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Relatos recibidos

para el 1 concurso de relatos fantástico-arquitectónicos del Croque

(los relatos ganadores se publicaron en el Croque 15)

 

::ADVERTENCIA::

La Cúpula Corrupta ha decidido publicar aquí los artículos tal y como nos los han enviado, con sus virtudes y sus defectos. Cada cual es dueño de sus faltas de ortografía, y nosotros no nos vamos a responsabilizar de ellas en esta fase del concurso.

AUNQUE

cuando se proclamen los ganadores, sus artículos pasarán a manos de Sor Típex y, créannos, esa mujer tiene muy mala leche.
(Así que mejor os repasáis lo que escribís antes de enviarlo)

 

LA CALLE ESTABA DESIERTA

CARTA DESESPERADA

CONSTRUCCIÓN

HISTORIA REAL

BUCLE

DOS CASITAS (O NO) (SEGUNDO PREMIO)

EL COLLAR DE TAPAS DE BOLI BIC (TERCER PREMIO)

UN MINUTO DE VIDA (PRIMER PREMIO)

DIARIO DE UN INQUILINO

ERAN LAS 6 DE LA MAÑANA

UN DÍA

INEPTITUD (PREMIO FANTA)

HUMO NEGRO

 

 

LA CALLE ESTABA DESIERTA

    Aquí tenéis una historia que espero os guste tanto como a mí escribirla. Se trata de un relato serio, no es una historia como puede que esperárais, pero creo que existen varias maneras de sentir la arquitectura,no?

 

La desierta calle se encontraba prácticamente a oscuras.

Las farolas estaban rotas o apagadas, sólo la flaqueante luz de una que luchaba por mantenerse viva la iluminaba débilmente. Reinaba un pesado silencio.

Una mano recorrió la oxidada superficie de la puerta gris, tanteando en busca de la cerradura. Tras unos instantes encontró lo que buscaba. Extrajo de un bolsillo las herramientas y se concentró en la vieja cerradura. Trabajaba con extremo cuidado para evitar hacer ruido. Pasó un minuto, y luego otro.

Por fin, un apagado chasquido metálico le confirmó que había descorrido el pestillo. Sentía la tensión aumentar por momentos, apenas podía contenerse para no franquear la última barrera que le separaba de su tan ansiado objetivo.

Apoyó la mano en el pomo y una corriente de emoción le recorrió el cuerpo. Sólo tenía que girarlo y cruzar el umbral, y entonces...

Sabía que el momento había llegado. Mucho tiempo había aguardado, más del que podía recordar. Demasiado.

Un leve giro de muñeca y la puerta de hierro se abrió con un suave gemido. Dio un paso al frente y la cerró tras de sí.

Negra oscuridad lo envolvió. Nada se oía. Había penetrado en un reino del silencio, en el que todo sonido quedaba ahogado.

Y, sin embargo, sentía. Podía sentir la edad del lugar, como un peso que lo oprimía y al mismo tiempo llenaba de profundo respeto. Se tuvo que arrodillar y tocó el frío pavimento recubierto de musgo. Se sentía un extraño hollando un lugar desconocido y amenazador, pero sabía que tenía que estar aquí.

Poco a poco, sus ojos se fueron acostumbrando a la oscuridad y distinguió las oscuras sombras de unos árboles. Arbustos de formas imprecisas se alineaban en torno a lo que parecía un camino que se perdía en la negrura.

Vacilante, se puso en movimiento. Las sombras de los árboles se deslizaban como fantasmas a su lado a medida que avanzaba. Andaba alerta, atento a cualquier sonido amenazador, pero nada se oía. Sólo el silencio.

Y entonces la vio.

Sus negros contornos se recortaban contra el cielo sin estrellas.

Con forma de rectángulo apoyado longitudinalmente, la casa parecía un gigante caído. Pese a no elevarse a gran altura, desprendía una imponente majestuosidad y dominaba la totalidad del espacio.

El camino hacía un giro a la derecha y continuaba siguiendo la fachada de la casa. Se acercó hasta tocar la pulida superficie y sintió frío. Deslizó la mano por ella y no encontró ninguna irregularidad. Siguió andando por el camino sin separa la mano de la superficie.

Parecía mármol negro, una inmensa pieza desprovista de vetas, dura y fría. La mortecina luz que llenaba el ambiente era absorbida por la piedra, que brillaba suavemente en inquietantes tonos negro-azulados.

Varias decenas de metros más adelante vislumbró un corte en la fachada, que identificó como el acceso a la casa. Sin embargo, no se atrevió a acercarse a menos de unos metros.

Algo en aquél rectángulo que rompía la línea de la fachada y penetraba en ella  lo inquietaba. No podía distinguir la puerta, pues debido a la profundidad del hueco, todo se encontraba sumido en la más absoluta oscuridad. Pero había algo más, tal vez incluso amenazador, a lo que no podía dar causa concreta.

-         ¿Parecen las fauces de un animal que te vaya a devorar, verdad?

La voz surgió de entre la espesura, a sus espaldas. Asustado, se giró bruscamente y retrocedió unos pasos mientras con la mirada recorría frenéticamente  la opaca vegetación.

-         Yo no retrocedería más. Está hambrienta.

Se detuvo al instante y miró hacia atrás. Casi se había metido en la entrada. Ahora podía discernir parte del negro contorno de la puerta en las sombras, como una garganta abierta dispuesta a tragarlo. Dio rápidamente unos pasos al frente.

-         ¿Quién eres?- le espetó, sin saber de qué dirección provenía la voz.

-         Antes de nada, - respondieron las sombras, - no tienes nada que temer aquí por mi parte, pues te estaba esperando. Sabía que llegarías. Llevo mucho tiempo aguardando este momento.

La voz se desplazaba. Instintivamente retrocedió un paso.

-         Por favor, no te acerques a la casa, no te deseo ningún mal. Eres tú, lo presiento. No puede ser otro.

Seguía acercándose. Tenía que estar ya bastante cerca, mas sólo veía oscuridad. Reprimió el deseo de retroceder.

-         Dime, ¿porqué has venido a este lugar? ¿Que te hizo venir?

No quería responder. Quería salir corriendo, dejar atrás esta absurda situación; pero sabía que no era posible. No llegado a este punto. No habiendo entrado.

 Respondió:

-         No... no lo sé. Siempre he... querido venir aquí.

-         ¿Te llamó, no es eso? Te atrajo. Sabías que este era el lugar al que tenías que acudir. A esta casa.

Silencio.

-         Veo que estás confuso y no sabes responder. Pero necesito que me contestes. Mucho depende de ello. ¿Qué sentiste cuando tocaste la pared?

-         Frío. Y vida,... - no sabía como expresarlo con palabras. -....algo viviente. No sé describirlo...

-         Pero ya lo has hecho. Percibes su presencia al igual que yo. Oíste su llamada y supiste que tenías que venir. Y, ahora que estás aquí, ¿Qué vas a hacer?

Mientras la voz hablaba, una pequeña figura tomó forma a un unos pasos de él. No debía de medir más de metro y medio, y una laga cabellera blanca enmarcaba su rostro surcado de arrugas. Se apoyaba sobre un tosco bastón y vestía únicamente unos harapos llenos de hojarasca. Sin embargo, sus ancianos ojos brillaban sosegados y despedía una sensación de paz y tranquilidad.

