“¿A quién pretenden engañar?
Si todo sigue igual”
SA

    Año nuevo, vida nueva. Promesas, intenciones, buenos propósitos... O no. Nos hemos vuelto a levantar con el pie que no es, pero como ya estamos acostumbrados pues no se ha notado mucho. ¡Huérfanos desatendidos de la Escuela, no hemos suspendido nosotros: nos ha fallado el Sistema!. En fin, chorizo y calabacín. Lo malo ha sido venir a matricularnos y ver que no había nada de lo que matricularse. ¿Qué puedo elegir?

-¿Qué le queda, señora?
-A ver que mire en la trastienda... Hum... Tenemos dos raciones de Introducción a la Arquitectura y cuarto de kilo de PFC. Es que nos ha llegado tarde el pedido y ya se ha vendido todo el pescado.
-No, si yo gustoso cogería lo que me ofrece, de no ser porque gracias a dios ya la tengo aprobada... A lo mejor me voy metiendo con el PFC para no quedarme parado...

    Y es que está bien eso de reducir grupos para mejorar la relación profesor-alumno-luminaria. Está bien eso de “somos muchos y como que sobramos”, pero no esperéis que desaparezcamos una vez que ya estamos dentro, que el control de acceso lo ponéis vosotros, majetes. Yo volvería a cursar Introducción, de verdad, si no me importa, pero que luego me la convaliden por Composición con Baldellou.

-Es que la gente tiene miedo de la guerra, de la hambruna y de la carestía, por eso se rifan las merluzas y se me comen los rodaballos crudos directamente del mostrador. Luego, claro, se empachan y me vienen por la noche a vomitarlo a la puerta, pretendiendo que lo vuelva a vender al día siguiente.
-¿No le quedará ninguna sardinita de 8:20 a 12:00?
-Ni eso, chaval. Creo que hay una raspa de sólo examen por ahí, espera que vuelvo a mirar. Te lo puedo envolver en una instancia, si quieres...
-Casi mejor déjelo, que luego en junio se pudren con el calor y las tengo que tirar.
-Es lo que hay, chiquillo. La gente prefiere llevarse tres bolsas y luego tirar la mitad por la ventanilla del seiscientos antes que la remota posibilidad de no satisfacer un capricho de mero.

    ¡Qué compañerismo!¡Qué solidaridad!¿Me prestas esas fotos de Proyectos que has ido a sacar a Shangai en bicicleta? Y luego si te he visto me has copiado... Así da gusto. ¡Viva el hedor arquitectónico!

    Ya veis, amigos. A veces leyendo se encuentran cosas que no se querían encontrar. Los que tengan problemas del corazón, las embrazadas, los diabéticos y los Matriculosos en Proyectos será mejor que lo vayan tirando a una papelera si no quieren darse por aludidos porque a lo mejor quizá probablemente seguro lo estarán. Las papeleras están cerca. Nosotros también, y nos hemos quedado con tu cara.

* CROQUE’S NEWS *

    Sabemos que llevamos tres meses desaparecidos de la polémicaaa de la ETSAM. Pero pensad que no ha sido en vano, ya que hemos estado recargando las pilas del odio proyectual, y en este número (que vuelve a ser doble, debido a la gran cantidad de rencor que se acumula en un cuatrimestre) lo vais a poder comprobar.

    Hemos cambiado el formato, cosa bastante evidente. Se supone que esto va doblado a lo largo del A3 y luego otra vez a lo ancho de lo que sale, quedando la cabecera de nuestra egregia publicación por delante y arriba. Será que se nos pega lo de ser cool, será que se nos hace aparatoso entregaros dos A3 separados, será el café, será el color de tus ojos verdes de ciencia ficción...

    Aparte de eso, la Cúpula Corrupta de Suspensoenproyectos Editions os comunica que ¡Por fin tenemos la página web actualizada cada semana! Gracias a nuestros colegas informáticos de Torre de Oñate esta utopía se ha hecho realidad y ya se acabó lo de conectar con iespana y... ¡qué cutre!, ¡estoy perdiendo el tiempo! Ahora el Croque vuela, como el Metro, o como los papeles comprometedores del edificio Windsor, la nueva brocheta del espectro madrileño.

El Croque. Febrero de 2005...

“Ornamento es fuerza de trabajo desperdiciada y salud desperdiciada“

    Ecos de sus palabras resuenan en las paredes de este microcosmos de estudiantes madrileños: bonos de ploteado desperdiciados y papel desperdiciado... La insistencia en reforzar nuestra individualidad, el miedo de la libre competencia o qué se yo… desemboca en el uso desmesurado del Photoshop como una moda más... Una firma personal que poco tiene que ver con el carácter y que se borra fácilmente como una calcomanía. Fuerza de trabajo desperdiciada…

    Ahora, un siglo después de Loos, filtros sustituyen molduras, vistas 3D sustituyen columnas dentro de pilastras apoyadas en ménsulas, texturas fashion recubren cajas de zapatos como estilos embellecedores...
    Es por eso que la ETRAM, Escuela Técnica de la Representación de Arquitectura, sufre, como en todos los tiempos, la tiranía de lo bonito. Nace de esta opresión un último paso en el proceso de proyectar, más ligado al marketing y a la Playboy que a la arquitectura.

