El Croque nº 9
(mayo 2004)
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"aquí están las maravillas
con deseos de reñir:
menos lengua y más pedradas
señores de barquillí"
TANTO DIBUJO Y TAN POCA PERSPECTIVA
LAS PARODIAS DEL CROQUE #3: "SUSPENSO EN PROYECTOS"
DODECÁGOLO DE UN BUEN BECARIO DE PROYECTOS
LA POLÉMICAAA #5: MUSEO CAMALEÓNICO
EL RINCÓN DE PAZO #9: ELECCIONES
“Y es que ahora más que nunca: VOTA IDIOTA.” Con
esta frase terminamos la editorial del pasado número y, visto lo visto,
hemos tenido que usarla también para comenzar ésta. Sólo
nos ha parecido digno de apoyo el profesor de Ladrillos Aplicados al
Mortero J.M. Adell Argiles, que en el Gran Debate tuvo la luminosa idea de
preguntar lo que todo el mundo se pregunta. ¿Para qué, Hernández de
León, tanto poder bajo tu cascarón? ¡Glotón! El color de tus carteles... huele mal. Gloria, prestigio, fama, poder... Mi boca llena de patatas fritas... Mis compañeros ávidos de crecer y engordar bajo tu sombra, lanzados al hiperespacio desde la altura de la Escuela... Mi cara en el TA de cada día... Mis panfletos panfletarios de estilo, diseño y FIRMA inundando tus ojos... (de lágrimas). Paranoia o realidad: ¿Qué es eso de que si yo no-sé-qué, usted no-sé-cuántos y luego yo tararí? Candidaturas a (di)rector por aquí, maletines millonarios por allá, chantajes y promesas en la intimidad... ¿Cómo es todo esto? A ver si va a ser que las familias de la Mafia italiana van a tener aquí algunos parientes y lo que estamos presenciando es un remake malo-cutre-salchichero de sus míticas rivalidades. Los Cappullino contra los Fili Putti, un duelo sangriento y salvaje por el control de los departamenti y sus actividades oscuras como el juego de calificaciones y la prostitución de tutores menores en los PFC. Al margen de la miseria humana, hemos de agradecer las varias colaboraciones que hemos recibido en estas últimas semanas, pero tenemos que hacer algunas precisiones: Una.
Que el Croque no patrocina campañas políticas. No nos intentéis
endilgar vuestro triste y ruin trabajo, cabroncetes. Y comentar que nuestro último acto de campaña (¿o era champaña?) para la candidatura del Rectorado, que consistió en el reparto gratuito de hamburguesas en Pitis no tuvo el menor éxito. Es más, nos empachamos y hubo que tirar el ketchup a la vía. El Croque. 2004. |
@-© 2004 suspensoenproyectos editons. (Foto)copia y difunde.
TANTO DIBUJO Y TAN POCA PERSPECTIVA
Debemos
percibir el mundo como arquitectos, eso es lo que nos repiten
constantemente. Ahora entiendo lo que mis padres me dijeron el último
año de instituto y yo, en mi rebeldía, ni me molesté en escuchar: “Ten
cuidado hija al escoger, porque uno, en gran medida, acaba siendo lo que
estudia”. Y
en la terrible dictadura del Cómo frente al Qué, emperador cada vez de
más ámbitos, muchos aludidos responderán que la esencia de la que
hablo, que une a arquitectos y paletos, es remota y el colmo de la
exageración. Dirán que la diferencia, que a mi juicio es poca, es
abismal: unos mediante groserías, insultos y fanfarronadas, los otros (es
decir, nosotros): mediante argumentos, citas y debate. Pareja
ineludible del Cómo (repelente, repeinado, con gafotas y calculadora),
está el Rigor (altivo, elegante, prepotente y autosuficiente), los dos
protegen el santuario de la arquitectura con cañones y armas de
destrucción masiva, y lo mantienen blanco y terso lejos de esos