-         Viniste sin saber qué te aguardaba tras los muros del jardín. Ahora has visto la casa y sabes que no entrarás en ella. Y eso te confunde y crees que no sabes qué hacer a continuación. Pero en realidad ya has asimilado la verdad. Sabes que no estás destinado a entrar en la casa. Te llamó para otra cosa. ¿ Sabes cual es, verdad?

El anciano sonreía mientras hablaba. Cogió la mano del joven y depositó en ella una hoja.

-         Mi tiempo aquí ya ha pasado; el tuyo comienza ahora. Sé que lo harás bien.

Diciendo esto, dio media vuelta y comenzó a alejarse. Su figura fue confundiéndose poco a poco con las sombras.

-         Ella también lo sabe, - dijo, y desapareció en la oscuridad.

Atrás quedó el joven. Cerró cuidadosamente la mano sobre la hoja. Sabía lo que tenía que hacer. Un ciclo había concluido y otro daba comienzo.

The black violet. 2005.

ARRIBA

 

CARTA DESESPERADA

Rebuscando en el bolsillo de mi chaqueta encontré un papel arrugado que no recordaba haber puesto allí anteriormente. Al desplegarlo, un súbito sentimiento de clarividencia me hizo recordar que lo había visto tirado en algún lugar y al comenzar a leerlo despertó mi interés, pues era una carta que bien podía haber ido dirigida a cualquiera de nosotros. Lo que encontré en esa carta os lo reproduzco a continuación:

 

“Año 58 de la Edad Virtual. Durante los últimos cien años, la tecnología ha ido avanzando a pasos agigantados, pero ni siquiera los más visionarios pudieron prever la evolución que ha sufrido nuestro planeta.

           Todo empezó hace mucho tiempo. Por entonces, en la mejor escuela de arquitectura del mundo nadie podía sospechar que cada vez eran más los arquitectos que, bajo la máscara de profesores de proyectos, predicaban con sus oratorias las enseñanzas ancestrales de una orden hasta entonces desconocida. Por los pocos documentos que hemos podido rescatar creemos que tuvo su origen a mediados del siglo XX en una pequeña aldea francesa en cuya iglesia predicaba un monje suizo de nombre Corbu Sier. Pero, hoy por hoy, la información no es lo que se dice demasiado fiable...

            Los antiguos conocimientos se complementaban con la enseñanza de la destreza del Autocad. El alumno controlaba un sencillo programa de ordenador que cada año se mejoraba y reprogramaba, ganando agilidad, capacidad... y autosuficiencia. Autocad empezó siendo la herramienta perfecta de los arquitectos para el control de las futuras generaciones de alumnos, pero con el paso del tiempo sustituyó a éstos en las tareas de proyecto y finalmente de ejecución de las obras de arquitectura. Autocad se hizo cada vez más fuerte, comenzó a extenderse por el planeta, ampliando sus dominios, estableciendo sus bases y debilitando a los Arquitectos. Su compleja tecnología y décadas de sabiduría comprimidas en un chip del tamaño de una uña, llevaron a Autocad a construir el principio del fin: la Máquina de habitar. Las antiguas ciudades fueron arrasadas y versiones clonadas del programa llamadas CADs (Constructor de Arquitecturas Destructivas) comenzaron a diseñar sus nuevas urbes empleando como arma el malévolo Plan Voisin y fabricaron en serie unidades de habitación y casas modelo “Farnsworth” para ser ocupadas por dichas Máquinas de habitar. Los humanos comenzamos a ser prescindibles, pues nuestras capacidades físicas y mentales habían sido superadas. Las Máquinas exterminaron a sus únicos enemigos humanos, la raza de los Arquitectos, pues eran los únicos capaces de visualizar el espacio y decodificar los códigos de belleza de “Farnsworth”. Cuando cayó el último de ellos, un anciano de nombre Juan N. B. que se ocultaba en una secreta gruta subterránea llamada Al-kahn-tarilla, comenzó el reclutamiento de los humanos no-arquitectos. Autocad descubrió que éstos funcionaban como baterías para sus Máquinas de habitar, al parecer gracias a un líquido de curioso color dorado que consumían con frecuencia, llamado cerveza, que además ayudaba a los nuevos seres metálicos a decodificar con mayor velocidad los códigos de belleza de “Farnsworth”; por ello, vastas extensiones de terrenos baldíos se convirtieron en campos de cultivo de humanos, conectados al CAD central. Algunos conseguían deshacerse de cables y escapar, estableciendo guerrillas de supervivencia bajo tierra, pues la cota “cero” había sido tomada por las computadoras. Ahí fue cuando el CAD central asestó a nuestra especie el golpe definitivo creando Corbux, un complejo entorno virtual proyectado a partir de polilineas extruidas para formar un modelo 3D casi perfecto, en el cual se insertaba la memoria de los humanos como imagen de trama creando en nuestras consciencias un perfecto fotomontaje que nos impedía distinguir la realidad de lo virtual. No sabemos bien cómo, unos pocos de nosotros hemos conseguido burlar la seguridad del sistema (o eso esperamos) alojándonos en un archivo oculto, y formamos un núcleo de resistencia, el Espacio Terrestre de Supervivencia y Aniquilación de Máquinas (ETSAM). Esperando la llegada de un profeta que nos libere, confiando en que quizá la historia de Juan N. B. fuera una invención del CAD central para hacernos perder la esperanza y en que siga oculto en alguna parte del sistema operativo que nos oprime, recopilamos datos con objetivo de recuperar el conocimiento de los primitivos Arquitectos para ser capaces de construir sin depender del control del CAD y trasmitir nuestros hallazgos a todos aquellos que, como nosotros, quieran volver a ser libres. Este archivo de texto no es sino un grito desesperado por la liberación. Espero que llegue a manos de aquél que pueda salvarnos, quizá en otra dimensión o tiempo, o quizá inmerso también, sin saberlo, en esta pantomima virtual llamada Corbux.”

Morfeo. 2005.

ARRIBA

 

CONSTRUCCIÓN

Ahí va una historieta simplona y sin alardes  ni florituras literarias. Espero que le  guste a alguien. Y si no pues no me quedara más remedio que quemar vuestras casas con vuestras familias dentro.

Ya habían pasado 30 años desde que Gallardón I “el constructor” se hiciese con la ciudad por la fuerza, y la presentase a 7 candidaturas olímpicas seguidas, después de eso el porcentaje de suelo en construcción quintuplicaba al urbanizado. Así empezó esta nueva era para ella y sus gentes pero esto queda tan lejos ya, que es completamente irrelevante, lo que merece la pena contar es lo que sucede ahora, como funciona el sistema y como nadie hace nada para impedirlo.

            La gente se ha adaptado a vivir de esta manera, en una zona en construcción, es imposible echar marcha atrás, el motor de la economía son las obras y todo funciona de acuerdo con esto. El mercado laboral se divide en promotores, funcionarios públicos, ingenieros, y obreros, y funciona de una manera circular. Los promotores “pagan” a los funcionarios por licencias para abrir obras, luego pagan a los ingenieros y a los obreros por realizarlas y luego reciben dinero del estado por los servicios prestados. El dinero del estado proviene de los impuestos que pagan funcionarios, promotores, obreros,  ingenieros, y de las otras naciones que conforman España pero que por supuesto no saben nada de su aportación a Madrid ya que gracias a las obras esta figura desde hace años como la comunidad con más crecimiento económico de toda España.