    Arquitectura. Resuelto el problema, tras un suspiro, observas orgulloso el papel... y… ¡comienzas a bordar! Este remate proyectual se convierte en una repetición anónima y ajena, en un método estandarizado que te libera del interrogante, de la responsabilidad. Se convierte en un alivio moral ante el quietismo y la inactividad intelectual... Somos incapaces de liberarnos de la inercia... “Al menos continuo trabajando… retoco minuciosamente esta señora que me da la escala en el fotomontaje…” Curiosa (¿sumisa?) manera de enfrentarse al grave peso de la decisión.
    El bordado embellecedor no sólo nace del descanso merecido que el ritmo frenético de la escuela no nos permite, sino que se detecta en ella el olor pestilente del regocijo... Manierismo de nuestras míseras habilidades… ¡no nos ceguemos por el instrumental! Regocijo en nuestra alienación. Manierismo porque busca una aceptación fácil e inmediata que sólo muestra inseguridad y falta inexcusable de sueños...
    Sombreados, colores, manchas, retoques, sal y pimienta, sombras, luces... Dicen que para explicar la idea, intencionados, pero es maquillaje de acné... Los buenos cocineros, hacen uso restringido de las especias.

    Pero eso da igual. Todo lo justifica y ampara la madame “idea” (¡si Sota levantara la cabeza!). Liberalismo que también nos asfixia en arquitectura. Los estilos han muerto pero nacen otras formas de tiranía… Huiremos siempre.
    Libertad… Creen que rompen barreras para correr libres y desinhibidos, pero no comprenden que hemos nacido cojos, TODOS. Cualquier paso nuestro estará marcado por esto.
    O bien nos servimos de un bastón (idea) o bien cada paso adelante arrastra una mirada hacia atrás, cobarde y orgullosa (Photoshop)… que no sirve para nada, salvo para impulsarnos; para transformar nuestro paso adelante (bruto, vigoroso y juvenil) en algo… bonito, exteriormente aceptable, que colme nuestros recuerdos y nos proporcione valentía.
    Libertad… La infinitud de la posibilidad nos angustia como a nuestros abuelos. Miedo. Seguimos sedientos de imposiciones externas. Nos adherimos desesperados a cualquier teoría auto-sustentada: a los planes generales, a LA intención, al concepto (versión propia de la ETRAM: concepto = sentido común fragmentado)....

    Hablan de pulcritud y limpieza, pero se trata de la necesidad visceral de una personalidad inestable: la unidad coherente, el sistema algebraicamente estructurado, el análisis compulsivo, la jerarquía rígida.... Se trata de una actitud de compensación. Un comportamiento (intención) llevado al extremo oculta y potencia a la vez su contrario.
    El ansia exagerada por alcanzar un general nos aleja del verdadero objetivo, nos desvincula de nosotros mismos y de la sociedad

    Concluyendo… El concepto (versión ETRAM) no nos ha liberado de la tiranía de lo bonito. Se ha convertido, más bien, en una condena. Idea = concepto de un solo corte ¡zas! Apenas quema en nuestras manos… abarcable y lejano. Lo enjaulan, cuando debería revelarse evidente…
    Nuestra tendencia al marketing influye en el concepto desde su gestación. Y así nace escuálido y desarraigado. Con suerte se convertirá en un fósil para fósiles, en un dogma cristalizado… sin aire…
    Detienen el tiempo, (vamos a morir de todas formas), y solapan torpemente intervalos, los amarran en un collage grandioso. Sus proyectos son como estatuas de mármol, encerrados en peceras…

    Deriva. Sustituiría sin pensarlo IDEAL por idea... Aferrándome a lo humanamente controlable: a la actitud. Como intención noble de mejorar el entorno, como compromiso ético, como muestra de humildad... Ideal como camino errado (todos lo son) que nos desprenda de la angustia existencial del desierto.... ¿Sería esto una imposición? ¿un bastón? ¿una renuncia? Ya no se lo que estoy diciendo…

A Bruxa Piruxa. 2005.

    Se nos acusa (en rumores) de haber hablado mal del profesor de Construcción Obra Gruesa Pedro Galindo. Que una frase suya aparezca en uno de los TA de la Escuela como ejemplo de cosas que dicen los profesores no nos parece muy ofensivo (además, cada cual sabrá por qué dice lo que dice), pero resulta que no es cosa nuestra. Es por todos sabido que, si es por meternos con alguien, no nos cortamos, pero que solemos argumentarlo, arremetiendo siempre contra las patéticas obras de las que se suelen enorgullecer o contra las nefastas actitudes que mantienen para con el alumnado – en el que, cobardemente, nos amparamos. Sin embargo, esta vez nada de eso ha sucedido: el profesor Galindo nos parece uno de los mejores docentes de la Escuela, precisamente por la forma que tiene de tratarnos y de llevar su asignatura. Alguien que no nos habla de los ladrillos como un ente metafísico o supraterrenal se merece siempre un homenaje en esta Escuela.