revolucionarios terroristas que abogan por la equivocación, el
experimento, la expresión... personajes que pertenecen a otro pueblo, a
otra raza, inmigrantes que generan delincuencia, escoria que no ama la
patria... En definitiva, A bruxa piruxa lucha, por ahora, para estudiar arquitectura sin convertirse en arquitecto. Para que una no acabe siendo lo que estudia. A bruxa piruxa. 2004. |
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Es una
pena ver cómo todo se divide, cómo todo se reparte y se nos limita, para
controlar y "asegurar" a la especie humana. Se trata de separar,
porque según algunos, no todos somos iguales. Todo
esto viene a cuento de que la arquitectura, y una gran mayoría de
arquitectos putrefactaos, son autores y cómplices de este patético
proceso de segregación y diferenciación injusta de seres humanos: tan
sencillo como poner una valla. Tan triste como arrancar de cuajo los más
elementales derechos del hombre. Solución: cerrarlo todo, poner cámaras de seguridad, infrarrojos, perros guardianes, escáneres en las puertas acompañados de seguridad privada, verjas electrificadas, y un largo etcétera que permite crear una gran cárcel a escala universal. Miedo, miedo, miedo, miedo, miedo. El miedo es un negocio. Cuanta más seguridad existe más miedo sentimos. Nunca estaremos libres del miedo. Es algo natural en el hombre, te ayuda a vivir, te empuja a luchar. Pero no, aquí todos quieren vivir en un mundo perfecto entre algodones; sin riesgos y sin miedo, sin diálogo ni lucha, a costa de apartar a los que temen, cerrando los ojos a la realidad y perpetuando un sistema que no es más que una pantomima, un carnaval, un circo, una feria en la que la libertad en un bien de uso y consumo que se compra y se vende del mismo modo que una bolsa de patatas fritas. ¿Para
qué me voy a plantear el cambio si yo vivo de puta madre? Es mucho mejor
no enfrentarse a los problemas y eludirlos, fingiendo que soy feliz y que
la miseria no existe. Yo te diré por qué: por dinero. Porque separar interesa más que unir, porque si todo el mundo puede tener acceso a todo, tú, no te sentirías más que nadie, sino lo mismo que todos. Ya no tendría gracia ir al museo del traje a relacionarte con la jet, cuando me vieses merendando en el jardín. Pobre arquitecto, no tiene la culpa de nada. Siempre el constructor, siempre el ministerio, el ayuntamiento, el no sé qué... Tu familia espera hambrienta en casa a que llegues con tu escaso salario; tuviste que hacerlo, tuviste que vallar el jardín, tuviste que firmar, no te quedó otra alternativa. La Paja. 2004. |
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Hace ya algún tiempo que tengo olvidada en un rincón la cajita negra que juraría que antes llamaba televisión. Procuro no encenderla, porque aunque antes servía para informar, divertir o lo que fuese parece que ahora lo único para lo que sirve ahora es para llenar tu humilde casita de gritos insensatos (telebasura la llaman algunos). Sea la hora que sea si se te ocurre encender el aparentemente inofensivo aparato aparecen en pantalla unos infernales personajes, que nadie sabe realmente de dónde han salido, que se dedican a gritarse los improperios más soeces. Adivinos, exgranhermanianos, cocainómanos, strippers, novios de (ya ni se sabe), cantantes que nunca han cantado y demás calaña (casi siempre barriobajera) te alegran el día con sus sandeces de mal gusto. Así que visto lo visto procuro vivir lo más