            Para que el ciclo sigua funcionando las obras deben de estar siempre abiertas, y así es, por el día se abren zanjas, que se cierran por la noche para volver a ser abiertas. Se construyen casas que en cuanto son terminadas son tiradas abajo para crear autopistas que acto seguidas son llenadas de Atasco, con lo que tienen que ser cerradas para ser ampliadas. Y así es como consiguen que todo este en un estado permanente de construcción. Por supuesto en esta situación de obras que se extienden al infinito resulta imposible albergar la mas mínima esperanza de que algún día se construya una casa en la que se pueda vivir si que sea demolida con lo que hace tiempo que la gente se resigno a vivir parasitando grúas, túneles, zanjas, etc.… Yo tuve suerte y conseguí una grúa con buenas vistas y un amplio salón-comedor-cocina-dormitorio-baño, otra gente con menos suerte vive en “madrigueras” en zanjas. Pero esto es irrelevante

            La duda que siempre me planteo es, porque nadie hizo, ni hace nada. Siempre pensé que fue porque el cambio sucedió de manera gradual y la gente poco a poco se fue acostumbrando y asumiendo que la situación era normal, sin darse cuenta de nada, pero ahora sé que no fue así. El cambio fue brusco, todo sucedió en un solo año. Allá por el 2005 se abrieron 45 grandes obras simultáneas, y en 2006 antes de que se cerraran se abrieron otras 60 y así en 5 años no había marcha atrás. La gente no reacciono no porque no se percatasen del cambio, si no por la falsa ilusión de que era una situación transitoria, y de que acabaría pronto y todo seria maravilloso, todos los años se cerraban unas cuantas obras y las previsiones siempre eran favorables. Esto fue así durante un tiempo y luego dejo de ser necesario porque la gente ya había perdido su capacidad de protestar, junto con la capacidad de pensar.

 Siempre me pregunte por que esta se ha perdido, y he llegado a la conclusión de que cuando vives dentro de un  organismo mas grande que tu estas a su merced, a cada paso que das por su interior te comunica información hasta que llega un momento que te abduce, que te conviertes en un reflejo de él.  Además cuando te privan de tu tiempo para pensar te privan de tu capacidad para crecer como persona, si para cada cosa que tienes que hacer necesitas invertir tres horas o más, y siempre bajo un stress constante, porque llegas tarde hay un momento en el que ya no puedes encontrar ni un solo minuto para pararte a pensar. Así es como han conseguido privarnos de la capacidad de reacción, no por el control de nuestra mente sino de nuestro tiempo. Somos hombres en una ciudad en obras y con un cerebro en construcción y que nunca estará acabado.

Todo funciona mal y así debe seguir para evitar una revuelta. Para moverse existen 2 posibilidades, El Atasco, y el metro (andar por supuesto es imposible ya que hace tiempo que no hay aceras). El Atasco consiste en una fila interminable de coches sin espacio entre ellos que se mueve lentamente y al unísono, como un río de barro que se desliza compacto y lento por una pendiente. Los coches no son de nadie, es inútil tener coche, ya que una vez introducido en El Atasco es imposible sacarlo de él además no se puede dejar en  ningún lado. Tú te limitas a montarte en el coche que veas mas cerca y te dejas llevar hacia tu destino. El metro podría ser mas rápido pero se aseguran de que no sea así, cada noche cierran cuatro o cinco líneas al azar para asegurarse de que sea imposible hacer el mismo recorrido dos veces seguidas, además suelen dejar parados trenes entre estaciones aleatoriamente para evitar toda posibilidad de movimiento fluido.

Lo peor es que es imposible huir, no se puede escapar, solo en avanzar 3 Km. se pueden tardar 5 horas así que en conseguir llegar a una zona que no esté colapsada se pueden tardar meses. Solo espero que alguien lea esto y haga algo, flete un avión, un helicóptero, lo que sea  y nos saque de aquí.

El ciudadano abrumado y ulcerado. 2005.

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HISTORIA REAL

Esto no es una historia para el concurso (aunque no me importa que tenga publicidad en él), es una historia real, que nadie quiere escuchar o no me atrevo a contar porque temo me vuelvan a encerrar o recetar aquellas medicinas que tanto daño me hacían...  

Trataré de resumir esta pesadilla

 La historia comienza cuando tenía doce años, en que fui seleccionado por un equipo de psicólogos y arquitectos como sucesor para el siglo XXI de los mejores arquitectos habidos en el siglo XX, en tooo er murdo. Mi vida desde entonces hasta ahora ha sido un cúmulo de calamidades endurecedoras y pruebas de inteligencia, como la separación de mis padres, el embargo por parte de Barclays Bank del piso de mis padres, mi escaso éxito con el sexo contrario y con el proprio, y sobre todo, todo tipo de difilcultades académicas: por ejemplo, en todos los exámenes bien de física, bien de matemáticas que he hecho a lo largo de mi vida desde los doce años, el profesor en cuestión siempre incluía uno o varios ejercicios que desconocíamos la forma de resolverlos los alumnos, quizá porque no había sido explicada en clase; esto no eran más que pruebas dirigidas hacia mí, para comprobar los psicólogos mi talla intelectual y que no estaban equivocados. Es decir, soy un especie de "Truman" hispano (El show de Truman).

Más aún en todas la entregas finales de prollectos siempre he tenido que sortear alguna dificultad especial, mi padre en la UCI al borde de la muerte, ser coprotagonista de un escandaloso adulterio, soportar la mofa del catedrático de turno sobre mis orgasmos retardados (¡¡¡chic@s!!!) o ser mi vehículo de 18 añitos víctima de unos "gamberretes" ¡a una semana de la entrega!!!!

 Pero lo mejor llega al final, fui agraciado con la Beca de la Fundación Caja de Arquitectos para trabajar en ¡¡¡ Foster and Partners!!!! y una vez allí descubro, a través de insinuaciones que soy .......... ¡¡¡ el hijo adoptivo secreto de Lord Norman Foster !!!!!!!! pero nadie lo quiere reconocer, no me toman en serio, me mienten, nadie quiere decirme la verdad ... escribí a Elena Ochoa y no contesta, ya no sé que hacer ...

 ¿triunfaré? como predice mi oráculo

 o seré un fracaso más de la Ciencia????
puede alguien darme un consejo???

(el resultado en próximas entregas) 

Ignatius Reilly. 2005.

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BUCLE

 

1...2...3...4... Me encanta contar mis pasos cuando entro en un edificio nuevo. 10...11... Pie izquierdo, pie derecho. Mis papás a veces me llevan de visita a ver a sus amigos y en las casas donde viven disfruto sintiendo los espacios que hay a mi alrededor,  y me gusta experimentar con ellos descubriéndolos de formas distintas y divertidas. Mi amiga Samantha dice que son tonterías, pero eso es porque no lo entiende. Por eso yo saco más nota que en ella en "Naturales". 21...22...30..¡Ups! 23...También me gusta entrar en las casas corriendo a toda velocidad, aunque como son nuevas para mí, no sé por donde ir y mis papás se vuelven locos buscándome y corriendo detrás.