    Sucede sin embargo que el profesor Galindo se va a jubilar. Y creemos sinceramente que deja bastante huérfano de cordura al departamento de Obra Gruesa.
    No sabemos si es por el resentimiento de no ser profesores divinos de Proyectos o por alguna extraña nostalgia, pero la política general de la cátedra es la de creerse por encima de los alumnos. Con un reducidísimo número de créditos para la importancia real que tiene la construcción (lo que no es culpa suya, evidentemente), el programa se embute con cierta amargura y se imparte con similar desgana, acompañado de cuatro “prácticas” (de dibujar) y de dos visitas a obra. Algunos profesores tienen incluso la manía de dar a los alumnos una práctica “perfecta” hecha por algún alumno tripitidor que incluye siempre detalles que es imposible conocer al nivel real (¡y aun teórico!) de conocimientos del pupilo tipo, lo que frustra y cabrea al mundo en general.
    Pero lo mejor es el detalle del examen final. A ver, entérense de una vez, Construcción es una asignatura de taller, con horario de taller y con materia de taller. ¿Por qué el examen final pretende ser el de una asignatura teórica? ¿Por qué dura sólo dos horas y media cuando debería durar por lo menos cuatro? ¿Para irse pronto de chatos al bar y no aguantar así a los mierdas de los alumnos? Señores, ¡un respeto, por favor!

Aveinte de Ávila. 2005.

    Me decido a escribir estas líneas, para hacer referencia a una serie de hechos, que considero bastante sorprendentes, y que acontecieron en mi entorno cursando la asignatura de composición con el profesor Miguel Ángel Bandellou.
    Composición es la típica asignatura que nadie sabe muy bien por qué se mantiene todavía en el plan de estudios. Es algo que todo profesor de esta escuela considera estrictamente necesario, pero a juzgar por la importancia que se le da (según las horas lectivas que le otorgan) parece más bien un resto del paleozoico que ningún sentido tiene ya en el mundo de la arquitectura actual chachi-guay-proyectual.
    El Señor Bandellou, (que además es el catedrático de esta materia) sabía muy bien todo esto, y parecía obrar en consecuencia intentando despertar en sus alumnos una especie de capacidad crítica que durante los cuatro años anteriores, se habían encargado otros de amordazar. Para conseguirlo, Bandellou huía de toda forma de conocimiento de origen dogmático y se dedicaba a disertar acerca de temas variados: a veces relacionados con la composición, otras con la arquitectura de un modo más general, y otras con su vida (cosa que hacía con frecuencia).
    Decía fomentar el diálogo y la participación en clase (suena tan bien…), pero la mayor parte del tiempo hablaba él y las escasas intervenciones que se hacían por parte de los alumnos eran replicadas por una interminable parrafada, que impedía cualquier modo de diálogo en el que un alumno normal pudiera tomar parte.
    A pesar de todo esto, algunas clases se me hacían muy llevaderas, otras no tanto, y algunas infernalmente aburridas.
    Entre esto y aquello, algunos días Bandellou faltaba (cosa que hacía casi siempre sin previo aviso) y poco a poco el curso se consumía, sin exámenes, sin trabajos, sin exposiciones en clase, sin nada. (Solamente nos mandaba prácticas voluntarias como hacer la maleta, ordenar nuestro cuarto,… cosas que yo ya solía hacer antes de cursar composición). Sin nada que le permitiese evaluarnos de modo alguno.
    Finalmente realizó, también sin previo aviso, dos controlillos con un par de preguntas cada uno, para ver qué poníamos e intentar juzgar hasta qué punto nos enterábamos de algo. Supuse, que esos “controlillos sin mucha importancia” serían el fundamento de la lista de aprobados por curso (cosa que sería bastante injusta teniendo en cuenta que los realizó sin avisar y, para más INRI, el segundo de ellos tras llegar más de hora y media tarde). Pero no. Nada de eso, él nos decía que nos aprobaría “por la cara”. Y un día incluso se permitió el lujo de opinar acerca de nuestras caras…

    Comentó que la cara es el espejo del alma y que veía “rostros estultos” que le preocupaban. Citó a Erasmo de Rótterdam y a su “Elogio de la locura”, ya que para él la estulticia es la locura a la que se refiere esta obra y mientras nos ahogábamos en tan sublimes palabras encasquetó que veía rostros estultos dentro de su clase, caras estúpidas, caras que no demostraban demasiado interés, caras que reflejaban un interior aparentemente vacío (o lleno de idioteces, según se mire).
    Supuse que sería todo esto una broma de mal gusto, un comentario desafortunado al que había llegado tras divagar durante horas. Supuse que en el pensamiento lógico y racional que este buen hombre defiende, no tendría cabida el juzgar a sus alumnos por la cara. Pero no. Creo que me equivoqué.
    Las notas llegaron, y con ellas el momento más delicado del curso.¡SORPRESA! De todos los que asistían a clase con regularidad, debieron aprobar un 60%, tirando por lo alto. Se ve que un 40% de los alumnos de su clase teníamos cara de cerdo. Una pena.
    Pero la cosa no termina ahí.
    En la lista aparecía aprobado por curso un chico que había dejado de asistir a clase la segunda semana del curso. ¡En la lista de aprobados por curso! No alcanzo a imaginar que cara tendría este hombre en la fotografía de su ficha.
    Aprobó gente que no hizo ambos “controlillos”, aprobó gente que no intervino en el “dialogo” de clase en todo el curso. Aprobó gente que ni siquiera asistía con regularidad.
    Ante tal injusticia, unos compañeros con iniciativa, decidieron dar la cara y quejarse (cosa rara en la escuela del “pongo pa que me des”). En jefatura de estudios les dijeron algo así como: “qué pena chicos, vaya faena”, pero después de un rato y ante la indignación de algunos, la ira de otros, y la moderación de unos pocos, consiguieron mandarle un fax, en el que de muy buen tono, se le pedía una explicación de sus criterios de evaluación. Bandellou, que por aquel entonces estaba pensando en el pavo de navidad, en los regalos de su prima (si es que la tiene) y en su proyecto de casa miesiana en plan caprichín porque yo lo valgo, respondió que muy bien, gracias, y que ya nos veríamos en Enero.
    Y es que como ser catedrático mola, y es sinónimo de no hacer ni el huevo, y en caso de hacer algo (como Bandellou), hacer lo que me salga de las narices, pues nada chicos, a tomar por saco, que ni siquiera estoy obligado a aprobar a nadie por curso.
    No cabe duda de que todos somos muy politécnicos cuando nos interesa el rigor de las fechas de exámenes, de las tres convocatorias al año, de la dureza, de putear al personal. Eso si, luego somos muy arquitectos y vamos en paralelo y aprobamos por curso (sólo si al profesor le apetece, porque es una especie de regalo que nos hacen por ser tan dóciles).