tranquilamente posible (tanto como me deja esta carrera) evocando el televisor como aquella cosa mítica en la que de pequeño podía ver a Goku, Pipi, el Equipo A y cosas por el estilo. Pero claro, como todo sueño, nunca es alcanzable (dirán por ahí que soy pesimista...) y la telebasura ha saltado de la pantalla para venir a buscarme. Y preguntaréis: ¿Cómo? ¿Dónde? Y aunque no os lo creáis os diré que muy cerca, en la misma escuela. Veréis, todo sucedió así. Un buen día me encontraba yo en el salón de actos a punto de escuchar un serio debate sobre el futuro de la ETSAM; como me considero parte de la misma (a veces muy a mi pesar) diré de mi futuro, vamos, de nuestro futuro. Bueno, pues estaba ya sentadito y los dos contertulios dispuestos a hablar cuando se empezó a producir un cambio impresionante. En un principio no noté nada, todo parecía normal, serio, ya me planteaba unas dos largas horas de soporíferos discursos a los cuales me sentía obligado a asistir (lo de decidir el futuro a veces es aburrido, pero necesario de todos modos) cuando la telebasura hizo acto de presencia. De pronto, a nuestro señor director le empezó a brotar una sonrisa socarrona. Él tan serio, tan arquitecto de mundo que parecía, pipa en ristre, en los carteles, ¡¡¡se partía el culo por lo bajinis en la cara de su oponente!!! ¡Increíble, se estaba dando una transformación! Pero a mí no me engañan, en cuanto le oí hablar me di cuenta de quién era: no era Hernández de León, sino Matamoros que venía a darme la vara recién salido de la televisión. Creedme, ninguna duda, las mismas tonterías, las mismas acusaciones, los mismos insultos, en fin, el mismo discursito barriobajero. Me quedé de piedra, no me lo podía creer. Miré entonces hacia el señor Grinda, ¿se daría él cuenta del cambio? En un principio parecía un poco mosqueado, pero tampoco muy sorprendido (luego sabréis el porqué). El pobrecito, con su pinta de no haber roto un plato, no podía sobrellevar los ataques incesantes del señor Hernández-Matamoros que siguiendo su costumbre no le dejaba ni hablar y miraba a su público que reía asombrado. Poco tardé en darme cuenta de que el señor Grinda tampoco estaba presente en el acto, tengo que agradecerle al profesor Ricardo Aroca que me lo aclarara con sus preguntas, pero yo ya lo presentía. ¿No recordáis esos gestos que hizo como haciendo ver que no le importaba lo que el otro decía, como pasando de él?... ¿Lo habéis adivinado? Era Doña Rogelia, la entrañable marioneta que guiada por una mano ajena soltaba su discursito en el escenario. La verdad es que fue divertido, no sé, después de esto ya entiendo a los que ven Crónicas, El Diario de Patricia y ese tipo de cosas. Pero que no se engañen, lo de la ETSAM es mucho mejor, tenemos chanchullos, marionetas, acusaciones de locura, tipos impresentables y en vivo y en directo!!! ¿Alguien da más?. Alice in Wonderland. 2004. |
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Este es un artículo que nos envía un colaborador extranjero (pues es sabido que todo lo que está más allá de nuestra verja es un solar ajeno inexplorado), dando cuenta de lo que de nosotros se dice “extramuros”. (Nota del Croque) Hay historias que circulan “sotto voce” por las cafeterías y pasillos de las universidades. Rumores que escuchas sorprendido y a veces asustado mientras un cigarrillo se consume lentamente en tus labios temblorosos. ¿Son ciertas las famosas “leyendas urbanas”?