Otras veces lo que hago es cerrar los ojos, agarrar la mano de mi mamá y recorrer muchos pasos (20 ó 30) sin abrirlos. ¡Cuando los abro a veces no sé ni donde estoy!

46...47...48... Una vez entre en una casa grande y misteriosa, con un pasillo largo que volvía sobre si mismo, que tenía unas ventanas que a veces miraban a un patio interior y otras, a la calle. Y un montón de puertas por las que cuando entrabas, no sabías hacia donde salir.  Daba un poco de miedo. Hoy vamos otra vez allí.

Lo que más me gusta de todo es entrar en los edificios hacia atrás. Avanzar pero mirando hacia la entrada. Mis papás suspiran y dicen a los dueños de la casa que es que estoy un poco loca. Yo me río mucho. No es verdad que esté loca.

51... 52... ¡Y salgo corriendo otra vez! Me he soltado de la mano de mi mamá y me dirijo por el pasillo a toda velocidad. Como sigo mirando hacia atrás, veo a mis padres gritarme enfadados y mi papá además comienza una persecución detrás de mí (Bueno, en realidad delante). Para que no me cojan me doy la vuelta y continúo avanzando por el pasillo contando los pasos cada vez más deprisa. 78, 79, 80... Primer giro a la izquierda. Otro pasillo. Segundo giro. Otro pasillo. El cielo se empieza a oscurecer ¿Una nube? Sigo a toda velocidad y giro dos veces más antes de llegar al comienzo del corredor, que está ya muy oscuro, como si fuera de noche. Mis papás y los dueños no están. Claro, me deben estar persiguiendo todavía, así que si avanzo hasta el siguiente giro seguro que los veré. Y sigo con mi alocada carrera, una vuelta, y otra...

Y allí están. 221...222... Vaya, van con una niña, paseando tranquilamente. Es rubia y tiene unos preciosos bucles dorados que le caen sobre los hombros. Va cogida de la mano de mi mamá. La niña mira hacia donde yo estoy y avanza hacia mí. ¿Mis papás están andando hacia atrás? 230... 230...230...

La niña soy yo, ya casi estoy junto a ellos y me reconozco. Estoy contando mentalmente mis pasos y estoy planeando una travesura. Voy a soltarme de la mano de mi mamá y voy a correr por el pasillo...

 

222... 221... 220

 OXO.2005.

 

Para todos aquellos que creen en la Gran Explosión y sueñan con la Gran Implosión.

 

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DOS CASITAS (O NO)

Había una vez un proyecto con maqueta de cubitos de metacrilato de colores que se combinaban según un sistema de tetris, o mejor, de pixelación... que convertía la fachada en una superficie filtrante de luz y espacio de gran sobriedad y limpieza.

 Las circulaciones se resolvían magistralmente por medio de una torre de comunicaciones verticales situada a ¾ del extremo de la fachada principal. En segundo lugar, porque habría sido una aberración hacer un proyecto simétrico y en primero, porque ¾ es la proporción entre la velocidad de vuelo de la mosca tsé-tsé y la tasa de natalidad del escarabajo pelotero estando ambos expuestos a una temperatura de 40ºC; habiendo sido el estudio de estos insectos el origen del germen espiritual del espacio proyectual.

 El acceso al edificio se realizaba a través de una pequeña plaza en la que se recorría una ingeniosa promenade arquitectónica en rampa, basada en los espacios y recorridos descubiertos al seccionar una col de Bruselas. También se disponía de espacios verdes para parque infantil.

 El muñequito de dar escala vivía feliz es este edificio, paseaba por la plaza, disfrutaba de su terracita (o espacio abierto-privado) creada por el hueco entre píxeles, y disponía de una vivienda flexible gracias a los paneles móviles que le permitían aislar el cuarto de baño o dejarlo abierto al salón.

El muñequito de dar escala era soltero y ocupaba un cubito de color amarillo (para un habitante) mientras su vecino vivía con la muñequita de dar escala y dos muñequititos de dar escala en un cubito naranja (para familia estándar).

 El edificio era una perfecta máquina de habitar en la que todos los muñequitos de dar escala posaban felices.

 

Había una vez un edificio que tenía algunos huecos misteriosos en su fachada. La mayoría de ellos habían sido cerrados para crear galerías que dotaran de un poco más de espacio a las viviendas. Pese a la prohibición de estropear la sobriedad y limpieza de la fachada, hileras de ropa de los más variados colores, tamaños y texturas colgaban de todas las ventanas reflejando la vida que había en el interior de cada vivienda.

 Los habitantes subían a sus casas por la escalera de incendios, que había sido añadida ya que no se cumplía la normativa CPI 96 y que pillaba mucho más a mano que la principal.

También resultaba mucho más cómodo llegar a la escalera cruzando el césped, en el que ya se había formado un camino por el paso de la gente, mientras en la rampa de la plaza los niños se tiraban con el monopatín.

 Uno de ellos fumaba su primer cigarro con un amigo escondido en la escalera principal, por donde nadie pasaba, mientras su hermano perdía la virginidad con una vecina dos años mayor dos plantas más arriba, en la misma escalera.

En casa, los paneles móviles, que llevaban en la misma posición desde el momento en que los pusieron, acumulaban polvo en sus raíles mientras la abuela, (a la que no se había tenido en cuenta en el diseño de vivienda familia-estándar) ponía flores en agua en el lavabo que, por alguna extraña razón, estaba en el salón.

 La precaria. 2005.

ARRIBA

 

EL COLLAR DE TAPAS DE BOLI BIC

El calor comenzaba a ser agobiante. Aquel zumbido rítmico de fondo le empezaba a oprimir los tímpanos. Odiaba aquel maldito sótano mal iluminado. Le quedaban 20 minutos para explicar delante del consejo el porqué de su existencia durante los últimos 4 meses. Le faltaba todo, el oxigeno, las horas de sueño, ver alguna de sus metas cumplidas. Si por lo menos hubiera tenido suerte con ella…

Uno de los zumbidos cesó momentáneamente y atrajo su atención, pero una multitud murmurante le disuadió de acercarse, su hora todavía no había llegado.

 Quería tener éxito por una vez, estaba ya bastante frustrado, no le quedaba tiempo para nada. El tiempo corría, ya solamente quedaban 15 minutos. Una sensación mezcla de impotencia, ira y hastío empezaba a recorrer como descargas eléctricas discontinuas su organismo.

 Los zumbidos crecían de ritmo y los murmullos comenzaban a ser ensordecedores. La venilla de la sien le latía contra el temple agitadamente. 12 minutos, no lo iba a lograr. Tendría que entrar en el terreno de las ninfas implorantes. La imagen de ella volvió a materializarse en su cabeza, a ella se le daba tan bien!

 7 minutos, uno de los zumbidos comenzó a chirriar arrítmicamente y se paró. Los murmullos se convirtieron en una masa enloquecida que se dirigía sin control hacia la fuerza ordenadora. No podía más, se empezó a derrumbar. Gotas de sudor le corrían por la nuca y sus párpados que llevaban 48 horas sin cerrarse se fundieron en una amalgama con su globo ocular en las cuencas hundidas de sus ojos. NO LO CONSEGUIRÍA, iba a fracasar otra vez.