    En fin, lo único que tengo claro, y que me ha enseñado el Señor Bandellou, es que soy efectivamente estúpido. Y por si mi cara no lo demostrase durante el curso, puedo asegurar que ahora mi cara no es sólo de estúpido; es de imbécil profundo, de lerdo auténtico, de papanatas atontado. Y todo esto por creer en las palabras de quien rechaza el diálogo dialogando, de quien afirma el dogma rechazándolo, de quien disfraza conocimientos asentados presentándolos entre dialéctica sofista.

Albaralto. 2005...

VISITA AL PARQUE DE ATRACCIONES DE ARQUITECTURA

(“Arquitectura” he dicho, no “Port Aventura”)
    “...y El Corbu dijo: dejad que los niños se acerquen a mí” – carta a las columnas corintias 12, versículo UNE A-2, Sagradas Escrituras de Faster-

    Yo siempre he pensado que la mejor edad para aprender cosas nuevas era entre 5 y 7 años. Los niños son como esponjas que toda información absorben, que no se cansan de preguntar el porqué de la vida...y es tan fácil engañarlos...J Creo que mi forma de entender la Educación LOGSE ha sido plagiada por los gobernantes de esta Escuela, por que si no, no se explica lo siguiente:
    ATENCIÓN: ¿Qué hacía un ejército de impúberes arrebolados correteando felices por los pasillos de Arquitectura EN PLENA ÉPOCA DE ENTREGAS Y EXÁMENES FINALES cuando este edificio y su biblioteca son tan importantes para los sufridos estudiantes que, por cosas de la vida, TIENEN FAMILIA EN ESTAS FECHAS TAN NAVIDEÑAS?.

    Yo creo que la idea es meterlos cuanto antes a estudiar esta carrera porque así, si no conocen otra cosa en la vida, les será más fácil desprenderse de los amigos, el novio, la familia y el fútbol, que tantas horas quita al proverbial buen estudiante de Arquitectura.
    O eso, o han decidido alquilar sus instalaciones los sábados para montar una guardería-Disney World; que los timadores de fotocopias a lo mejor ya no nos sacan tantos cuartos como antes...
    En fin, sea por el motivo que sea, por favor: ¿No creéis que es abusar un poquito, además de todo lo anterior, adelantar un examen un sábado SÁBADO a las 8:40 ¡! a los alumnos de Primero para poder empezar antes la fiesta? Yo, por si las moscas se generalizara, ya me he buscado un puente la mar de cómodo para estudiar cuando la Escuela sólo esté abierta para los menores de 10 años.

OXO. 2004.

    Lea con detenimiento y atención la miseria aquí escrita. Después de esto, corte las columnas con cuidado, dóblelas formando ángulos de 32º y guárdelas en una pequeña caja oscura en lo más profundo de sus recuerdos. No vuelva a pensar en esto.

El Croque. 2004.

Seleccione la parte de la frase que desee ver destripada:

Tener
La imagen
Que deseas
(te ayudará a) Sentirte mejor

Antes del Croque                                    Después del Croque

Nuestra terapia es eficaz en un 26% de los casos y en un 99% de las casas. (Siempre es más sencillo derribar una fachada que depilar a una suegra)

