriormente. HOTEL CALIFORNIA.

    Sabía que era una autopista porque era de color rojo (rojo oscuro). Y además sabía que el edificio de enfrente era el Hotel California porque iba rayado en amarillo vainilla, el color del equipamiento turístico. Y para completar mi conocimiento del terreno vislumbré una huerta de cardos borriqueros (por el rayado doble verde 84 atenuado). No me detuve en el hotel ya que vi a Salma Hayek con una serpiente blanca anudada a la garganta y prefería hacer unas horas más hasta llegar al “Motel Bates”, donde mi amigo Norman me presentaría a su longeva madre. Anduve muchas millas, aunque creo que eran kilómetros. No sé, seguro que pies castellanos no eran, el caso es que mirara a donde mirara no veía el motel por ninguna parte ya que las nubes de moscas me impedían ver al horizonte. Una sintonía martilleaba locamente mi cabeza. El mítico tema “El Vaquilla” de los Chichos resonando en la cueva de los bedeles. La cueva de lo bedeles… Qué lugar tan fascinante, los sótanos, las mazmorras, el olor a humedad y las juntas de dilatación reventadas. No, no había terminado. Algo indescriptible me hizo recordar que todavía no había terminado la entrega de DAI 1 para Burgaleta. Me limpié las narices de carbón negruzco y pinté un bello elefante naranja, con ceras Manley derretidas.

Un Humilde Estudiante. 2007.

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