 Entonces, de repente, le pareció que el tiempo se paraba, una suave brisa le refrescó la cara y las ideas y sintió como la cafeína volvía a correr por sus venas. Los asquerosos tubos fluorescentes se convirtieron en focos de teatro que iluminaban un pasillo por donde pasaba ELLA. Comenzaron a sonar notas de una canción de Barry White. La deseó intensamente, desde las suelas de sus zapatillas azul eléctrico pasando por su suéter a cuadros verdes y azules y su minifalda de lana con mallas negras debajo. Y en un rapto de pasión  quiso arrancarle con los dientes su collar de tapas de boli bic.

 Comenzó a moverse hacía ella a través del pasillo de luz. La música subía de volumen, y notó como todos los murmuradores se callaban y se apartaban de su camino mirándole. Por fin llego hasta ella, la cogió por la cintura y le dijo:

“Ven, vámonos de este antro de perversión, se ha jodido el último ploter y tú tampoco vas a poder entregar. Ya no tengo nada más que perder, y tú tampoco. Ven conmigo e iniciemos una vida lejos de aquí, te amo, te necesito, siempre te lo he querido decir, pero nunca me he atrevido hasta ahora”

 Ella le miraba arrebolada, no sabía  que decir, gorjeaba palabras inconexas y sus ojos se salían de sus orbitas. Un silencio sepulcral reinaba entre todos los murmuradores que les miraban atentamente. Por fin titubeando ella comenzó a decir:

 “Joder tío! Que mal estás! Cuántos días llevas sin dormir? Bajaba a decirte que han aplazado la entrega a pasado mañana, vente conmigo a la cafetería anda!”

 Nomedatiempo. 2005.

ARRIBA

 

UN MINUTO DE VIDA

Acaricio lentamente el lomo del libro de Alejandro de la Sota que sostengo en mis frías manos. Llevo ocho años y diez meses encerrado en mi zulo haciendo una entrega de construcción: obra gruesa que se me antoja eterna... Por las noches sueño con viguetas y durante el día mi anémico cuerpo carente de esperanzas las dibuja. La última vez que vi a mis amigos aún tenían pelo, pero ahora... Abro el libro por las primeras páginas y dejo que Sota me vuelva a hacer amar la arquitectura, pero donde antes veía textos maravillosos ahora sólo veo un nubarrón... maldito astigmatismo....

-Oh, Sota, hazme amar la arquitectura...

Ante mis ojos se arremolina la imagen de un señor bajito, vejete y calvo... me suena de algo...

-Hola, amigo, soy Alejandro de la Sota, y vengo a concederte un deseo

Al principio no soy capaz de creerle, pero con cara de resignación dibuja un croquis del su vivienda en Alcudia en el margen de mis apuntes de Mates I, y veo la luz... Cierro mis ojos durante un segundo y reflexiono seriamente sobre lo que voy a decir. Entonces lo digo. Y él contesta:

-Como desees...


***

Abro los ojos, y estoy tumbado mirando al cielo... Esto es el paraninfo... Lo sé por el olor a porro y cerveza que me rodea, y por la música de fondo, y el césped entre mis dedos... Me recuesto a mi izquierda y acaricio el tercio de cerveza que sostengo en mi mano. La saboreo lentamente y pienso sobre la inmensidad... pero no me sale, yo no sé pensar en eso... en vez de rallarme pienso en mi novia, la preciosa chica que me mira por encima de su mini.
-¿En qué piensas? - dice con su acaramelada voz.
-¿En arquitectura?... - no sé por qué contesto eso, lo cierto es que nunca he entendido muy bien que es eso.
-Ah, acabas de leer el artículo de El País sobre Calatrava, ¿no?
-Debe ser eso.
-A mi me encanta, es tan dinámico...
-Julieta, siempre me has gustado por la mente de artista que tienes...
-Pensé en meterme a arquitectura, pero como tú te ibas a meter en filosofía, y tampoco me disgustaba...
-¿Qué tal llevas el examen de Kant del lunes?
-Mierda, deja de pensar en eso y bésame...

Acaricio su pelo y me sumerjo en el sabor de malta de sus labios, en el olor de su champú... Mañana es sábado y tengo dos días enteros para disfrutar de la vida... Me encanta ser quien soy...

***

-Dijiste sólo un minuto....

***

El monitor de mi portátil aparece ante mi deslumbrándome... En la pantalla hay una ventana de messenger de hace seis meses que pregunta "q tl la ntreg?"...Ya no me sale la sonrisa sarcástica... Mientras me acostumbro al zumbido del ventilador y a la oscuridad de mi zulo me pregunto qué ha pasado. Sea lo que sea, sé que es verdad porque hay un croquis precioso en mis apuntes de Mates I, pero no recuerdo nada. Bueno, es igual... Mañana es sábado y tengo dos días enteros para dibujar bovedillas... La entrega no espera. Mi vida sí...

Miracle Max.2005.

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DIARIO DE UN INQUILINO

… Las paredes de mi nueva habitación…

 

 

las paredes permanecen quietas, aún no tenemos confianza y nos respetamos. Como comprenderás no voy a contarle mi vida a una pared, sería de locos….

 

las paredes me escuchan, se convierten en mis amigas, mis confidentes y me guardan mis  secretos. Reímos, lloramos y hacemos planes para el futuro…

 

las paredes se enfadan, qué le voy a hacer, son muchos años aguantando mis confesiones. Se han vuelto esquizofrénicas al no saber a quién deben servir, a cual de los dos lados contar la verdad y a cual engañar…

 

las paredes se pelean, cada una quiere ser la favorita. Así, tendrían claro a que lado servir. Mi silencio no hace más que irritarlas, aunque comprenden que no puedo elegir una, todas me sirven para algo…

 

las paredes se reconcilian y se unen, descubren que a través de las esquinas pueden compartir sus informaciones. No me lo quieren decir, pero creo que esta nueva amistad no es más que un engaño contra mí…

 

las paredes se agrietan, sin decirme nada se han transformado como retratos de Dorian Gray que sufren las consecuencias de mis actos. No les importa este suicidio, prefieren un trágico final si con ello consiguen abatir al enemigo…

 

 

las paredes se derrumban.

 

        

 

 

   Terminado en Z. 2005.

ARRIBA

 

ERAN LAS 6 DE LA MAÑANA

     Para toda esa gente que siente que esta perdiendo el juicio, y a la vez llegando a la lucidez

     Eran las 6 de la mañana, ya había visto todo lo que se puede ver, incluyendo la teletienda.
    Era esa hora odiosa en la que algún desgraciado había decidido poner un reloj en los programas de madrugada.
    Un pequeño reloj circular, en la esquina inferior derecha de la televisión, que hacía patente que el tiempo se te escurría entre los dedos, y cuyas manillas giraban impasibles riéndose de ti y poniendo de manifiesto que nunca tendrías la entrega tan acabada como te deberías.

    "La arquitectura es infinita, como la paradoja de Aquiles y la tortuga"
    Esto ya lo había pensado muchas veces, pero  esta vez no lo pensaba si no que era una línea la que me lo decía, en realidad se lo decía a un sombreado, pero esto no llamaba mucho la atención ya que lo que más la acaparaba era la acalorada discusión que mantenían un sombreado y una polilínea que se empeñaba en ser un contorno no valido, cuando era obvio, tanto para el sombreado como para mi que si era valido.