    Este antipático verbo es el que abre la frase de nuestras pesadillas. Tener. Quintaesencia de nuestra sociedad, nombra la posibilidad de sustraer algo del todo y retenerlo para sí.
    La arquitectura es la típica actividad que puede favorecer el hábito del tener. Las casas son el espacio propio, el espacio tenido. Yo tengo una casa. Mi casa –como mi coche, por ejemplo- habla de mí, está hecha a mi imagen y semejanza, es representativa de mi estatus social y dentro de ella se hace lo que yo digo, puesto que estoy en mis dominios. Los muros son mi frontera, su constitución son la etapa más importante de mi vida, puesto que señalan mi emancipación del espacio paterno y la formación del mío propio –yo padre, yo tenedor, yo poseedor, yo posesivo-. Mi esposa (esposada), mi familia (del latín famulus=esclavos). Propiedad sobre las cosas y las personas, ley romana del dominio absoluto sobre lo propio. Privacidad victoriana. Hipocresía.
    Tener es restar, sustraer. Tener es la manera de sobrevivir en un mundo ajeno, en el que nada es verdaderamente propio. Tener es la manera de aislarse (isolarse / isla-arse) en el mar de la miseria, en el mar de la carencia, en el mar del no-tener. Nada es nuestro –habrá que hacerse con algo entonces.
    Ahora bien, hemos llegado a tal punto de desposesión que ya no podemos sino tener imagen, de la misma manera que tenemos carcasa de móvil. En el mundo de la libertad de elección, uno puede no ser sino tener lo que quiera –dentro de sus posibilidades económicas. De su poder de adquisición. De su capacidad de tenencia. Puedes tener una casa. Puedes tener una imagen y sentirte auténtico con ella. Auténticamente carcasa. Puramente artificial.
    Dice Corporación Dermoestética que puede facultarte para tener una imagen. Dice bien, ¿por qué razón no podemos tener derecho a “ser” de otra manera? ¡Qué injusticia de la naturaleza! Menos mal que el progreso ha permitido subsanar tan grave trauma.

    Se ha dicho desde estas páginas que por qué no se abren los proyectos al entorno. Miedo, claro. En una sociedad que se define por controlar la vida mediante la administración de la miseria, es normal que el miedo sea un elemento fundamental de su gestión. El miedo separa a los buenos de los malos, de la misma manera que dos imanes se repelen mutuamente. Así, temiendo que te quiten lo tenido, haces lo posible para evitar que el que no tiene intente tener… por los mecanismos no normalizados. Se puede, no obstante, alcanzar la tenencia por la fuerza, de la misma manera que el cielo dirime sus tensiones eléctricas mediante rayos que parten la atmósfera. Se puede robar. Pero no cambia nada. Se sigue en la miseria generalizada.

    No es un problema de distribución de riqueza, ni de tener todos un poco. La miseria repartida sólo es eso, miseria en cachitos con jardincillo y calentador de gas natural. Es un problema de concepto el que nos asiste. La propiedad no es un robo. La propiedad es el robo. Tener lo implica. Si se tiene, es porque no se tiene. Lo malo es que tampoco se sostiene.

El maquinista de la Particular. 2004.

    “Suspiro por un cuerpo diez, vivo en el mundo de la televisión, alimento el gran negocio del rápido adelgazamiento, como poco y me mato a correr”

    Aprovecho esta estrofa de una canción del grupejo del gran Fernando Medina para introducir este tema espinoso que tan importante se muestra a los arquitectos (y a los “no arquitectos” aunque ellos no se cosquen de nada). Pues bien, la imagen es lo que prima en nuestros días. ¡Cuánta peña abarrota los gimnasios para tener un cuerpo firme y musculoso! (obviamente pensando en el bien de los gusanos). ¡Cuánta gente se dedica a hacer la dieta de la manzana golden para tener una imagen bonita! ¡Cuántos imbéciles se horrorizan cuando en su pulcro cuerpo aparece ¿un pelo?! (y claro, pagan un cojón para hacerse una fotodepilación porque con un par de pelillos ya se parecen a King Kong)… Así podría continuar pero no es el caso. En la arquitectura (aunque no lo parezca) pasa lo mismo, hay que abarrotar las academias para aprobar proyectos (obviamente también pensando en los “gusanos”, ¿verdad Pedrín?), hay que hacer una dieta basada en porros y alcohol (de dudoso resultado) y depilar el proyecto de detalles superfluos (casi siempre pagando otra ristra de boniatos de plotter para los paneles corregidos pero similares en esencia)

    Y es que la imagen es importantísima, porque: ¿a qué profesor de proyectos le importa la idea que tenga el alumno? Muchos profesores, después de un canuto de maría y cuatro tripis te dirán que la idea es lo que diferencia un proyecto mediocre de uno cojonudo ¡Mentira podrida! ¿Qué idea tenían Ictino y Calícrates cuando hicieron el Partenón? Sí, porque ya me los imagino yo- dice Ictino, con los ojos enrojecidos- Oye Pericles, ¿qué te parece la desmaterialización del templo con las acanaladuras de las columnas?, ¿a que parece que levita el frontón?- a lo que sigue Calícrates atusándose la barba en plan pedante –pues anda que el ponerlo en escorzo para admirar sus proporciones áureas ha sido cosa fina eh?- Personalmente pienso que Pericles, dando una calada histórica a un porro de papiro habría dicho –El que sea así de grande me mola-.
    Es gracioso, pero pienso que en arquitectura la única idea que ha habido siempre es la del mítico “burro grande, ande o no ande”. Porque ahí esta el Panteón de Agrippa o el Anfiteatro Flavio (¿idea? Ninguna, pero eran grandes), Santa Sofía de Estambul (repito la pregunta), Nôtre Dame de París (qué grandes proporciones), y San Pedro de Roma (¿idea? No, sólo un Papa con pretensiones divinas que quería una iglesia gigantesca). Y todavía se ve esto en la escuela. Porque el Sobresaliente en Proyectos se lo lleva (no nos engañemos) el que más paneles hace y más bonitos le quedan, y no el que se ha metido tres rayas para tener una idea metafísica (y que, dicho sea de paso, no es capaz de articular palabra para defenderla).

