A finales de febrero de 2007 apareció una carta de protesta
fotocopiada en las mesas del hall principal y en el foro de Delegación
de Alumnos. En ella se arremetía contra el Departamento de Proyectos
Arquitectónicos, cosa rara vez vista en la M.E.A.M.E. (Mejor Escuela
de Arquitectura del Mundo Entero), y fue contundentemente apoyada por
el alumnado que, sin poner sus datos, la reenvió al Defensor
Universitario. Éste, alarmado por el masivo envío de cartas, avisó al
Rectorado y se lió parda entre la Delegación de Alumnos (que
teóricamente es quien debería haber canalizado las quejas, harto
conocidas) y el citado Departamento.
Finalmente, se oyó por rumores
profesoriles que les había sido girada una circular electrónica para
que enderezaran algunos de sus desviados hábitos, particularmente el
de las ausencias de los miércoles. Y es que Mercurio es el dios del
comercio... y de los ladrones (de tiempo).
El texto de la carta ha sido
extraído directamente del foro de Delegación de Alumnos de la Escuela.
Podéis seguir el hilo original
aquí.
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CARTA DE PROTESTA
Objeto: denunciar las irregularidades del
departamento de Proyectos arquitectónicos de la Escuela Técnica Superior
de Arquitectura de Madrid.
Lo que nos lleva a escribir esta carta de queja es la total impunidad
del departamento de Proyectos. Les exponemos las irregularidades que se
han extendido a la mayoría de las unidades docentes (no todas) del
departamento y que parecen ser ya la norma.
Nos centramos exclusivamente en los hechos objetivos y fácilmente
comprobables.
1. Horarios, impuntualidad.
Prácticamente todos los profesores llegan entre 30 minutos y una hora
tarde sistemáticamente. Lo anuncian así a sus alumnos el día de la
presentación, como si tuvieran derecho de elección de horario.
Siendo la duración de una clase de proyectos de dos horas y cuarenta
minutos, se ha reducido por norma general casi a la mitad.
2. Eliminan un día de docencia. Un tercio del total.
De los tres días semanales de clase de proyectos contemplados en el plan
de estudios, algunos profesores eligen sólo dos. También nos lo anuncian
el primer día de clase.
3. Unir clases de diferentes niveles.
Las unidades docentes suelen encargarse de dos niveles de proyectos.
Cada nivel tiene asignada un aula y dos profesores, pero la realidad es
que suelen unir ambos niveles en clases de más de cien personas, con la
dificultad docente que eso conlleva. De este modo, los profesores pueden
turnarse en la asistencia a clase y a los alumnos les resulta más
difícil la comunicación con ellos, recibiendo diferentes correcciones
por cada uno de los docentes, muchas veces contradictorias entre
sí.
4. Tutorías inexistentes.
Fuera del horario de clase, que algunos se han encargado de reducir
caprichosamente a la mitad, resulta imposible ponerse en contacto con un
profesor de proyectos. Los alumnos no tienen la posibilidad de una
tutoría personal, como si ocurre en el resto de asignaturas.
5. Aprobados por curso.
Existen dos formas de superar una asignatura según el plan de estudios
de 1996: por curso y en el examen final. Según la Universidad, no existe
ningún tipo de regulación para los aprobados por curso, sin embargo,
prácticamente el total de los aprobados de esta asignatura se hacen de
este modo. Sólo una minoría muy reducida (a veces nula) la supera en el
examen final.
Proyectos es una asignatura de taller, es una excepción dentro de las
carreras técnicas. Aún así, se rige por una normativa común pensada
para otro tipo de asignaturas. Por ello existe un vacío legal.
A falta de norma expresa, los profesores gozan de absoluta
discrecionalidad para dirigir y evaluar el curso de la asignatura. Lo
que supone una gran inseguridad e incertidumbre para el alumno al
desconocer de antemano el programa, criterios de evaluación,
metodología...
Ejemplo de dicha discrecionalidad en algunas unidades docentes es la
negación del derecho de revisión de la entrega. Tras una primera y única
corrección apresurada, no fundamentada y no motivada, los estudiantes
obtienen un resultado de forma indirecta sin ningún tipo de explicación
en la que el docente justifique su decisión.
6. Exámenes finales.
Este tipo de aprobados es el único que tiene una regulación de la
Universidad, sin embargo es el menos efectivo. Es la convocatoria
"fantasma". Incluso algunas convocatorias son
nulas.
Los alumnos tienen derecho a dos convocatorias, a una segunda
oportunidad, que les están negando.
7. Ausencia de programa.
Ausencia de organización dentro del departamento, a lo largo de los 9
niveles de proyectos que hay que superar en la carrera.
Cada profesor "improvisa" el trabajo del cuatrimestre una vez iniciado
éste, muchos de ellos relacionándolo con la actividad profesional que
están llevando en sus respectivos estudios privados.
El incumplimiento continuo y reiterado del programa de estudios
publicado por el departamento supone para el alumno desequilibrios y
graves deficiencias en su formación. No existe una estructura, una línea
general pensada desde y para el aprendizaje completo del alumno. La
formación que recibe realmente depende mucho de la suerte, del
itinerario arbitrario e imprevisible que siguen los profesores dentro
de la escuela.
8. Enseñanza / evaluación.
La labor de la mayoría de los docentes se ha reducido al de la mera
evaluación. A pesar de la buena fama de la Escuela de Arquitectura de
Madrid, un alto porcentaje de alumnos se ve obligado a recurrir al apoyo
fuera del centro. Por lo tanto dicha fama parece basarse en el grado de
exigencia, y no en la calidad de la docencia.
9. Charlas y conferencias.
La labor de los profesores de proyectos
en esta escuela no sólo está basada en evaluar, sino también en
organizar charlas y conferencias constantemente y en horario lectivo, de
nuevo reduciendo las horas de clase.
10. Proyecto fin de carrera.
Simplemente citar el conocido informe de Kenneth Frampton tras su visita
a la ETSAM:
"He notado que los criterios de selección corren a cargo de un
comité examinador formado ad hoc por profesores dispuestos a discutir el
caso defendiendo a unos alumnos frente a otros. Este sistema tiene visos
de ser incontrolable e incluso perjudicial, especialmente cuando se hace
evidente que algunos profesores gozan de mayor prestigio que otros por
su reputación de arquitectos fuera de la escuela.
Este hecho puede estar de acuerdo con la categoría de los arquitectos en
cuestión, pero es injusto para aquellos alumnos que casualmente se han
encontrado dirigidos por profesores de menos renombre y con menos poder
dentro de la jerarquía de la escuela, puesto que los argumentos a su
favor que pueda esgrimir un profesor joven no tienen el suficiente peso
para el comité examinador."
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