    Esta fue la gota que colmo el vaso así que los sombreados y yo decidimos declarar la guerra a la tiranía de las polilíneas.
    Fue una guerra cruda y dolorosa, sin cuartel, perdimos muchos sombreados y otros quedaron mutilados de forma terrible definiendo geometrías aberrantes con sus cuerpos. Pero al final vencimos.

    Después de esta guerra, los sombreados y yo decidimos ejercer el derecho a mandar que tanto sudor y sangre nos había costado. Así conseguimos que todos los contornos por complejos y excéntricos que fuesen se pudiesen sombrear.
    Extendimos así nuestros dominios a pasos agigantados, sombreándolo todo a nuestro paso. Y así fue como llegamos al final del espacio del autocad. Allí donde el autocad terminaba se veía un abismo.

    Aquí fue donde los sombrearos decidieron parar, no estaban dispuestos a seguirme, a ellos en el origen, les esperaba su hogar e inmensas riquezas acumulados en nuestras conquistas, pero a mi solo me esperaba un señor homosexual y del opus, que amaba la arquitectura blanca y tenia una cátedra en su poder. No podía volver, no había marcha atrás.

    Así, solo y armado con un recortar en una mano y un achaflanar en la otra, salte al vacío.
    Caí, caí lentamente como Alicia en el país de las maravillas. Caí y ví según descendía, que el universo del autocad reposaba sobre 14 columnas, que se apoyaban sobre siete elefantes, que a su vez se apoyaban sobre 4 tortugas. Y mas allá 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y 1s y 0s y LUZ, Luz, luz cegadora, resplandeciente, pura, limpia, reveladora. Ahí estaba la verdad, lo puro, lo esencial, lo primigenio, lo único que tenia trascendencia.

    Después de eso todo daba igual porque allí uno se daba cuenta con una certeza demoledora de que la arquitectura, las charlas sobre arquitectura y en general todo lo que sucedía en la escuela era una PUTA MIERDA, era menos que eso, era NADA, NADA MALOLIENTE Y PRETENCIOSA, UNA GRAN NADA, que la gente fingía ver por no sentirse estúpido, era como el traje nuevo del emperador que todos veían pero nunca estuvo ahí.

Oigo voces. 2005.

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UN DÍA

    Un día –sí, así como os lo cuento fue- un día digo, o no, fue una noche; sí perdón, una noche, eso es, una noche sucedió: que volvía yo de algún lado, era tarde y volvía de algo así como de una fiesta en casa de una amigo, y sucedió lo que os quería contar: que volvía, sí, andando solitario, con ésa extraña sensación, al recorrer las avenidas vacías, de pensar cuán distintas son, cuánto es el cambio, respecto a cuando es de día y están llenas de gente. Y fue entonces, al cruzar una esquina, bajo de una farola, cuando me vino esta impresión de la que tanto os estaba intentando hablar, al principio: y es que miré hacia arriba, a las casas, a las ventanas… y una extraña sensación me recorrió el cuerpo.

    Por un momento, sentí… que la ciudad en la que me movía no era… sino un enorme decorado… de teatro.

    Aquella impresión me tuvo preocupado, y al día siguiente, en contra de lo que esperaba, no se me pasó del todo, con la resaca. Muy a mí pesar le estuve dando vueltas en el desayuno-comida, sin saber muy bien en qué pensaba. “¿Un decorado? ¡Qué tontería!”  Pero, no, no se me quitaba de la cabeza… Me incorporé sudoroso –de una tardía siesta- y me sorprendí diciéndome: “si no he estado nunca allí, en todos esos otros lugares que no conozco, de la ciudad… ¿cómo sé que, realmente, existen?”

    Ya sé, diréis: “qué bobada.”  “Que estupidez”. Pero yo era poco más que un adolescente entonces, y a ésas edades, a veces, se tienen éste tipo de ideas. Así que, sorprendentemente determinado, me decidí a no perder ninguna oportunidad, a partir de aquél día, para coger el metro, siempre que podía, siempre que me llamaban, siempre que tenía alguna ocasión, e irme hacia los barrios desconocidos, con la peregrina idea de… descubrirlos: de comprobar que, realmente, como parecían asegurar los planos, existían… Aunque no lo creáis, yo hacía aquello.

    Bueno, ha pasado mucho tiempo desde entonces, me diréis que a qué vengo a contaros yo esta tontería ahora… Pues bien: por algo es. Pasó el tiempo, como os decía, pasaron los años, yo estudié una carrera, etc, etc… y luego, como de pronto, me encontré metido en ése bucle, ese extraño bucle en que por las mañanas, sin saber cómo, te ves sentado en el metro, camino del trabajo, y luego al día siguiente, sin saber muy bien qué ha pasado, sin poder casi reaccionar, te encuentras exactamente en la misma posición: a la misma hora, y sentado en el mismo lugar. Todos los días. Camino de un mismo sitio siempre, repentinamente rodeado en una… mísera línea de metro, de inmigrantes que buscan ganarse la vida, de maleantes que no de dejan de buscarse sino lo mismo, y de ti, que no eres ni siquiera –mentalmente- un poco menos maleante que todos ellos…

    Bueno, que me enrollo: me encontré metido en la rutina del  trabajo, como os digo –esa horrible rutina- y un día, no sé exactamente cuál, no con exactitud, pues fue una cosa de la que me iría dando cuenta gradualmente, pero uno, sí, debió de ser el primero; un día, digo, sentado en ese mismo metro que siempre me llevaba o me traía del mismo lugar (…) sucedió que miré ,como por descuido, hacia el fondo del vagón; y descubrí a lo lejos a un hombre, como de mediana edad, que, bajo unas gafas de sol, no dejaba de mirarme. “Bueno, no soy tan guapo” pensé. Así que no le di importancia.

    …Pero la iba a tener. Hay personajes en el metro que, poco a poco te das cuenta, se van repitiendo. A los pocos días, volvía sentado en la línea uno, cuando: “yo detesto éstos trenes”, dijo una voz a mi lado.  Y añadió: “…Creo que te roban el alma…” Alarmado, miré de reojo. El tipo de las gafas, con escasa barba y pelo blanco -y aspecto algo andrajoso-, sentado a mi lado, me miraba. Disimulé y volví a cerrar el ojo. Pero me agarró como desesperado: “¡Sin que te des cuenta!” …No actué más, y caí dormido al poco, así que –de momento- no lo volví a ver...

    A veces caía dormido fácilmente, pues el ritmo y el trabajo me resultaban agotadores. “Próxima estación:” “Quevedo”. Y luego: “próxima estación:” “Tribunal”…Así siempre. Un abrir y un cerrar de ojos. Estaciones que pasan… (…) y el sueño se confunde con la realidad. No recuerdo muy bien el trabajo en aquellos días. Realmente, ni aquellos, ni ninguno de los otros. Una rutina más -como digo-: sólo eso. Lo único que sí recuerdo –que no he podido olvidar-, fueron mis esporádicos –y misteriosos- encuentros con el hombre. Aquél- hombre. Eran como la anomalía, la anécdota, que se reconoce entre el océano de lo rutinario, o tedioso…

    …“Próxima estación:” “Tetuán” –dijo la megafonía, un día en el que yo vagaba en mi personal limbo. “Tetuán de las victorias” apostillaron a mi lado; “aunque es dudoso de si se produjeron alguna vez realmente”. Miré. El tipo de las gafas estaba vuelto a mí. De nuevo.
    La había tomado conmigo… Desde luego que era así.