    Pero la imagen se ha ido desvirtuando con el tiempo. Vivimos en una sociedad en la que todo vale, incluso las horteradas valen. Si llevas los pantalones rajados eres un cerdo, pero si te los rompe Zara eres un tío con estilo. Si tienes unas greñas de un tamaño considerable eres un cerdo, pero si te haces la raya sobre una oreja y te tapas el ojo opuesto con el mechón de pelo eres de lo más “cool”. Esto se puede trasmitir al panorama de la arquitectura: construyen un centro comercial en la carretera de Burgos, que le dan un bombo de la hostia. Los anuncios televisivos (demostrando la incultura de los publicistas) lo comparan con el ya mencionado Templo de San Pedro de Roma (digo yo que será porque es desproporcionadamente grande). Y lo peor es que la gente no dice nada, sencillamente le gusta. El Príncipe de Asturias se hace una casita (con el dinero de los españoles), se gasta un pastón, y construye una mierda tan gorda que sería capaz de atascar el canal de Isabel II (¿dónde se han quedado los reyes cultos que mandaban venir al arquitecto puntero para hacer las obras de la corona?).

    Con esta sociedad cómo coño se pretende que se haga buena arquitectura en este país, si es todo un puto círculo vicioso en el que la imagen gobierna. Se nos da la imagen de la vivienda que deseamos (La chocita del príncipe, sin ir más lejos), eso es a lo que podemos aspirar. Si tenemos dinero nos compramos una casa grande (ande o no ande) pero sin estilo ninguno, impersonal. En cambio si no tienes dinero compras, bueno hipotecas tu vida para tener una casa que pagarán tus nietos, de escaso valor tanto constructivo como tecnológico, pero cuya imagen se veía muy bonita en la maqueta del promotor y parecía incluso más grande.

    Imagen, Grande… qué palabras. No nos engañemos, queremos un cuerpo bonito, nos gustan los edificios grandes, a los profesores de proyectos les gustan los paneles bonitos y las maquetas grandes.
    Resumiendo: el tamaño importa, y si no ¿por qué la peña se conoce la vida entera del Lecquio y de todo guaperas que aparece por la tele? (Seguro que no es por el tamaño de su corazón). O, ¿por qué la peña ve Gran Hermano? Porque en cualquier momento se puede ver la belleza y el tamaño del cerebro de alguno de sus concursantes (sabiendo que detrás del televisor hay gente machacándosela como mandriles). Y, para terminar, ¿porqué los niños de hoy en día se tragan los capítulos de los teletubbies como si fueran caramelos de fresa? Espero que no sea por eso.

Un humilde estudiante. 2004.

    Dicen los entendidos que desear es aspirar con vehemencia al conocimiento, posesión o disfrute de una cosa. Esta aspiración con vehemencia surge de alguna parte irracional en nuestro interior, de un modo natural e incontrolado. Son necesidades primarias imposibles de reprimir, que podremos entender, pero no controlar.
    Deseo comer, deseo dormir, deseo sexo, deseo ternura, amor, calor; deseo cosas naturales y sencillas, cosas que todo hombre entiende que se pueden desear y que comparte de algún modo.
    Cuando deseas cosas más complejas como, por ejemplo, el poder, sencillamente enmascaras tu deseo de comer, dormir, sexo, ternura,... etc., creyendo que el poder lleva implícito todo esto.
    Sin embargo, a día de hoy, mucha gente frustrada por estúpidos prejuicios sociales, se permite el lujo de desear una imagen, esperando que ésta quizá les abra las puertas de otros falsos deseos que nunca han podido satisfacer y que nunca satisfarán por lo que éstos tienen de falso.
    Se trata de una controladísima producción social, cuyo fin último es el distraer y el atontar a la gente perdida en un mar de mentiras que no le satisfacen, pero que permiten el correcto funcionamiento y la tranquila continuidad del tinglado en el que vivimos. Normalmente estos deseos se pueden comprar, no nos supone esfuerzo alguno el alcanzarlos. Si acaso existe esfuerzo económico, pero en el mundo del gasto, el dinero no cuesta ganarlo, simplemente se dosifica para restringir nuestro acceso al falso deseo, y para fomentar nuestras ansias de más y más.
    De este modo, el arquitecto, desea cualquier idiotez y la construye amparado en la justificación del capricho disfrazado de deseo. "No sé porqué tiene esa forma, deseaba hacerlo así", y la gente acostumbrada al deseo de pacotilla dirá: "es un gran arquitecto, su pulso piensa por sí mismo, su deseo es puro, su forma es buena". Luego, toda esta mentira se vende, y nadie dudará, nadie pensará que es mentira, nadie pensará que es una farsa. Es deseo, dirán.
    Deseo tener una casa como ésa que vi en "Hogares amables", no la entiendo, pero me gusta, es tan... Es tan impresionante. Es tan colorida. Es tan fanfarrona. Es tan cool. Es tan "a la moda"...