Se cuenta por Ciudad Universitaria
que existe una Facultad, no preguntéis cuál pues nadie sabe llegar hasta
allí, donde los sucesos paranormales son el pan nuestro de cada día y
que, cual barrio del Bronx neoyorquino, se vive al margen de la Ley. He oído hablar de su cafetería-invernadero y de su biblioteca-laberinto (¿en recuerdo a la de “El nombre de la rosa”?) y también de alumnos de casta inferior denominados PLAN-75 sin derecho a la enseñanza. Y hay más, mucho más... ¿Alguien ha oído hablar de PROYECTOS...? Si algún día atravesando parkings y autovías llegáis sin querer a este misterioso lugar, tened cuidado, porque la leyenda dice que los que entran ya no salen jamás... Oxo. 2004. |
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DODECÁGOLO DE UN BUEN BECARIO DE PROYECTOS
Yo
siempre he dicho que lo peor que se puede ser en esta vida es ser sexador
de pollos, pero me equivocaba. Lo peor que se puede ser en esta vida es
becario de proyectos. Sí, ser becario de proyectos tiene que ser un
oficio aburridísimo, todo el día como una esfinge, sentado, mirando con
cara de mala hostia, pero sin poder comerse a nadie. ¿Nunca os habéis
preguntado en qué demonios curra un becario? No habla, no corrige, no
explica, no da conferencias magistrales, no borra la pizarra, no trae las
birras a sus jefes, en resumen no hace NADA. Un
becario nunca puede hablar más de la cuenta, porque si dice algo
de más siempre está el jefe para corregirle. Pero, ¡huy! Si no está el
jefe, el tío se explaya todo lo que puede y más; libera su ego reprimido
por la sociedad y te dice una sarta de sandeces ejemplar. Bueno, si esto
ocurre lo mejor de todo es no hacerle caso NUNCA. Yo sé de gente que le
hizo caso y al día siguiente el profesor titular casi lo expulsa de la
Escuela. Esto lleva a la tercera característica del becario: es el más cobarde
del profesorado, siempre que digas al profesor titular que el becario te
dijo esto o aquello, él lo negará todo, siempre lo hace, no falla. Estos amiguetes nuestros además tienen un marcado carácter masoquista; se pasan la vida de estudiante currando como animales y sacando sobresalientes en proyectos (sí, sí, menos lobos…) para luego meterse a profesor de la misma asignatura que les vio dejarse la vida social en un tablero de dibujo. Pero ellos son así. Esto hace que su sexta característica es la adicción a los estupefacientes, porque son necesarios para los improbables sobresalientes en proyectos. Es sabido entre todos los pertenecientes a este gremio que para ser becario tienes que hacer una tesis cuasifilosófica acerca de un tema metafísico relacionado con el alma de las gallinas de corral; el tema es abrumador, pero se lleva mejor con tres rayitas de coca. Aunque de todos es sabido que lo idóneo son tres rayas más un canuto de maría, pero eso es más caro y encima hay que liar el porro. La verdad es que debe costar llegar a casa y decirle a tu madre –Mamá me han dado el trabajo, seré becario de proyectos- y tu madre te dice-¡Qué bien! Espera que te quite eso blanco que tienes en la boca-. Y es que también es sabido que la segunda parte de la tesis consiste en una presentación oral de la misma. La octava característica es su entera dedicación para con el alumnado de género femenino; en esos casos es capaz incluso de hacer horas extras de charlas sin sentido (chicas os compadezco). Yo he sido testigo de cómo un becario empezaba siempre a corregir a su “preferida” sin conseguir nada en absoluto. Y es que aunque tenga toda la autoridad moral de un profesor, nunca moja tanto como lo haría un profesor normal en estos casos de preferencias en el alumnado. La novena característica del becario es su fijación por resolver todos los proyectos con una Casa Farnsworth; da igual que tengas que hacer un museo de tornillos o que lo que se te pida sea una cocina para el Partenón... lo mejor es hacer seis pilares y un cristal. Obviamente, también mientras te cuentan esto te dirá lo amigo que es de un tal Rem Koolhaas o que el otro día vino de hacer un crucero por el Peloponeso, y es que un becario es fanfarrón por naturaleza; siempre creerá que el verdadero nombre de su amigo es Remigio Kuljas y que el Peloponeso es un país cercano a Marbella (y es que el que es fanfarrón suele ser ignorante) Para
terminar con este reconocimiento de esta especie sin peligro de extinción
(por desgracia) está la característica esencial de todo becario. Todas
las culpas se las llevan ellos porque ¿quién no ha dicho nunca? –Mamá
si el becario me dijo que estaba cojonudo, que él ganó un concurso con
algo parecido, si incluso se lo enseñó a su amigo Kuljas-. Esto es un artículo de ficción, todo parecido con la realidad es pura coincidencia y si alguien se siente aludido joder, que lo sabemos todos, no intentéis engañarnos. La rana Gustavo. 2004. |
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