    Ni qué decir tiene que lo tomé por loco. Pude haberme asustado, pero sucede que no comparto la típica aversión de la gente hacia éste tipo de elementos; antes bien, me resultan extrañamente… atrayentes –espero que esto no tenga ningún significado-. En secreto, sospecho que he pasado todos estos años bajo la idea –no menos peregrina- de que uno de ésos tipos, algún día, me habría de descubrir una gran verdad.  No sé si todo esto que digo explica mi futura actitud enteramente, pero seguiré.

    II

    (…)

    …“Próxima estación: Plaza de Castilla. Final de trayecto”. “Un día llegas al final…” - dijeron otra vez, -aunque siempre me cogía desprevenido- “y no te has dado ni cuenta de en qué forma te han robado tu tiempo, en éste tren”. El día que eso oí, a mi lado, me dije: “hoy pasará algo; o lo mando al… diablo, o, no sé…”. El hombre volvió a mirar hacia delante, pero ya había una extraña comunión entre nosotros. Sólo otro tipo, en el banco de enfrente, nos observaba: “Yo creo que en algún momento…” –el tipo ya hablaba y hablaba- “no nos hemos dado cuenta y hemos entrado en un ciclo del que ya no podemos salir. Sí, hijo: siempre igual.” –me miró- “Dentro de éste mismo tren.”

    “…Si no sales de aquí nunca…”  –seguía, como reflexivo, al frente- “¿Cómo esperas saber… que hay algo –realmente-, allá arriba?”

    “Oiga” –le dije- “yo tengo una historia que contarle, también” “¿Ah, sí?” respondió. Era la primera vez que le hablaba. “Sí”. De súbito, me había acordado de lo que, aquella lejana ocasión, una noche de mi… remota adolescencia, me sucedió. No sé por qué, lo relacioné. Y le conté. “¿Ah, sí?” – me sorprendió, su gesto- “Qué listo eres, hijo… ¿no?”. Lo miré; me agarró fuerte el brazo -otra vez-, y susurró al oído: “te voy a mostrar algo”. Le seguí a la salida, hicimos un par de intercambios... No sé muy bien por qué lo hacía,…no sé…, estaba intrigado… “Sígueme, hijo” –me dijo, mirándome, pues yo pensativo me había parado…

    Odiaba que aquél tipo me llamara “hijo”.

    Al fin llegamos a una estación: “Esperanza”. Un “sitio especial”, según él. Salimos afuera. Era el atardecer, casi anocheciendo. “Qué” – le dije. “Mira hacia allá”. Se veía todo un amplio perfil de la ciudad, lentamente iluminándose en la cercana noche. Una vista realmente espléndida: miles de pequeñas ventanas encendiéndose. “¿Que… qué?” –dije-. “Vamos” –respondió- “No esperarán que nos creamos… que todas esas casas… están llenas de gente!” …Me quedé como bobo. “Chao” –sólo dijo. Y se fue. Desapareció.

    Lo estuve buscando los días siguientes, en el metro. Pero sólo conseguí dar con él –eso sospecho ahora- cuando él accedió a que así sucediera. Fue una tarde, en la línea 3. Lo ví desaparecer como alma espectral tras de una esquina. Y al correr hacia él, me lo topé de pronto: “¿Querías algo… hijo?” “Pues…” -de nuevo volví a parecer bobo- “No sé”. “Ah”. “Sí quería algo; es sobre eso… a dónde me llevó el otro día… ¡Vamos! ¿A qué vino…? (…) ¿pero, usted…? ¿Sabe algo, acaso? ¿Ha visto algo… realmente? ¿Alguna prueba?” Me sentí bobo, de nuevo; me dí cuenta de que había caído en su juego de…viejo loco. ¿Por qué hacía eso? …Pero lo que respondió, sorprendentemente, me resultó enigmático: “¿Quieres ver algo,…realmente? Pues bien… Te espero en la estación de Iglesia. Mañana –pues hoy no puedo-. En el andén, línea uno, a las 12 y media.” “ P.M.” –remarcó- “Sólo en ese andén y en esa estación. Y sólo a ésa hora. No vengas… ni antes… ni después”. Y además, lo dijo con chulería. …Don “ocupado”.

    Aparecí por la estación a las 12 y cuarto del día siguiente, martes. Esperé sentado en un banco, y esperé más, mucho más de la hora convenida, y ya iba a irme, cuando apareció. “Ya iba a irme”. Él: “es que odio esperar a la gente. Por eso me aseguro”. “Ah” –respondí- “Pero esta es la hora buena” -dijo. Marcaba la una y cuarto. “El último metro…” “¡Sube!”

    Subimos y nos sentamos en un tren casi completamente vacío. Al fin, al pasar otra estación, se levantó, y sólo me dijo “Sígueme”. Y añadió el condenado: “hijo”. Avanzó por el tren, hacia el final, abriendo las puertas entre aquellos viejos vagones, de tal forma que cada vez que cruzábamos salíamos al exterior del túnel. “¿Tú has visto a ésos chavales” –seguía andando- “que se enganchan a la trasera del vagón… y así recorren de una a otra estación?” “¿Qué?” “Hoy haremos eso”. Ya completamente resquemoso de que mi temeridad me conducía absurdamente hacia algo muy… negro, crucé la última puerta, y salimos a la trasera del convoy. La vía se extendía a nuestros pies. Algo, extrañamente, en todo aquello, me divertía. Me agarré, sobre una plataforma, a la manilla, cuando el tren se disponía a entrar en una curva, reduciendo la velocidad. “¿Tú has oído hablar de la Estación Fantasma? ¿Hijo?” “¿Qué?” En ese momento un gran estruendo invadió el túnel. El tren iba muy ralentizado, cuando volvió a hablarme:¨”Te voy a pedir otra cosa” “¿El… qué!” “¡Salta!”

    Caímos rodando, pero, no demasiado trecho, pues aún pude ver al convoy alejarse lentamente. “Es la única manera… ¡sígueme, hijo!” Efectivamente, aquella era una estación fantasma. Una muy conocida en las leyendas de Madrid… Por un hueco en la tapiada escalera subimos a oscuras; cruzamos antiguos halles misteriosos, sólo guiados por la tenue luz que entraba de pozos desde arriba… Subimos por una escalera vertical como de barco, al final, hasta ir a dar a algo así como una trampilla en el suelo de la calle. Diríase que se conocía el camino. Apenas la forzó, así que estaba abierta… Y salimos.

    Lo que ví afuera… no lo puedo describir con palabras. Difícilmente me creeréis. …Todo alrededor, por todas partes, cientos de esforzados operarios, perfectamente organizados, bajo unos grandes focos como de cine en la parte superior, se afanaban en levantar la gigantesca tramoya, el armazón, de madera, meramente soportando las huecas fachadas  -las falsas fachadas-, de una de las calles, de las avenidas, de Madrid. Una que conozco, que todos conocéis perfectamente, pero no os diré el nombre. Qué importa ahora.

    “Bueno. Hijo. Esta es tu ciudad. Qué te parece. Trabajan duro para que mañana, alguna otra alma cándida, como tú, pueda ver “su ciudad”… en perfectas condiciones…”
    “¡Chao!”