    Más tarde, llegas tú.
    Ya que estudias arquitectura, y estás en primero (o en enésimo), irás a ver el Guggenheim o cualquier otra pieza clave de la basurilla arquitectónica. Uy sí, sí, qué bonito, qué forma, qué museo más elocuente; sí, sí, esto es el futuro, es a lo que aspiro. No has entendido nada (porque no se puede entender lo que es falso, si no es desde la falsedad) pero algo te dice que eso es bueno. Algo muy superior a ti y a mí, algo que no te deja pensar, algo que te esclaviza y te conduce.
    ¿Quién te lo dice?. Piensa, ¿quién te lo dice?.
    Piensa qué es lo que deseas, piensa en lo que te sobra, piensa en lo que crees desear y no deseas. Piensa en todas esas palabras que escuchas balbuceantes, hablando de cosas grandes, hablando de anhelos inalcanzables... ¿valen la pena? Puede que valgan algo, pero... ¿cómo van a valer algo si no son nada?, ¿si no son más que falsas apariencias para impresionarnos con su patética complejidad?, ¿si salen de bocas que años ha sucumbieron ante el encanto de la falsedad? Salen de bocas que se atreven a reprocharnos nuestra ignorancia, cuando han renunciado al saber antes de saber nada.
    Hay que aprender a no dejarse ensimismar por banalidades. Hay que despojarse de todos esos prejuicios que mediatizan hasta nuestros deseos, que nos confunden para que no pensemos en lo verdadero, en lo puro, y perdamos el tiempo hablando de trivialidades como si estuviéramos diciendo algo.
    Piensa en lo que deseas de nuevo. Piensa en tu deseo verdadero. ¿Qué haces aquí?

    Quizás, después de pensar, no hagas una casa en tu vida.

La Repaja. 2004.

    De este mundo no podemos caer. De tal palo tal astilla.
    Hoy domingo, 21 de noviembre de 2004, todo me da asco.
    Y no puedo esconder la cabeza, porque está en todas partes...
    este desfase insostenible, a punto de quebrar...
    Excedentes de lógica y deficiencia de contemplación.
    Tiempo cuantificado → cerebro explotado → plusvalía intelectual que genera soberbia.
    Triunvirato expansivo que lo ocupa todo.
    Pequeñísimo margen comprimido entre generalidades. Nos tienen arrinconados...
    Estamos perdidos. Nueva clase, única y global, podrida de individualismo. ¡Suerte en la vida! ¡Qué tengáis éxito!
    Sólo mi tiempo se muere enfermo... libre de control.
    ¡Os hablo a vosotros y a mí misma!
    No asintáis mirando a lo lejos..."¡pobre insconsciente!".
    Os hablo a vosotros y a mí misma, porque
    no existen muros... ¿no sentís el viento?
    Lo que vemos ahí fuera lo arrastramos dentro. ¿Te seduce la gloria, verdad?

    Hoy domingo, 21 de noviembre de 2004, me siento con más humor que nunca.
    Gestos absurdos se adueñan de mi expresión... ¡sorpresa!
    Sonrisas y divertimento! ¡bienestar y felicidad!
    Tiempo cuantificado.. JAJAJA...
    ¿qué quiero en esta vida? Triunfar. Ya me siento mejor.

A bruxa piruxa. 2004.

    Mientras divagaba ayer sentada en mi cama llegué a la conclusión de que estaba jodidamente feliz, y lo creáis o no me extrañó. Y no es que normalmente me encuentre en un estado continuo de depresión, sino que normalmente no tengo (o hago) tiempo para pensar en la felicidad (qué bonito suena, me voy a permitir el lujo de repetirlo, felicidad!!).
    Y es que cuando estás hecho polvo no puedes parar de pensar en otra cosa, cada vez que te levantas, te sientas, o te haces el café sabes que estás jodido, que hoy no es un buen día y que ayer tampoco lo fue. Pero cuando estás feliz parece que el café sabe mejor y en vez de disfrutarlo se te ocurre sacar el lápiz del bolsillo, porque estás de buen humor, porque es un buen día, y porque ya que me siento bien voy a hacer proyectos...

    Para, para, para!!! Deja el puto lápiz y piensa, y si ya que es un buen día te vas a pasear al retiro y luego a ver una buena peli? Pero no, mi mano saca el portaminas y se pone a dibujar mientras yo me pregunto por qué. Y la respuesta llega casi sin querer, porque te encuentras bien y te apetece hacer proyectos...

    Me gustaría explicarle esto a mi profesor -...mire fulanito, es que cuando me encuentro mal soy incapaz de hacer nada, y claro, menos aún de proyectar... - pero juraría que no lo quiere oír, porque la entrega es un lunes, un martes o un miércoles cualquiera y da igual que estés contento o asquerosamente deprimido: inamovible.

    Así que haces de tripas corazón y sacas una mierda de proyecto de no se sabe qué parte de tu interior que sabes con certeza que te van a tirar porque no te convence ni a ti mismo. Y entras en clase queriendo desaparecer porque es un mal día, porque el café te ha estado sabiendo mal toda la noche y porque tu entrega no vale un duro. Nos ahorramos el trance ese de que las entregas de los demás siempre parecen mejores.... y pasamos directamente al momento en el que tu profesor pasa las láminas que has parido con horroroso trabajo como si fueran los recibos del banco que tanto odia y las guarda en la carpeta mientras te mira con aire jocoso. Algunos te ponen verde allí mismo, otros se callan porque tienes ojeras y no quieren herir tu sensibilidad.

    Bueno, en conclusión, que llegas a tu casa peor de lo que saliste, cansado y con ganas de que haga proyectos otro porque tú te retiras, porque no quieres leer el próximo enunciado y porque es un mal día. Así que esperas a que la mala racha se pase y te vuelvan a entrar las ganas de proyectar...