El-Al-Eim. 2005.

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INEPTITUD

    El terror a la hoja en blanco empieza ahora ,justo en el momento en el que voy a escribir el relato más importante de mi vida hasta la fecha.  Perdónenme televidentes, por favor, pero lo que más ansío ahora es gritar, un grito orgásmico que me libera de mi ineptitud a la escritura.
    Ya está, ya lo he hecho. (mi grito es con la letra A, ¿cuántos de esos has hecho tú, vida?).
    Sólo puedo sincerarme para llegar a ti mis terrores creativos. Si ,es importante, la ocasión lo merece y quiero que tú lo sepas.
    Alguien puede saber cómo hacer arte de la nada. Joder, si no sé de qué hablar, no puedo maravillaros con las maravillas que he leído en otros libros, ¿cuál será su secreto?.
    Lo que se me pasa por la cabeza es si escribo lo suficientemente deprisa a ordenador, el café de la merienda, el diseño de un jersey feo que tengo, mis sueños fantasiosos,....., y encima el relato es sobre arquitectura, ¡Tócate los pies!

    Como buen snob que soy yo hojeo en todos los sitios que puedo la arquitectura de revista, leo libros de historia, a veces me aburro, pero para mí es muy importante saber de todo de este arte tan grandioso para ser lo más pedante que pueda, para que les dé asco a los ignorantes, y yo me regocije de este vacío placer.
    Terror a la creatividad eso es lo que tiene nuestro amigo descrito, yo también lo tengo babys, ¿sabes? pero lo disimulo.... de 1992......... à la ville de.......... (¿tengo complejo de hacer abdominales?) .......Barcelona, ..........bravo,bravo!!!!
    -¡Apaga la radio antigua tesoro!

    De tantas cavilaciones de todas las cosas de la vida que me han llevado a ser lo que veis en mí, voy a contaros un secreto, todo es mentira, no tengo ningún criterio fundado arquitectónico, cuando veo arte con letras mayúsculas, para mí tiene la misma categoría que ver a Concha Velasco vieja haciéndose la interesante.
    Es más, me gusta ver cómo me manipulan,.......... a la ville de ............. Barcelona (qué maravilla!).
    Y bla, bla, bla, bla, ¿esto es un relato?. Para nada.

    Pido perdón a estos humildes lectores que sólo pretenden entretenerse con un relato arquitectónico, a veces no puedo controlar a mis egos de segunda, mi misería, porque el hecho de vivir en socidedad corrupta que se debate entre la verdad y lo que debe ser.
    Ya no más tontería, lo voy a intentar, en arquitectura vivo y sin ella no me imagino la vida, así que, de igual manera que me explico mis pensamientos con un lenguaje evolucionado, me cobijo en arquitectura evolucionada, este relato evolucionado también sigue estando vacío de historias.
    Lo siento soy un inepto escritor, sí........ en mi cabeza resuena........1992 Barcelona.

    Me tumbo en la hierba y respiro; qué gusto después de andar tantas horas, siento descansar mis riñones, y también siento cosquillas en los pies de placer del descanso que les doy.
    Creo que voy a quedarme así como una hora, lo necesitaba, tan a gusto estaba que me quedé tres horas durmiendo súper a gusto a pies descalzos en el césped, con una suave brisa y sol tenue.
    Abro los ojos, estoy muy bien, ha muerto una neurona mía imbécil que me maltrataba el cerebro y todo lo demás, imposible crear con tales planteamientos vitales.
    Descanse en paz neurona.
    Después de estirarme y levantarme del suelo abro los ojos bien, y... oh! Estoy en el Tibidabo y lo veo todo.
    ¡Que placer para mis sentidos esto!  Creo que por aquí había que empezar.

Asturianín al pil-pil. 2005.

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HUMO NEGRO

    Causó pánico atroz la notificación de la nueva fecha de entrega: 19 de Noviembre de 2008. Nadia hubiera imaginado una determinación tan disparatada, pero el profesor de turno adoptó una postura tajante. Algo nuevo sucedía en la histórica Etsam; más tarde, este hecho sería digno de reproche en toda la UPM; tal determinación había sido fatal…

    Los alumnos, agazapados tras la mesa de tomar apuntes, imploraban clemencia; los infames maestros aleccionaban a ingentes cantidades de jóvenes dispuestos a morir por la causa. Nada ni nadie podía detener la batalla por la victoria del general Hernández de León.

    Esta lucha por la obtención de reconocimiento en el seno de la comunidad arquitectónica costó multitud de vidas de soldados universitarios. Algunos, los más audaces afrentaron las decisiones caprichosas de la autoridad escolar. No duró mucho su afrenta; los profesores rasgaron las vestiduras a los alumnos más modélicos, vejándoles, cortando su vena artística, anulando su capacidad de composición estilístico-espacial. Ya, nada importaba en esta sucia guerra de destrucción académica sin precedente, pero, algo nuevo sucedió a tan terrible situación. De pronto, como si de un sueño se tratara, apareció Charles Édouard Jeanneret, más conocido con el sobrenombre de Le Corbusier. Tan pronto como apareció, comenzó a persuadir a la peña presente sobre las virtudes de su popular “Le Modulor”. Hablaba acerca la proporción, la justa medida en cada decisión constructiva, la fina composición precisa en todo momento vital.

    Jorge López, nuestro habitual compañero de fatigas, se sintió asustado y confuso como un pichón. Pronto descubrió la auténtica naturaleza de la charla del genio. Tómole a este de la mano mientras le escuchaba atentamente y, juntos, navegaron en un universo sin par de ilusión y esperanza arquitectónica. Hablaron de ARQUITECTURA (con mayúsculas); discutieron acerca de los problemas reales que sufre la gente que esperan un buen proyecto para su vivienda unifamiliar de pan dorado y ornamento variado, y no hallan arquitecto que acepte tal invitación…; obtuvieron respuestas para todo, coincidieron en las respuestas más puristas a la problemática arquitectónica, acordaron sus posturas en los temas más difíciles de conjugar, conformáronse con nada…

    Estaba ahíto, Jorge López, de tantas proposiciones indecentes por parte de los profesores: que si lame de aquí, que si chúpame allá estos papelotes… Por fin se sentía algo en el seno de la Escuela. Se podía considerar, por fin, un individuo contante y sonante sentado en una silla de clase, tomando unas cervezas en la vasta cafetería de la insigne Etsam… Cogió su paralex y se lanzó en busca de aventuras. Se topó en su camino con la profesora de Álgebra, palpó sus senos y la saludó con alegre ademán. Se adentró en la insigne clase de Proyectos Arquitectónicos de la cátedra XXIV, e hízose una breve masturbación sobre un plano a tamaño DIN A1 que le llamó especialmente la atención. <> se decía mientras lo contemplaba exhausto… Apenas húbole echado el ojo el ilustre catedrático Juan Navarro Baldeweg, Jorge salió apresurado hacía el WC. <<¡Hacía tiempo que no me echaba un cigarrillo tan a gusto!>> exclamababa mientras exhalaba el humo hediondo…

    Parecía que algo nuevo iba a suceder. No es el caso. Jorge dio un grito exiguo de ahogo letal. El cigarrillo prohibido le había asesinado.

EtsamEnemy. 2005.

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