    Hasta que un día cuando te vas a acostar te das cuenta de que eres jodidamente feliz y no sabes por qué, y divagas un rato sobre tu vida y descubres que tus amigos son más majos estos últimos días, que te lo pasas mejor de copas, que la guitarra suena mejor, y que últimamente te diviertes haciendo proyectos. Y te ríes de tu imbecilidad, de esta puta carrera y de todo lo que implica.

Alice in Wonderland. 2004.

    En uno de nuestros numerosos viajes, imprescindibles en la formación de arquitectos cultos (que no personas), una pequeña apreciación que obsesivamente fue creciendo en nuestras mentes privilegiadas comenzó a atormentarnos hasta convertirse en una propuesta de reciclaje arquitectónico total y avanzado.

    Nuestra teoría consiste en lo siguiente:

- Rendimiento espacial.
- Reutilización arquitectónica absoluta acorde con el nuevo espíritu de la época.
- Y por último rentabilización económica de arquitectura inútil.

    Pensemos, por ejemplo, en el desperdicio que supone una obra como el Palacio Pitti *. Toneladas de piedra bastamente labrada que podrían dar lugar, en un uso más inteligente, a una réplica de las pirámides de Gizeh que se situarían convenientemente en el futuro parque lineal del Manzanares. Pensemos también que una viga Vierendel podría sustituir fácilmente esa construcción obsoleta cambiando la basta compresión de la piedra por la poética tracción del acero, generando una planta libre en la cota 0 donde una gasolinera aportaría más beneficios a la ciudad.

    ¿Qué estúpida razón movió a Brunelleschi para malgastar espacio construyendo alturas de cinco metros? Nosotros, con la nueva viga Vierendel, aprovechamos sus dos metros de canto para albergar las convenientes instalaciones. Tubos de acero galvanizado se esconden tras el falso techo elevando la temperatura de cero a veinticinco grados en tan sólo tres segundos. La innovación técnica, los nuevos materiales, nuestra actitud heroica frente al desafío del futuro… Nosotros, nueva generación guiada por nuestras ansias de bienestar consigue lo que jamás se ha conseguido en la historia de la arquitectura.
    Kilómetros cuadrados de jardines destinados únicamente a espectáculos culturales prescindibles (en todo caso), serían reciclados de una manera más lógica como un gran parking que aumente la capacidad turística de la ciudad, actualmente desaprovechada.
    Y, ¡qué decir del colorido hippy de la fachada de la catedral de Florencia! Qué poco serio… Sería inmediatamente sustituido por un enfoscado blanco, liso, terso, puro… del racionalismo moderno.
    Ni qué decir tieeeeeene (con esa voz rimbombante que a todos nos suena) el tremendo error del Panteón, que con su óculo abierto ni siquiera respeta ni cubre la necesidad incuestionable de la arquitectura: el cobijo. ¡Basta de simetría y espacios centrados! ¡Dejemos de lado el esclavismo arquitectónico y renazcamos en el poder de la asimetría! (Hasta el gran mago Le Corbusier hizo desaparecer sus propios croquis simétricos por el tormento que le producía su mera existencia) JA JA JA.

    Rompamos este deleznable legado que nunca debió existir, levantemos apartamentos, muy necesarios para los estratos sociales más desfavorecidos de Roma. Sólo los intereses del burgués asentado y reaccionario mantienen el edificio en pie ocupando el solar inútilmente.
    A todos esos arcaicos que seguramente nos tacharán de maníacos antimonumentales nos gustaría decirles que contamos con numerosos apoyos en esta cruzada. La petrolera ELF ya ha mostrado su gran interés por el proyecto de remodelación del Palacio Pitti. Asimismo, la constructora Nuova Roma, Patentes Vierendel e Hijos y Demoliciones Simeón SA (DESISA) muestran su apoyo incondicional a nuestros proyectos en el Panteón. ¡Un nuevo mundo es posible!

Matrícula en Proyectos. 2004.

*nota para los “suspenso-en-proyectos”: El Palacio Pitti es una joya del renacimiento florentino bla bla bla en el que por supuesto bla bla bla cuando en España no se llevaba ropa interior bla bla bla… pa’ qué contar más.

    (Este artículo nos llegó hace unos meses por Internet, y como nos hizo gracia y teníamos un hueco, pues lo publicamos. Animamos a la Etsam en general a que imite su ya imperecedero ejemplo y colabore o ciber-colabore con nosotros)

    Para estas Navidades, desde las altas esferas del departamento de Proyectos se está promoviendo la adopción de nuestros vecinos, los estudiantes de Aparejadores.

    Ellos que han tenido una infancia dura, que nunca estudiaron lo suficiente como para al menos intentar ser Arquitectos y que lo más interesante que harán en su vida será controlar la composición de cemento de colores, se merecen una vida mejor. Jamás sabrán lo que es poder cambiar el "skyline" de Madrid con un consolador para lesbianas de 120 metros, ni podrán experimentar el éxtasis que supone romper maquetas a los alumnos porque a sus espacios no les ocurren cosas.

    Si estás interesado en apadrinar a un estudiante de aparejadores sólo son dos bonos de ploteado al mes. Puedes ponerte en contacto con cualquier cátedra del departamento de Proyectos. Si quieres, puedes.

Un pajarito sin cola. 2004.